Cuando escuches un largo escándalo de aves como las guacharacas, no su bullicio habitual, sino algo aún más escandaloso, es muy probable que el águila tirana esté cazando a una de ellas.
Y es que a pesar de tener menor tamaño que otras águilas, la tirana es implacable a la hora de buscar alimento. Las posibles presas tiemblan, pues, como toda una dictadora, acapara las alturas mientras se anuncia con su inconfundible canto agudo y penetrante.
Tiene un plumaje negro con variaciones tonales y diferentes patrones en sus alas, además de una coloración blanca moteada en diferentes partes de cuerpo.
Unas características distintivas de la tirana, son las cuatro rayas color gris-violeta que se le ve en las plumas de la cola, así como la línea blanca que tiene por encima de sus ojos.
Es una especie asociada a hábitats abiertos. Algunos expertos sugieren que necesita extensiones amplías de bosques.
La hembra es más grande que el macho, un rasgo que comparte con otras águilas. Esa diferencia la ayuda a variar las presas por lo que no compiten entre géneros para alimentarse.
Construye su nido alrededor de los 15 metros de altura. Y, aunque se cree que prefieren los pinos para anidar, se han visto estas grandes construcciones (más de 1.5m de diámetro) en variedad de árboles.
Las hembras incuban, pero ambos padres cuidan y alimentan a los polluelos.
Las crías tienen un largo período de dependencia, lo que permite a los adultos anidar normalmente solo cada dos o tres años.
La tirana madura sexualmente hasta el segundo año de vida y su longevidad en la naturaleza alcanza los 6 años.
Es una excelente planeadora a grandes alturas. Puede verse solitaria o en pareja mientras sobrevuela cerca de áreas arboladas en espacios abiertos y zonas boscosas.
