Para la doctora Cecilia Sosa, última presidenta de la Corte Suprema de Justicia, la reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia fue aprovechada por el régimen para hacer un cambio en la jefatura política de ese organismo.
Aunque no los mencionó por sus nombres, se refería a la sustitución de Maikel Moreno por Gladys Gutiérrez, quien era la vicepresidenta del TSJ.
Fue enfática en sus declaraciones aportadas a Elimpulso.com, al calificar la situación como corrupción política.
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Se trató de aparentar, expuso, que se estaba conformando un tribunal “decente”—así entre comillas—asociado a la idea del Fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, de implantar verdadera justicia.
Pero, lo que ha pasado ha sido la representación de una obra de teatro en la que parece verdad es mentira y lo que parece mentira es verdad.
Como en el libro del italiano Giuseppe Tomasi Di Lampedusa, El Gatopardo, se cumple su célebre frase: si quieres que todo siga como está, es necesario que todo cambie. Crear una apariencia de carácter revolucionario, pero con el fin de que todo quede incólume.
Ha sido un teatro político, prosiguió. Le bajaron el copete al que era presidente del TSJ, pero sigue ahí. Y la ahora presidenta también estaba ahí.
Hay dos cosas que los venezolanos no podemos olvidar por mucho que sea el rechazo a los partidos y hacia los líderes políticos:
Uno es que nosotros tenemos un tribunal en el exilio, que anuló la existencia de la Asamblea Nacional del 2020; es decir, ésta que está designando a los magistrados. Es cierto que no se le hace caso, pero esa Asamblea Nacional no ha sido reconocida por 50 países democráticos y está haciendo sus piruetas para decirle al Fiscal de la Corte que está adelantando un proceso de reforma judicial.
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Sin embargo, pretende minimizar la competencia y habilidad del propio Karim Khan, quien por su trayectoria y conocimiento sabe lo que es verdad y lo que no es verdad en Derecho.
Creo que ese teatro no va a tener aceptación y, por el contrario, podría ocasionar más desestabilización en el régimen mientras se acomodan los mismos protagonistas con fuerza diferente. Ese TSJ sigue sin independencia y sin autonomía, que es la esencia del Poder Judicial con la gravedad que ahora la Asamblea Nacional quita y pone magistrados.
A eso hay que agregar que los dos altos funcionarios que designaba el Poder Judicial, el Inspector General de Tribunales y la dirección de la Escuela de la Judicatura, lo hará la Asamblea Nacional, que ahora irá a educar a los jueces.
Y el otro aspecto es que el factor político en el Poder Judicial está distribuido, con una intensidad mucho mayor que la que tenía antes.
De manera que es muy difícil engañar a la gente con la reducción de doce magistrados de los 32 que había antes de la reforma, con la violación a la Constitución dándole 12 años a magistrados que ya habían cumplido parte de su período.
Es una cosa tan vergonzosa lo que ha pasado que nos coloca ante los ojos del mundo como un país atrasado y en retroceso constante hacia el pasado.
Yo siento que le estoy diciendo a los venezolanos lo que ellos saben: Aquí no hay justicia, no hay Poder Judicial autónomo e independiente, que la Constitución está ahí, pero quienes deben respetarla no lo hacen.
Lo que está pasando es claramente corrupción política, sentenció. La repartición de cargos queda dentro del mismo régimen, aceptando a otras pocas personas también con tendencia política. Situación que lo prohíbe la Constitución, convertida ésta en letra muerta en este momento.