El papa pidió este domingo por el fin de la guerra y ayuda para los refugiados #3Abr

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El papa Francisco rezó este domingo por el fin de la “sacrílega” guerra en Ucrania y para que el mundo muestre bondad y compasión a los refugiados, al final de una visita de dos días a Malta dominada por su preocupación por los efectos devastadores de la invasión rusa.

Aunque corto, el viaje ha sido especialmente exigente para el pontífice, de 85 años, que sufre dolores por una distensión en los ligamentos de la rodilla derecha. Este domingo tuvo problemas en varias ocasiones para levantarse de la silla, y su cojera por la ciática era tan pronunciada que a menudo tuvo que aferrar el brazo de un asistente.

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Francisco comenzó su segundo y último día en Malta con una visita a la Gruta de San Pablo en Rabat, donde se quedó el apóstol Pablo tras naufragar en su viaje a Roma en el año 60 después de Cristo. Según un descripción bíblica del episodio, los malteses le mostraron una amabilidad inusual a Pablo, que respondió predicando y sanando y llevó la cristiandad a las islas.

Francisco ha aprovechado su visita de dos días para hacer hincapié en su petición de que Europea muestre a migrantes y refugiados el mismo el recibimiento que los malteses brindaron a san Pablo. Francisco ha expandido ese mensaje para agradecer la bienvenida que ha mostrado Europa a los refugiados que huyen de la guerra rusa y su esperanza de que esa misma generosidad pueda extenderse a otros.

“Nadie conocía sus nombres, su lugar de nacimiento o su situación social, sólo sabían una cosa: que estas personas necesitaban ayuda”, dijo Francisco en una plegaria en la cueva. “Ayúdenos a reconocer desde lejos a los necesitados, que en su lucha contra las olas del mar se ven arrojados contra los arrecifes de orillas desconocidas”.

En la actualidad, Malta está en el centro de un debate europeo sobre la política de refugiados. El país de medio millón de personas recibe críticas frecuentes de grupos humanitarios porque se niega a permitir que los barcos de rescate amarren en sus puertos. El gobierno alega que tiene una de las tasas más altas de la UE en procesar solicitudes iniciales de asilo en relación a su población, y que países más grandes del continente deben hacer más por asumir la carga.

Precisamente esta semana, un grupo humanitario alemán instó a Malta a recibir a 106 migrantes rescatados cerca de Libia. Malta puso objeciones y el sábado el alcalde de Palermo, en Sicilia, dijo que su ciudad estaba dispuesta a recibirlos.

A su llegada a Valletta el sábado, Francisco dio las gracias a Malta por su recibimiento a los recién llegados y criticó la política de la Unión Europea de entrenar a guardacostas libios para que devuelvan a la orilla a migrantes que intentan llegar a Europa de forma irregular. Grupos de derechos humanos han documentado graves abusos en los centros de detención libios donde se ven retenidos los migrantes devueltos a la costa.

“Los países civilizados no pueden autorizar por interés propio acuerdos sórdidos con criminales que esclavizan a otros seres humanos”, dijo Francisco.

Francisco completaba su visita con una misa al aire libre en Valletta y una visita vespertina a un refugio gestionado por voluntarios que puede alojar a unos 50 migrantes y les presta servicios médicos y educativos. La mayoría de sus ocupantes actuales procede de Somalia, Eritrea y Sudán, llegados tras una peligrosa travesía mediterránea desde Libia.

Al final de la misa, Francisco pidió oraciones por la paz en Ucrania, al día siguiente de tachar la invasión rusa de “infantil” y basada en “reclamaciones anacrónicas de intereses nacionales”.

Instó a los fieles a “pensar en la tragedia humanitaria que se está produciendo en la martirizada Ucrania, que sigue siendo bombardeada en esta guerra sacrílega. Que sean incansables en la oración y en ofrecer ayuda a los que sufren”.

La misa reunió a unas 20.000 personas, muchas de ellas con banderas blancas y amarillas del Vaticano y unas pocas ucranianas. El papa recorrió el campo en Floriana en su papamóvil, sentado en lugar de quedarse en pie para saludar.

Entre los asistentes a la misa estaba Alina Shcherbyna, una ucraniana de 25 años que llegó a Malta hace apenas una semana tras huir de su hogar bombardeado en Dnipro. Dejó atrás a sus padres, que son médicos y tuvieron que quedarse.

Ella era cristiana ortodoxa y dijo que había acudido a la misa para acompañar a la familia maltesa que la ha acogido después de un viaje sola en tren y autobús que la llevó a Polonia, Alemania y Holanda antes de volar a Malta por recomendación de una amiga. Shcherbyna, que llevaba banderas de Ucrania y el Vaticano, dijo que quería pedir al papa y al mundo que rezaran por Ucrania, y que no podía creer lo que había ocurrido en cuestión de semanas.

“En la escuela estudiamos mucho sobre la II Guerra Mundial, sobre refugios antibombas y sobre este desastre, y creíamos que era imposible en el presente”, dijo. “Creímos que se había terminado en 1945 y eso era todo. Pero ahora, es demoledor para todos nosotros”.

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