#OPINIÓN Morada en las Lomas del Mirador (Parte IV) #25Abr

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A los dogos de casa…

 “Quien alimenta un perro hambriento, 

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…alimenta su propia alma” 

Charlot

“Dame una caricia 

…y te seguiré al final del mundo”

Guillermo Reyes

“El perro promedio es mejor persona 

…que la persona promedio” 

Andy Rooney

  • Etiología del sobrenombre Landsby 

Jim conoció a Landsby al día siguiente que la encontramos un 25 de diciembre. Para ese momento no le habíamos instalado un apelativo ¿cómo llamas a un canino sin nombre?, pero Jim si algo tenía era una anécdota para todo. Lo cumbre es que la mitad la inventaba con una obstinación cuasi prodigiosa. Total que nos vino con la efeméride penitenciaria del gran genocida de la historia contemporánea Adolf Hitler. Terminó sugiriendo, después de la interesante historiografía del dictador al principio de su ideología nacionalsocialista y el año donde escribió, Mein Kampf (mi lucha) misma en la que se basa su filosofía antisemita, para que le pusiéramos el nombre del campo de concentración del matador de masas. Así fue que le pusimos un diminutivo del nombre original del campo de concentración Landsberg, en Landsby…aquél día, donde la perra nos cantaba Yellow Submarine, con su mirada ámbar y su piel de neón, tan lisa como un soplo de primavera.

Pasamos momentos inolvidables juntos. No recuerdo muchos pero sí que ella quedó marcada a cincel en la memoria y en el agradecimiento por toda esa ternura de otro mundo que recorría del hocico a la punta de la cola. Era un solo chucho de alegría y gozo. Hasta en  el morro tenía la comisura de una sonrisa pícara como el que oculta una segunda intención pero en su caso era una risa buena nota. Las vacaciones de Magoo finalizaron y nosotros lo esperábamos como para ir al concierto de los Beatles. De hecho Magoo llegaba de Semana Santa nada santo con la cabellera muy larga al estilo Lennon, con una braga de jean azulada y zapatos cuadriculados tipo arlequín como se hace con los retazos de una colcha elaborada de pedazos de telas cuadriculadas de todos los colores y tejidos al acaso.

Me enamoré en el acto de los botines de bufón. Magoo sacó su As bajo las mangas adquiriendo un par de zapatos que casi eran como los del bufón. Traían plataforma, motivos color rojo oscuro con listón bordado que los cruzaban, y un tono café con leche con trenzas gruesas marrones terminadas en flecos como si fueran para empacar regalos de navidad. La verdad es que eran muy londinenses. Magoo apenas sintió su sangre europea pudimos ver y sentir el cambio. Jim fue el primero que lo observó y rió el día que nos confesó que Magoo vino trasformado a lo Rolling Stones oriundo antes de irnos al Museo de Bellas Artes donde pasaban el ciclo fílmico del gran “Charlot”, alter ego del formidable genio de la actuación del cine silente, el extraordinario Charles Chaplin…. 

Magoo no nos había presentado el mini neurótico can de ladrar chillón que defendía al cegatón con una fuerza que su porte no justificaba El carácter de Poco-Pico sobrepasaba cualquier enojo de perro documentado. Nunca se supo cómo murió en esa navidad; si había sido por una arrechera por los fogueos que lo alteraban o por el terror y la rabia a los fuegos artificiales detonando de chispas el cielo estrellado. Landsby, un 31 de diciembre (antes de la venida de poco-pico) miraba las luces reventando el cielo conmovedoramente serena. 

  • Planet Jim, Chaplin en Bellas Artes y el mini can inglés neurótico

Al fin logramos calmar el tambaleo de Jim haciendo malabarismos sobre las medias multicolores dentro de los botines deformados que bien podrían ser los calzados de Herman Monster. Perenemente nos carcajeábamos de él pero Jim siempre ponía perfil de loco y no había mofa o burla que no soportara con esa sonrisa de trastornado espiritual. Tomamos el metro y nos bajamos en la estación Bellas Artes. En aquél entonces el metro era un orgullo nacional, y no como hoy que es como un convoy que viaja sin retorno al abismo. Subimos las escaleras que llegaban al Museo y caminamos por el paseo de enredaderas hasta llegar a ver el Hilton y el conjunto imponente del Parque Central, ahora una pocilga degradada por el olvido y la indolencia oficial. 

Al llegar al sitio donde sucedía el ciclo nos las ingeniamos para introducir la botella de miche en un sombrero mejicano colocado a las espaldas tipo Pancho Villa. De pronto ya estábamos sentados en poltronas envejecidas y chillonas pero muy cómodas del cine-teatro. No había principiado el film y empezamos a reír y retorcer como enajenados al punto que los asistentes se reían más de uno que del mismo Charlot. No era raro para nosotros ser los protagonistas de la película sin querer queriendo. Las carcajadas se extendieron hasta un paroxismo que pararon la película y nos echaron del cine por escandalosos y mal portados. La pea era mundial y no fue hasta el día siguiente que supimos de la fosca que pusimos en Bellas Artes con nuestras Feas Artes.

Volvimos al Cafetal mientras Jim recordaba nuestra locura de ir a asaltar acetatos en Don Disco Chacaíto y en una tienda discográfica de la 1º Av. de Los Palos Grandes. Eso se convirtió en un tema de adrenalina, más que de hurto per sé. Lo mismo hicimos con los equipos de buceo en Beco y el regulador Gañan Costeau en la tienda de Bello Monte. Así como se nos ocurrían las cosas por temeridad juvenil, dejábamos las prácticas de la mano negra por la práctica recurrente del instrumento musical. Lo increíble era que entrabamos y salíamos como pedro por su casa y esa desfachatez desconcertaba a la seguridad por lo que nos llevábamos impunemente los equipos sin pagar y asombrados de lo fácil que resultaba. 

Esas adquisiciones terminaron por formar parte de las prácticas de buceo formal al iniciar estudios para licenciar como biólogos marinos en la Universidad de Oriente núcleo Nueva Esparta y Sucre. Magoo empezó en la Isla de Margarita y a mí me tocó quedarme en el estado peninsular de Sucre. Luego al pasar el propedéutico me pasé al núcleo ñero. Con el tiempo los equipos fueron de inmensa utilidad para la formación de grupos de buceo que se incorporaban al Oceanográfico de la UDO. Pero esa era otra historia. Quién iba imaginar donde llegaríamos, sin embargo los zapatos londinenses y los amorfos suecos de Jim fueron los calzados con las que pisábamos nuestro futuro inmediato de Baby Boomer sin pasar por home o cobrar doscientos, diríamos en jerga de Monopolio. La naturaleza de la mancebía, invariablemente, continuaba siendo una rifa sin estar al corriente a qué se apuesta.

MAFC

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