Cada vez que leo a Homero, a Dante, García Márquez, Cervantes, Goethe, Shakespeare o Coetzee, en cada una de sus obras y argumentos encuentro algo diferente en que pensar. En ellas se encuentra la definición del alma del hombre, de sus circunstancias, de sus sueños, sus virtudes y defectos, de lo que puede hacer, ganar, perder y aspirar, de lo lógico y lo absurdo que envuelven su vida.
De vez en cuando traemos a la memoria como aurora rediviva las historia de estos u otros autores que siguen vivos en sus libros, aunque ya ellos estén durmiendo su sueño eterno en paz, bajo el mármol frío del silencio. Sus personajes creados siguen viviendo en la selva de sus sueños, continuadores y fortalecedores de la roca dura y fuerte donde formaron aquellos cóndores literarios su nido inmortal.
Dentro del “Fausto” de Goethe se ve retratada la parte humana del hombre, sus escrúpulos, sus devaneos, sus dudas tormentosas, el demonio y el infierno que intimidan, las sombras y el espanto que deja en los demás. Se puede ver igual la huida del alma de Fausto y de todo el encanto de su vida. Es el remordimiento de toda su maldad lo que lo lleva a recapacitar cuando ya no hay posibilidad de enmienda. Estos escritores han sabido desnudar el alma del hombre en sus obras, haciendo de sus plumas el suavizante del horror y combates que libra el corazón ante el ímpetu de sus pasiones. Goethe todo lo vestía de poesía, se puede apreciar como nota fundamental única de su vida el amor y la pasión. A él debemos “La teoría de los colores“, su obra más gloriosa y grande es “El Fausto”, novela epopéyica y filosófica totalmente desarrollada en forma de diálogo.
Homero como maestro fue elevado al supremo grado. En sus poemas se aprecia la asombrosa sencillez que emplea en sus comparaciones, comparaciones que aunque pareciera llegaran a la vulgaridad terminan subiendo siempre al pináculo de la poesía. Todo lo que hacen este tipo de escritores lo hacen inspirados en su genio, que es lo que marca su rumbo hacia la inmortalidad.
Dante desahoga su amor por Beatriz y toda su alma en la “Divina Comedia”, obra que ciñó sus sienes con la aureola grande de los inteligentes.
Las emociones, tentaciones y lujuria llevan a Fausto a cometer las peores y más bajas acciones. En “El Fausto” se pueden apreciar claramente las caídas del hombre y sus grandes errores, convencido de que sus crueldades y actos carnales no le traería consecuencias y sí la misericordia divina que le otorgaría el perdón. Las obras de Goethe se aproximan a la escuela de Shakespeare, las dos pertenecen al pensamiento libre sin normas, sin ataduras ni imposiciones.
El hombre se asoma con sus actos a las profundidades del cielo y los abismos, fondo este en el que sus pasiones perturban su alma y su vida cuando ya no hay vuelta atrás.
Qué buena tu reflexión Rubén Darío que haces del hombre que cae y cae sin terminar de aprender que el pecado tienta con sus frescos racimos y sus fúnebres ramos…
Hay autores que se dedican a evocar e interpretar la naturaleza, hay otros que se dedican a definir con letras o en lienzos las luchas y pasiones del hombre.
Qué grato sería dar campo abierto a las bellezas del corazón que atesora el hombre, y poder encerrar en el ánfora de un verso igual sus bondades como sus íntimas querellas…
Busque usted y encontrará aventuras fascinantes dentro de las páginas de un buen libro.
Amanda N. de Victoria