#OPINIÓN Visión ciudadana: La carta de pandora a Biden #21Abr

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La carta de 25 personalidades venezolanas al Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, no tendrá otro efecto que demostrarle al gobierno de ese país lo dividida que está la oposición en Venezuela, no tanto por su contenido que de por si tiene elementos de un claro oscuro discutible ,sino por el ataque feroz en contra de quienes la subscribieron, muchos de ellos personas de trayectoria impecable dentro de nuestra vida pública, lo cual ha generado posicionamientos que desbordan lo conceptual y se ubican en lo afectivo, terreno donde las diferencias se convierten en dagas implacables.

Dicha carta contiene una solicitud que compartimos una gran mayoría de demócratas: que se retomen las negociaciones en México y se centren los objetivos en buscar solución al drama humanitario que sufren millones de compatriotas. Como aspecto polémico señala que las sanciones no han cumplido su cometido pero no discrimina entre las sanciones económicas y las sanciones políticas, abriendo así ventanas para interpretaciones antagónicas pero validas según el texto remitido a Biden. Porque si bien es cierto que muchas de las sanciones económicas, relativas al intercambio comercial, perdieron su momento porque estaban atadas a la coyuntura del cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, ahora son trabas que obstaculizan el empeño nacionalista de empresarios y emprendedores que apuestan a la economía de mercado como contrapeso socioeconómico  ante el comunismo, gracias a rendijas de oportunidades que el propio régimen se ha visto obligado a abrir.

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La solicitud de aliviar estas sanciones económicas tiene respaldo de muchos y allí nos incluimos, pero cosa muy distinta es darle apoyo a la revisión o  cierre de las sanciones políticas que recaen sobre la nomenclatura  del régimen, a este respecto también somos muchos quienes apoyamos el que se mantengan y profundicen. La cuestión es que ante los enunciados del texto, servidos en el mismo plato, se ha creado una batalla de opinión que tiene como saldo una fuerte división dentro de las filas opositoras y que además ha obligado a varios de los firmantes a precisar el alcance de sus intenciones, observándose que no hubo un trabajo previo y concurrente entre ellos antes de su publicación.

Se pudiera hacer un profuso diagnostico de esta  misiva catártica pero por muchos que sean los caminos del análisis nos encontraremos con una verdad única, sus promotores tenían y tienen una motivación política relacionada con el choque de agendas candidaturales. Los firmantes a la hora de dar su aprobación al uso de su nombre no sabían quienes los acompañaban, simplemente les gustó el planteamiento y validaron su pulcritud de intenciones con base al respeto que le merecen quienes le pidieron subscribirla, por ello posteriormente se han visto obligados a precisar lo que ellos entendieron como propósito y que no está especificado en el escrito.

Total es que la carta a Biden abrió la Caja de Pandora donde están contenidas las diferencias conceptuales y de procedimiento de los partidos y organizaciones comprometidas con agendas distintas de cara a las elecciones presidenciales  del 2024. Una que basa su éxito en un proceso de entendimientos que gradualmente logre condiciones suficientes para un triunfo electoral que permita rescatar la Democracia y otra que basa la victoria en  el fomento y organización de una presión de calle que obligue al régimen a la aceptación de esas mismas condiciones que permitan unas elecciones transparentes donde se da por descontado el triunfo de la oposición democrática.

Cada una de estas agendas tiene su Némesis invencible, la desunión. Ningún sector por separado puede obtener un resultado favorable. Las reacciones a la carta a Biden demuestran lo divididos que estamos. Esa carta no tiene ningún impacto en el gobierno de EEUU, pero si lo ha tenido dentro del país político venezolano porque ha destapado una pugna que se venía librando tras bastidores y ahora se ha manifestado de manera pública y abierta. Està en nosotros, los demócratas que luchamos por el acuerdo, el hacer de esta oportunidad el inicio de un debate solidario que busque la unidad o dejar que la vorágine emocional fortalezca las rejas de nuestro cautiverio. Es muy sencillo, unidos podemos alcanzar la libertad, desunidos seguimos secuestrados.   

Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez

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