Dijo la psicópata “No soy cínica, soy clínica.”
Keira Knightley
Érase una vez que en una aldea lejana se conocieron La Borracha y El Coronel Psicópata, donde éste último había obtenido gracias al prestigio del Rey la administración de aquel poblado. La Borracha blandía estandartes de honradez cuando era toda una histriónica en el arte del engaño, el fraude y la mentira y El Coronel Psicópata pasó a ser su ilícito consorte al haber demostrado sus cualidades de ladrón, estafador, corrupto, mentiroso, es decir, tal para cual, justo las credenciales que requería La Borracha para hacerse de fortunas a costa de las necesidades de la gente desprevenida de esa región.
Habían nacido el uno para el otro, por lo menos así lo expresaba La Borracha que obtenía de El Coronel Psicópata llenar su vida frívola y superficial, a la vez de fingir haber encontrado el verdadero amor al percatarse de que estaba siendo utilizada por un hombre sin escrúpulos, un chulo por cuya psicopatía la mantenía embriagada y conectada a su propia psicopatía que también padecía.
Pero no se engaña a quien se sabe engañado, por lo que La Borracha se hacía la imbécil y le sacaba el máximo provecho a la relación, de modo que no se sabía a ciencia cierta quién utilizaba a quién. Lo cierto es que todos estaban siendo burlados por estos dos timadores y el dinero producto de ilicitudes y criminalidades llenaba los bolsillos de La Borracha y El Coronel Psicópata, que hacían sus negocios sucios y el pueblo se mantenía aguardando justicia. Una aldea estancada en el Medioevo sólo veía surgir a La Borracha y a El Coronel Psicópata, quienes lo primero que hicieron al saborear el lado oscuro del poder, fue acumular fortunas , hacerse construir palacetes y aprovisionarse de nuevas caballerizas y carruajes para desfilar en aquel territorio como los potentados, burlándose de la buena fe de los lugareños. Mientras paralelamente los monos voladores se hartaban de riquezas también mal habidas.
La Borracha una cortesana, El Coronel Psicópata un parásito, ambos se entregaron al desenfreno y a la corrupción y eran conocidos como «los nuevos ricos», o “las pestilencias”, ambos enmascarados con la engañosa cubierta de un malévolo libro cuya apariencia nada dice de su putrefacto contenido pero que al ser abierto, su fétida y nauseabunda hediondez lo pone en evidencia como una obra del propio Satanás. La Borracha constituía para El Coronel Psicópata lo que el íncubo para el súcubo y encubiertos en un discurso de fachada, se regodean de la facilidad con la que creen están engañando al pueblo, que todos les creen cuando abren sus bocas de las que sólo salen mentiras, porque astutamente dicen lo que la gente quiere oír o lo que la gente espera oír aun cuando no sea verdad.
Lo cierto es que la mayor desgracia que pudo haberle tocado a ese poblado, fue haber caído en manos de La Borracha y El Coronel Psicópata quienes mañosamente y llenos de vicios hacen lo que les viene en ganas sin respetar ningún decreto real.
Si bien estos episodios son arrancados de la imaginación para la Europa del Siglo XI, supóngase por un instante que en este siglo XXI, donde impera la alta tecnología, donde por efecto de la globalización todo se sabe al instante, pudiera existir en alguna parte del mundo una aldea que no despegue hacia la honestidad y se mantenga en el oscurantismo administrativo o en el silencio que impone el miedo porque la corrupción se haya apoderado de los destinos y del futuro.
Por corrupción a nivel de las organizaciones especialmente en las públicas, es la práctica por parte de las autoridades de la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho personal, sea económico o de otra índole, mientras que por cinismo se entiende la desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones punibles, la realización de actos deshonestos, obscenidad descarada y grosera.
La corrupción y el cinismo se han constituido en el binomio para depredar los dineros públicos, en la uña y el sucio, en La Borracha y El Coronel Psicópata y son el uno muy consentido del otro.
Entre La Borracha y El Coronel Psicópata, entiéndase la corrupción y el cinismo o el cinismo y la corrupción (es indiferente el desorden) se produjo amor a primera trampa. Atendiendo al género y utilizando la metáfora como recurso literario podemos comparar la corrupción con Babilonia la Grande y al Cinismo con Satanás o un parásito.
Aunque a los fines de este artículo el sexo es indistinto. Según las Santas Escrituras Babilonia la Grande está representada por una mujer con la cual los hombres de poder han tenido negociaciones sucias, es la madre de las abominaciones. Pero, ¿Cómo podemos saber con seguridad lo que Babilonia la Grande representa? De acuerdo al ángel que le dio la revelación al apóstol Juan, lo descubriremos si usamos nuestra inteligencia con sabiduría. Después de decirle a Juan que él le revelaría el misterio de la mujer montada sobre la bestia de siete cabezas, el ángel dijo: «Aquí es donde entra la inteligencia que tiene sabiduría: Las siete cabezas significan siete montañas, sobre las cuales se sienta la mujer. Y hay siete reyes. Cinco han caído, uno es, el otro aún no ha llegado, pero cuando llegue tiene que permanecer un corto periodo de tiempo.» (Revelación 17:9)
Al parásito El Coronel Psicópata podemos compararlo con Satanás o Satán, nombre dado en la Biblia al poder infernal, a veces personificado, que se opone a Dios y a la liberación de los seres humanos. Aparece citado por primera vez en el Libro de Job y con este nombre se le menciona en el Nuevo Testamento, donde se le denomina también «príncipe de este mundo». Puede decirse que es una persona muy astuta, sagaz y hábil para conseguir lo que se propone. El padre de las mentiras o el maligno tentador, se presenta como la corrupción concibe sus deseos terrenos y así como perversa serpiente, le muestra y le ofrece lo que sabe que es capaz de satisfacer su avaricia y codicia.
Con esta comparación Bíblica pretendo insuflar ánimo a los funcionarios y funcionarias honestos y decentes que saben y tienen muy claro su función como servidores públicos para provecho de su país y dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Pero también sacudirles la conciencia a los cínicos y corruptos, que justifican descaradamente lo que es inaceptable y de aquellos profesionales que se prestan para ayudarles a violar la ley y a cometer fraude para que se enriquezcan a costillas de los bienes públicos o de la vuelta ilícita que hacen de aquellos y son usados ex profeso como tontos útiles. Y los monos voladores, los monos jalabolas, la tropa de los necios, los tenientes del El Coronel Psicópata son iguales reos de los delitos que le ayudan a cometer.
Tengamos presente que El Coronel Psicópata es un licántropo, y su cinismo es su característica.
«El verdadero cínico, el cínico de nacimiento, sólo reconoce la fidelidad a sí mismo».
Pedro Juan Gutiérrez
Crisanto Gregorio León