Su vida personal y artística está demarcada por la constante lucha contra esa poderosa maquinaria social que pretende negarle al hombre sus liberadores deseos por la felicidad, superación y triunfo. Es Patricio de Jesús Escalona el sencillo y silencioso pintor que no pasó inadvertido en esta vida, pues es el artífice de una significativa obra avalada por calificados conocedores del arte.
Socialmente Escalona proviene de un hogar obrero-campesino de lo cual siempre se sintió orgulloso al igual que el escritor francés Albert Camus quien también resaltaba esa condición. Las madres de ambos desempeñaron oficios caseros con la venta de su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. La suya, la señora Carmela, se esmeró en educarlo para que fuera alguien y buena gente en la vida.
Nacido en Barbacoas, municipio Morán en 1949 forma parte de la migración rural que se registra en el país durante el salto de una Venezuela tradicional a la contemporánea motivado en parte por la explotación petrolera que a más de uno entusiasmo en las ansias de mejorar el status socioeconómico. Es así como su familia se traslada a Barquisimeto para establecerse en el Barrio San Francisco el escenario de su infancia y juventud.
Movido por las inquietudes sociales y culturales en los años de la década de 1970, integra el “Grupo Cultural sin Fronteras”, un semillero de luchadores sociales, profesionales, deportistas y artistas en diversos quehaceres. Su vocación es la de la pintura que canaliza con su ingreso a la nueva Escuela de Artes Plásticas, donde se hace de las primeras armas teóricas y prácticas de la pintura.
En esencia Escalona es un pintor paisajista y figurativo que cultivo hasta sus últimos días lo cual lo acerca a la tradición plástica larense del paisajismo. Por lo que originalmente se adhiere a esta corriente con unos motivos en que resaltan los principios del buen dibujo, perspectiva y color aunque este último es el propio de un novato en su etapa primigenia en que todo es tentativo y empírico. También destaca como excelente retratista con dominio de la silueta humana que requiere la necesaria precisión. Por ende, sus formas y modalidades de pintar son las confesionales que lo condicionan como artista plástico.
En su evolución Escalona es motivado por el tema religioso que desarrolla en su última etapa. Es lo que denomina “Escenas Bíblicas”. Era un hombre de formación católica profundamente creyente en Dios que plasma en su obra. Practicante a toda prueba se despliega en labores de evangelización como integrante de la Legión de María en el oeste de Barquisimeto. En ese sentido el periodista cultural y poeta Ramón Rivas Sáez nos dice:
“… la religión atrapó sus ojos, como una especie de reencuentro con la tierra, con el misticismo que siempre acompañó su entrega al arte”.
Su indiscutible talento para la plástica se pone de manifiesto en el Salón Carmelo Fernández de San Felipe. Ese evento lo gana en la década de 1990 por decisión de un calificado jurado y no por conciliábulos de pasillos. Ese merecido premio vino a ser para su persona una pesadilla pues de inmediato se desata en su contra una campaña de hostigamiento por parte de un mediocre elemento del ambiente que lo descalifica y considera indigno de ese lauro artístico. La grandeza y talento de ese negrito suscitaba la envidia de los menos.
En Diciembre de 2001 le fallaron las fuerzas físicas como consecuencia de la leucemia. Le bastaron 52 años de existencia para forjar una portentosa obra pictórica extensiva a la enseñanza en distintas organizaciones culturales del estado Lara. Es el humilde pintor en la busca de Dios para alcanzar la necesaria misericordia que niega la maldad humana.
Freddy Torrealba Z.