Este sábado 30 de abril se conoció la lamentable noticia de la muerte de César Andrade a sus 83 años de edad, un artista plástico de Guarico, estado Lara, quien logró cautivar a propios y extraños con su impecable talento.
A finales del 2003, el gran artista larense Esteban Castillo, escribió una reseña especial sobre César Andrade, un texto que describe y honra la vida del guariqueño:
Si alguien entrara sigilosamente al taller de César Andrade se llevaría una gran sorpresa.
En los primeros momentos no podrá saber qué hace, qué trabaja; es un artista, o es un coleccionista de objetos heteróclitos; encontrará instrumentos musicales tan variados como: arpas, cuatros, maracas y flautas, puede pensar que es músico; encontrará muchas llaves que puede ser un cerrajero, pero es que, él es coleccionista de llaves; herramientas de carpintería, que podemos especular que es un ebanista, pero no es así, él es un artista y cultiva la pintura, la escritura, el canto y vive su mundo entre las artes.
Vemos frascos llenos de clavos, que se han transformados en filamentos coloreados, y perdieron su función para lo que fueron fabricados. Es en ese momento, que al mirar en las paredes vemos cuadros realizados con esos filamentos de metal. Notamos que su obra pictórica ocupa un lugar importante en su vida, pero encontramos, también, novelas, poesías y composiciones musicales.
En ese mundo, en ese entorno, él realiza su obra, las cuales ha venido trabajando desde el año 1968, que se orientó a los planteamientos plásticos dentro del arte óptico y cinético. César Andrade llegó el 16 de mayo 1968, cuando las calles de París ardían y el fuego consumía los carros y las barricadas eran el escenario en el barrio latino. Era el Mayo 68. Los grafitos de “Haz el amor, no la guerra”. Los hippies con sus cabelleras largas y con sus guitarras tocaban canciones de protestas y de amor; la Place Saint Michel y la Rue de Buci eran el sitio de reunión donde sueños de viajes a la lejana india, hacíanfantasear y divagar por tierras lejanas.
Éste artista estudió en la Escuela de Arte Martin Tovar y Tovar de Barquisimeto. Al llegar a París comenzó sus búsquedas ópticas. Son muchos años de transitar en el mundo del arte. Ha ido logrando ocupar un lugar entre los grandes artistas venezolanos residenciados en Francia. Su obra se expone desde Francia a Alemania, de Varsovia a Londres; de Suiza al Japón; de París a Barquisimeto, Londres, Nueva York y Miami.
Su taller es el santuario donde se cosechan ideas, donde una mariposa se mezcla con colores, para crear una poesía; es el lugar donde cualquier objeto por muy extraño que sea, hace simbiosis con los otrosobjetos para formar un mundo, donde los sueños se combinan con colores, palabras y sonidos musicales; donde las líneas paralelas crean variantes de tonalidades claras y oscuras, lugar donde los filamentos de colores se mezclan y se combinan para crear atmosferas coloreadas, que hoy se pasean por diferentes latitudes al lado de grandes maestros como: Agan, Soto, Vasarely, Carlos Cruz Diez y muchos otros de renombre.
Cuando me despido de César y salgo a la calle, observo como los arboles han ido perdiendo las hojas decorando las aceras con infinitas formas y colores sepias, marrones y amarillentas. Sentí frío al salir, había estado en un taller donde la mezcla de los colores, las ideas y los sueños viven en perfecta armonía, logrando una temperatura agradable en su taller, ambiente de las artes, trópico lugar, espacio de creatividad, en un pueblo cerca de París, en el cual, lainvención forma parte de la cotidianidad de un hombre, de un maestro, de un artista, que durante años ha vivido para el arte.
Hoy por hoy, César Andrade ha logrado hacerse un camino internacional dentro del arte. Es el otoño, comenzando el invierno, un frío, me golpea mi rostro y mis heladas manos, sienten que el invierno se acerca, mientras espero el autobús para irme a París.
