#OPINIÓN Un mundo sin ley #6Abr

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Buscando temas para estas notas, recordé algunas clases que recibí en el ya muy lejano pre-grado. Estudié los cinco años, en la Universidad Católica “Andrés Bello” y lógicamente  había allí, una clara posición hacia las normas de la Fe Católica. Recibí clases de Introducción al Derecho del recordado sacerdote jesuita Luis María Olaso.  Explicaba Olaso, sobre  la importancia de las instituciones, entre ellas la ley y los Poderes Públicos, que vigilan su cumplimiento, la necesidad de resguardarlas y protegerlas. Una sociedad sin ley, decía Olaso, difícilmente funcionará. Llega a decir Santo Tomás de Aquino, según el padre Olaso, que una sociedad injusta puede subsistir, con todo lo indeseable que sea esta situación, pero que una sociedad sin orden, es decir, sin ley, no puede subsistir. Habría un absolutismo que conduciría al caos y la a anarquía.

Hace pocos días me llegó un video contentivo de las declaraciones de un connotado personaje del régimen, en el cual denuncia que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) “es un desastre” decía esa persona, como si él no fuera nada responsable de todo lo que ha sucedido en esa institución. Según el criterio de dicho personaje, en el TSJ actual no existen 32 magistrados, como lo contempla ley vigente, si no 34 magistrados, pues dos de esos magistrados, que no lo son, toman las decisiones que le corresponde a los jueces. Me imagino en Barquisimeto, a los doctores Ramiro Montesinos, Rosell, Aguiar, Rosa Isabel Sequera, Pablo Chiossone, etc,  por mencionar solo a los jueces de la materia penal que  el ilegítimo diputado menciona, decidiendo lo que funcionarios desde Caracas, le dijeran o les instruyeran. Inconcebible que eso hubiera ocurrido en la jurisdicción penal, pero también en la civil, mercantil, laboral, contenciosa administrativa o cualquier otra. La Historia nos recuerda el caso del rey Enrique VIII de Inglaterra, quien deseoso de obtener la nulidad de su matrimonio, porque su legítima esposa Catalina de Aragón, no le concedió un heredero varón y por su enamoramiento con Ana Bolena,  produjo un grave conflicto entre el Reino Unido y la Iglesia Católica y por supuesto con el Papa, quien se negó a conceder la nulidad de ese matrimonio. La Iglesia Católica se dividió y nació la Iglesia Anglicana,  Enrique VIII rompió toda relación con el Papado.  En ese conflicto, aparece la figura de Tomás Moro (hoy mártir y patrono de los cristianos que se dediquen a la política) quien en virtud de la confianza que le tenía, fue consultado por el rey, sobre la nulidad de su matrimonio. Santo Tomás Moro fue fiel a su Fe y fiel a la ley que regía la materia. Él sabía que una opinión desfavorable a los deseos del rey, lo llevaría a la cárcel y muy probablemente a la muerte y así fue. Moro murió mártir, fue decapitado y hoy es santo de la Iglesia Católica a la que fue fiel y admirado en Inglaterra por su arrojo y valentía. Santo Tomás Moro ha sido un gran ejemplo de dignidad, coherencia, apego a la ley, por encima de toda amistad, conveniencia personal o grupal. Todo lo que está sucediendo, obliga a formar a hombres y reafirmar que solo la verdad nos hará libres. Mis profesores del antes citado pre-grado, siempre me felicitaban por ser barquisimetano y vivir en esta querida ciudad. Me decían, el mejor poder judicial del país, es el de Barquisimeto. Parece que eso se agotó.

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Joel Rodríguez Ramos

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