Es incierto que durante la gestión de Nicolás Maduro, como llegó a decir el ministro Wilmar Castro Soteldo, Venezuela haya producido anualmente 3 millones 800 mil quintales de café y, por tanto, se registrará un excedente de 1 millón 116 mil quintales, porque la producción se ha venido en picada en los últimos 24 años.
Al respecto, al ser entrevistado por Elimpulso.com, Maximiliano Pérez, presidente de la Federación Nacional de Caficultores de Venezuela, señaló que el cultivo del mencionado grano, tradicionalmente, ha estado en manos de familias y el número de éstas, para 1998, llegaba a 85 mil, pero al presente año escasamente es de 8.000.
En aquel año, de acuerdo a las cifras del Fondo Nacional de Café, se registraron 24 millones 300 mil jornales, de los cuales 18 millones correspondían a las familias. O sea que la obra de mano era mayoritariamente familiar. De la cadena de distribución se ocupaban los particulares.
Ha bajado tanto la producción en los últimos años que el Sindicato Nacional pegó el grito al cielo porque el 94, 2 por ciento del consumo era importado. En otras palabras, apenas se estaba produciendo el 5,8 por ciento de lo que requería la población venezolana.
Nuestra Federación, en 2010, con el apoyo de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), mediante un meticuloso estudio, demostró que no se cubrían los gastos de producción y, en consecuencia, ya el cultivo dejaba de interesarle a las familias cultivadoras del rubro.
Es por ello que extraña la celebración de una feria de café en Iribarren, porque da tristeza recordar que la Paca Río Claro, parroquia Juares, en 1998 producía 150 mil quintales y para el 2018 tan solo produjera 20 mil quintales.
Derroche y corrupción
No ha habido una verdadera política del café, asienta Pérez. Cuando al comienzo de su gobierno, el presidente Hugo Chávez estuvo en la 14 Brigada, apoyándome en la su entonces esposa Marisabel Rodríguez de Chávez, le dije que en Alemania estaban procesando el grano de nuestro país para la venta del Café Venezuela, que era de tan buena calidad que le hacían una formidable publicidad en Europa. El mandatario se mostró entusiasmado y prometió ayudar a los caficultores venezolanos.
Pero, su intención fue vana. Destino 554 millardos de bolívares al Plan Bolívar 2000 con el fin de impulsar la caficultura, pero todavía se desconoce el destino que tuvieron esos recursos.
En uno de sus programas “Aló presidente», habló con una mujer de Guarico, parroquia de Morán, que formaba parte de una cooperativa de 32 personas, quienes producían 36 quintales y les dio 12 camiones para que los distribuyeran. Insólito.
En el 2008-2009, dispuso de más de 5 millones para una fiesta en los Estados Unidos con el propósito de vender café venezolano en las estaciones de servicio que tenía Citgo.
La Federación ha pedido públicamente que el Ministerio Público investigue la forma en que se ha utilizado el dinero de los diferentes planes nacionales de café que ha tenido este gobierno, desde el año 2000 en adelante, porque existe la presunción de graves hechos de corrupción. Pero, nada se ha hecho.
Mentiras y exageraciones
Dentro de la política cafetalera se ha incurrido en muchas mentiras y exageraciones, que desfiguran la realidad, criticó Pérez. En televisión se habló de que se habían obtenido 120 quintales por hectárea, lo cual es imposible.
Si eso se pudiera lograr, Brasil, que tiene en explotación 1.700.000 hectáreas de café en terreno plano, podría cubrir totalmente el mercado mundial con 120 millones de sacos, cada uno de 60 kilogramos.
El maestro cafetalero Gaetano Minuta comentó que eso era igual que una vaca paridera de una sola vez 20 becerros, ya que la media es de 6 quintales de café por hectárea.
Dificultades y problemas
Producir café en Venezuela es costoso, manifestó el dirigente gremial. El 66 por ciento del costo se va en mano de obra, porque no puede mecanizarse el cultivo, ya que en Venezuela se siembra, generalmente, en pendiente el típico café arábigo, que es dulzón; y no el tipo robusta, que es brasileño y se produce en suelos planos, donde sí pueden funcionar los tractores y demás equipos.
A esa dificultad se añaden los problemas que tienen los trabajadores de nuestros campos, sobre todo por desnutrición y enfermedades, ya que carecen de atención médica.
Esta es la razón fundamental que ocasionó el mayor éxodo en el campo, a partir del 2002 y que se ha acrecentado después del 2013.
Los campesinos no sólo han venido a engrosar los sectores periféricos de las ciudades, sino también se han ido a países vecinos.
Es por esa situación que la mano de obra en el campo cada vez es insuficiente y, por otra parte, el contrabando de productos agrícolas desde fuera hacia Venezuela ha ocasionado un problema muy serio para los productores, incluyendo los dedicados al café.
