Según una investigación publicada en la Revista SIC, migrantes forzados y refugiados waraos que se encuentran en el abrigo Pintolandia, en Boa Vista, Brasil, denunciaron que agentes de la Operação Acolhida (Operación Bienvenida) los desalojaron a otro centro.
Un líder indígena de los waraos en Pintolandia, quien pidió reservar su identidad, aseguró que el 15 de marzo de 2022 desalojaron a 308 indígenas waraos y los reubicaron en el abrigo Warao a Tuaranoko, antiguo Rondón III, en la zona sur de la ciudad de Boa Vista, Brasil, donde se estima que vivirán hasta 1.500 personas como parte del proceso de reunificación de los albergues indígenas Nova Canaã, Tancredo Neves y Pintolandia.
«Nosotros no estamos acostumbrados a esto, vivimos en comunidades pequeñas de entre 80 y 100 personas», afirmó el líder indígena, que tuvo que huir de su comunidad Narunoko II, en el municipio Antonio Díaz del estado Delta Amacuro, por la emergencia humanitaria que atraviesa Venezuela.
De acuerdo con la Revista SIC, 262 indígenas, entre adultos y niños, se encontraban resistiendo dentro del albergue Pintolandia, bajo la advertencia de que hasta el 31 de marzo de 2022 recibirían asistencia humanitaria por parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Operação Acolhida, y de que después de esa fecha habrá un retiro de las carpas que sirven como refugio.
No obstante, estos servicios que incluyen alimentación, electricidad y agua potable, también han estado rodeados de denuncias: «Durante tres o cuatro años han comido lo mismo, arroz con pollo, a veces frío, otras veces dañado. Esto impacta la salud del indígena», aseguró el defensor de su pueblo indígena en Brasil.
«Hemos recibido amenazas físicas, verbales y psicológicas por parte de ACNUR y el Ejército brasilero», agregó la fuente que brindó declaraciones a la Revista SIC.
El 17 de marzo de 2022 el Ejército brasilero entró a Pintolandia, golpeó a un warao de 35 años –actualmente hospitalizado y en estado de gravedad por complicaciones con malaria y neumonía– y cortó con un cuchillo las hamacas.
«Nosotros nos asustamos, los niños, las mujeres. ACNUR también llegaba y amenazaba, ‘si no salen, la policía va a llegar y los va a agredir a ustedes'», denunció el indígena. El Consejo Indigenista de Roraima publicó algunas fotografías que evidencian esta acción.
En un video difundido por los indígenas waraos, el 24 de marzo de 2022, agentes de la Operação Acolhida aparecen desarmando una vivienda tradicional construida por los waraos en el albergue Pintolandia para «hacer sus bailes, cantos y tradiciones». Alrededor varios niños y niñas indígenas observan mientras las palmas secas caen sobre la tierra.
Los waraos que no quieren abandonar Pintolandia argumentan que ya tienen seis años viviendo en ese lugar y que sus hijos no podrían asistir al colegio, ya que el otro albergue queda a mayor distancia de los plateles educativos y no les están garantizando un transporte escolar.
«Desde Pintolandia, la escuela queda a ocho minutos en bicicleta, desde Rondón III serían más de 25 minutos, es muy lejos, y se alteraría toda nuestra rutina», explicó el líder indígena.
En la publicación de la Revista SIC se hace énfasis en que el acceso al sistema educativo para los indígenas en Brasil ha sido muy difícil, por eso a los waraos les preocupa que ahora puedan perder su cupo en estas instituciones.
Otra de las razones que comparten los indígenas es que el nuevo albergue se encuentra en una zona muy peligrosa, en la que ocurren violaciones, distribución de drogas, asesinatos, robos, e incluso, hace unos meses encontraron a un indígena warao muerto.
En Rondón III hay otro albergue donde viven migrantes forzados y refugiados venezolanos no indígenas, lo cual genera temores entre los indígenas, quienes dicen que no quieren estar cerca de los criollos por su comportamiento.
En este sentido, la Asociación Brasilera de Antropología ha emitido un comunicado, el 21 de marzo de 2022, donde resaltan con preocupación que «los agentes de la Operação Acolhida han tratado sistemáticamente bajo el mismo rubro a grupos social y culturalmente muy diferentes entre sí, sin tomar en cuenta que la convivencia entre venezolanos indígenas y no indígenas ha estado históricamente marcada por conflictos y episodios de violencia».
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