Al hogar, dulce hogar…
“El hogar es un refugio
…contra todo tipo de tormentas”
William J. Bennett
“Si sabes que regresas a casa,
…el viaje nunca es demasiado difícil”
Ángela Wood
“La caridad comienza en casa, y la
…justicia comienza en la casa de al lado”
Charles Dickens
“El hombre feliz, es aquél que siendo rey
…o campesino, encuentra paz en su hogar”
Goethe
- La Ceremonia del Adiós y el Guachimán Fantasma
Nada fácil fue olvidar a Landsby, pero nunca olvidamos al traidor, por eso será que decimos ¡líbrame del agua mansa que de la brava me libro yo! El poco estimado Robbie como se le conocía por el sector, era un ser detestable, ladino, flaco de lentes y de sangre de traidor, un tipo piche integral. Con la llegada de Semana Santa, Magoo viajó de vacación a España e Inglaterra con la familia en plenaria. Me sentí desamparado pero era solo porque en el fondo daba celos no poder ir de viaje. Sin embargo me puse contento por el primo que igual en el fondo le daba cosa conmigo porque creía de buena fe que el presupuesto módico de mis padres no daba para algo tan ostentoso como viajar al viejo continente… ni siquiera alcanzaba para irse a fila’ e mariche.
Los ojos ámbar de Landsby no supe cómo silbaban la canción Yellow Submarine. A veces las circunstancias las recuerdo en colores, o asociaciones musicales o ambas cosas a la vez. Su mirada sonaba Beatles si eso tiene algún sentido. Las despedidas son despiadadas y se me ocurría captar en la memoria trozos de su piel que era como un chaleco de cuero y resbalosa como pista de patinaje y en noche de luna relucía como un can de neón refulgente pero nada fue comparable con su afecto que sentimos en las vibras, en cada gemir y nunca ladrar. Era casi una consentida niñita pequeña. Provocaba ir a morderla. Cuando el amo muerde al perro y no al revés.
Y era tan dichosa todo el tiempo que nos enseñó un principio sagrado de los seres vivos que es estar agradecido por la vida cosa que tardas la existencia entera en cultivar pero pocas veces acabas por conseguir. Magoo volaba a Madrid-Londres, y yo intentaba volver a mi hogar en Los Palos Grandes, justo el día de ellos partir de viaje.
No recuerdo cómo pasó, pero me quedé en la casa de las lomas esa noche sin haber dicho a nadie que iba para allá. Mala apuesta. De broma me cuesta la vida, una que esquiva, caprichosa e impertinentemente breve, tenía todo por ver, hacer y perder. Los valientes te dicen con los actos que ganar es una ilusión pero perder es un hecho categórico al final de la vida que nos muestra lo valioso de estar vivo. Es la magia que aun nadie puede explicar a cabalidad cómo se originó. Hay aproximaciones, hipótesis, teorías pero es todo un misterio de la dimensión desconocida el multiverso intergaláctico. Y la infinitud del cosmos.
Total que llegué al portón crema sin saber que se había contratado un guachimán de acuerdo a que la residencia quedaba sin resguardo a menoscabo de sus habitantes. Corrí la puerta derecha y entré cruzando el estacionamiento para acceder lateralmente por el cuarto de las bombonas de gas. Allí mismo donde habitaban aparcadas las dos motos 250 Yamaha enduro de los dos Carlos, mi primo Carlitos y mi hermano Charlie pero esa es otra historia.
Despacio abrí una reja de acceso a la zona de servicio de la casa que me extraño ver que estaba abierta. Me puso nervioso porque pensé en el hampa. En la casa sólo debía estar los criados como parte de la familia- los caliches Elpidia y Francisco -un Negrón de 1,85 m capaz de cargarse el mundo como cárdeno Atlas griego y su mujer, un ama de casa como la doméstica con pañuelo que aparece en las etiquetas de la caja de panquecas Aunt Jemima.
No oí nada ni a nadie en el momento y di unos pasos como si fuera el invasor a una casa ajena. Preste oído a la puerta del cuarto de servicio, tampoco escuche nada. Entonces confiado me dirigí a la escalera secundaria que subía hasta los cuartos desde la dependencia auxiliar de la casa. De pronto escuché una persona bajando esa misma escalera con sigilo y pensé lo mismo que el vigilante ¡es un ladrón! Ambos nos pusimos agachados a la espera de saltar uno sobre otro al menor descuido.
El celador cargó el arma y creo que los dos nos asustamos bastante pues uno debía tomar la decisión de disparar, y el otro ver cómo hacía para caerle al hampón y noquearlo, pero de pronto brilló pistola y placa entre la penumbra de la noche de luna llena. Me salvó la campana cuando se me ocurrió identificarme con las manos en alto como si me estuviera entregando a las autoridades sin oponer resistencia. El cuidador aliviado preguntó si era de la familia y por favor que entregara mi cedula, cosa que hice y la paz y el pulso volvió a la calma y a los corazones. Esa noche la casa sola era como un museo fantasmagórico. Aun así dormí solo sin nuestro Landsby pero no me dolió tanto como no estar con mi compañero de jaripeos, el pesimista cegatón, mí amado primo-hermano Magoo.
- Jim Mora y los Calzados de Plataforma
Me devolví cabizbajo y meditabundo a mi residencia en la Urb. Los Palos Grandes. Una mezcolanza de desconsuelo, coraje, y ardor precedía mi bajada a la curva del demonio. En bajada serpenteante ahora, era más bien la curva del cielo; sin embargo la sensación era calorífica y nada aconsejable. Un convite para deprimir al más pintado y peor si se trata del adolescente más perdido que el hijo de Lindbergh. La bajada fue trayéndome a una realidad aparte. Una sensación no ordinaria. Los indios y brujos yaquis hablan de tonal (o la razón) y del nagual (o la voluntad). Dos estados de conciencia divisibles pero convivientes.
Solo los maestros como el viejo Don Juan o Don Genaro eran capaces de ir y venir del nagual sin residuo o quebranto de tonal. Sin preparación, dicen los maestros, pierdes la razón y enloqueces. Es como si un vidrio de la personalidad se astillara sin arreglo posible. Iba pensando en ello y de pronto ya estaba abajo. Me asuste porque no recuerdo cómo fue que aparecí en un instante a la avenida principal del Cafetal para tomar el metro bus para la vuelta a mi hogar. Si recuerdo que estaba nublado y hacía pacheco. Me puse mi americana y espere el autobús pensando en Landsby y Magoo, cada uno en un vuelo íntimo hacia mí.
Sobre la avenida principal pude ver que se aproximaba un personaje frecuente por la zona del Cafetal, difícil de describir pero imposible de olvidar. Llegaba tarde a despedirse de Magoo por su viaje de asueto de Semana Santa. No sabría cómo describirlo sin usar las comiquitas de base. Jim saludo con su característico ¡épale! Y acto seguido la risita forzada como si no tuviera ganas o le diera vergüenza, cosa difícil de creer conociendo al personaje. Jim tenía una capacidad enorme (sin notarlo) de existir en su planeta intrínseco totalmente a gusto. Por supuesto, la masa de este planeta lo miraba como un loco, y lo sabía sin aparente reproche por esa ley invisible de la crítica a la diferencia del común denominador.
Jim fue el rey del anti común, pues la forma extravagante era parte de su carácter de locuaz sin reparación. Un tipo incapaz de eliminar una mosca, vivió como alienígena en su propio planeta. Ese día, como siempre que lo veía acarreaba el cabello rizado. Decir que era cabello de niche, era no hacer justicia con su melena. Parecía una jungla encantada de una película de fantasía. Semejaban ramas secas oscuras o troncos finos que enroscaban de tal forma que era cuasi imposible la permeabilidad y/o el lixiviado. Solo dios sabe qué clase de criaturas innombrables, microorganismos patógenos, virus, bacterias e incluso fauna y flora aun sin clasificar por los taxónomos habita la superficie de su cuero cabelludo alienígena.
Por otro lado, tenía dos bultos a los lados de la cabeza, justo en los parietales sobre las orejas mínimas, que apenas asomaban una pequeña fracción del lóbulo como la punta de un iceberg. Además el pelo rizo, chicha, contrastaba con su piel de Ku Kux Clan o de nalga de monja, blanca rayando en lo albino. Sus labios pequeños daban la impresión de pérdida disociada de la personalidad. Era imposible no notarlo caminar. Marchaba como si montara en zancos o en suecos. Al fin un día descubrimos qué sucedía y porqué su caminar chueco.
El pana Jim sufría de múltiples complejos que asolapa a su manera única. Tanto Jim como yo teníamos estaturas bajas de 1.71 m para el promedio de la época 1.80 y ahora más. Salimos de paseo al parquecito, esa vez uno que enlazaba con la zona de Chuao, cerca de la primera oficina del Dr. Hoffman, dueño de un consultorio y de la Hacienda la Concepción, famosa por ser una SPA de la High Society, cosa que no es ningún pecado. Al pasar la reja-portón de acceso al parquecito, Jim se tropezó y se fue al piso como si saltara a una piscina de cemento en una competencia 50 m estilo libre o crol, como se le dice en el argot del deporte reina, la natación y sus 4 estilos, pecho, espalda, mariposa, crol o libre…sabemos ya que el deporte rey, es el fútbol.
Los zapatos de Jim salieron volando por el aire y le pasaron por encima de la cabeza junto a un par de calcetines envueltos al estilo huevo de tela. No entendí en ese momento ¿cómo podían salir volando las calcetas y sin embargo tener medias puestas?, además Jim gustaba de calcetas extravagantes coloridas a rayas o con motivos extraños. Era un misterio ese deleite que se daba y suministraba a sus pies. Por supuesto nos recordamos del amigo Luis cuando se desbarrancó en la Piedra del Mal en aquello días de excursión al Ávila. (Ver (https://www.costadelsolfm.org/2022/02/14/marco-antonio-faillace-las-casas-de-las-palmas-floridas/) (https://www.costadelsolfm.org/2022/02/14/marco-antonio-faillace-las-casas-de-las-palmas-floridas-ii/)
(https://www.elimpulso.com/2022/02/07/opinion-las-casas-de-las-palmas-floridas-parte-i-7feb/)
(https://www.elimpulso.com/2022/02/14/opinion-las-casas-de-las-palmas-floridas-parte-ii-14feb/)
Luego cuando los raspones del codo y las rodillas empezaron a arder, le pregunté por el fenómeno. Resulta que Jim se plantaba medias a modo de horma dentro de cada uno de los zapatos para subir de estatura. Eran sus plataformas ochenteras de la época puesto en unos calzados deformados por las medias y un caminar chueco al estilo borracho seco. Es el característico embriagado que no bebe. Solo se tambaleaba al andar sobre un par de medias haciendo equilibrio buena parte del tiempo. Una gigantesca chifladura made in planet Jim.
Al fin se hizo tarde y cada uno se fue a casa cayendo el ocaso. Montado en el metro pensaba en Magoo viajando a tierras de Colón y Shakespeare mientras me perdía en tierras de los Amos del Valle. En lo absorto y adentro de la colina sombría del destierro, aulló todo mi lobo estepario sobre el chacal silencio de las sombras y la confusión…
MAFC