Antes de la llegada de la pandemia a Venezuela, el sector de la educación ya venía padeciendo los embates de la emergencia humanitaria compleja. La escasez de alimentos y medicinas, la hiperinflación, las fallas recurrentes en los servicios básicos y una deserción estudiantil y docente sin precedentes, se fusionaron para incidir directamente en la formación de los estudiantes.
Después de 19 meses sin clases presenciales, el panorama de la educación en Venezuela a mediano y largo plazo no es nada alentador. Se sigue profundizando la brecha entre la educación pública y la privada, las condiciones salariales para los docentes no han mejorado y la generación de relevo está a punto de extinguirse.
A juicio del sociólogo y presidente de la Asamblea de Educación, Tulio Ramírez, la pandemia lo que hizo fue agudizar la situación del sector con el tema de la no presencialidad.
“Para 2019 se decía que estaban fuera del sistema educativo 3 millones de muchachos. Para esa época, la migración de venezolanos, entre ellos millones de maestros y profesores que salieron del país en busca de mejores condiciones de vida, era muy evidente”, aseguró el también doctor en Educación.
Ramírez afirmó que el año 2020 fue “un verdadero desastre”, porque en ese lapso los estudiantes no obtuvieron las competencias previstas para el grado que estaban cursando, por lo que fueron promovidos con una “pobreza de aprendizaje”.
Para 2021, Ramírez señaló que, a pesar de toda la “terrible situación» del primer año en pandemia, maestros y estudiantes se fueron ajustando a pesar de todas las precariedades, utilizando recursos tecnológicos alternativos. Aunque no hubo suspensión de actividades, la manera en que se facilitaron los contenidos, no fue la más idónea.
El sociólogo explicó que buena parte de los colegios privados mantuvieron una dinámica de inversión en plataformas, de motivación a los profesores para que continuaran en las instituciones, además que los alumnos de los colegios privados contaban con mayor acceso a las tecnologías e internet que estudiantes de sectores más vulnerables.
“Si antes ya había una brecha importante entre los estudiantes de colegios públicos y los estudiantes de colegios privados, la pandemia la hizo más profunda”, señaló Ramírez.
El reto es mayor
Antonieta Campos es madre de dos adolescentes que estudian tercer y cuarto año de bachillerato en un liceo ubicado en Petare, municipio Sucre. Asegura que sus hijos no han aprendido lo que deberían en materias como Física, Química y Matemáticas.
“Ellos no saben hacer operaciones numéricas que, en años anteriores, eran muy importantes para lograr graduarse de bachillerato. Me preocupa el hecho de que lleguen a la universidad sin saber los contenidos básicos que se imparten en el liceo ya que estos son muy importantes para la carrera que ellos quieren estudiar que es ingeniería”, dijo.
Sobre este punto, el asesor educativo y miembro de la Red de Madres, Padres y Representantes, Carlos Cedeño, explicó que ingenuamente muchos piensan que ya la tormenta pasó y que ahora después de dos años se volverá a la escuela y a la normalidad y “aquí no ha pasado nada”, pero no es así.
Sostiene que el esfuerzo que deben hacer ahora los docentes y las escuelas debe ser mayor al que se hizo cuando inició la pandemia.
“Nuestros niños dejaron de aprender muchas cosas durante todo ese periodo de tiempo que la escuela estuvo cerrada. Esta situación nos enfrenta con muchos estudiantes que no cumplen con los estándares que uno puede esperar en el mundo y no solo desde el punto de vista académico, también desde el punto de vista socioemocional”, afirmó.
Cedeño explicó que lo primero que debe hacerse es tener la claridad de cuál es la situación de los niños, tener un diagnóstico claro de cómo están desde el punto de vista social, emocional y académico.
“Tenemos que cuantificar cuáles han sido los daños durante estos dos años y partir de una planificación un poco más realista, hacer los ajustes correspondientes en cada caso”, dijo.
Sin generación de relevo
A la emergencia humanitaria compleja ahora se le suma el déficit de docentes y estudiantes por diversas razones que, básicamente, se reducen a la supervivencia, lo que ha traído como consecuencia que la carrera de la Educación sea una de las menos atractivas para los jóvenes venezolanos.
El pasado 24 de febrero se realizó el seminario “¿Quién educa en nuestras instituciones educativas?”, organizado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB),para explicar cómo ha aumentado la deserción de docentes al punto de que la generación de relevo está a punto de extinguirse.
Según cifras ofrecidas por la coordinadora de Educación para la Paz de Fe y Alegría, Luisa Pernalete, actualmente la deserción de docentes se ubica en 35 %.
En las cifras que presentó Pernalete, la matrícula de estudiantes en el Instituto Universitario Jesús Obrero disminuyó de 5.000 estudiantes en 2017 a 225 a finales de 2021.
Por su parte, Tulio Ramírez indicó que en la Universidad Metropolitana la merma de estudiantes fue de 86,2 % entre 2011 y 2019. En la Universidad Central de Venezuela bajó 65,6 % entre 2004 y 2010. En la Universidad Pedagógica Experimental Libertador cayó 73 % entre 2008 y 2020; mientras que en la Universidad Católica Andrés Bello la disminución es 65,7 % entre 2012 y 2022.
Cifras de la Federación Venezolana de Maestros (FVM) estiman que más de 100.000 docentes han abandonado el sistema educativo desde 2015.
La falta de maestros impacta significativamente en la dinámica escolar, pues sin maestros no hay clases.
Según cálculos de la Red de Observadores Escolares, un proyecto de monitoreo sobre el estado de los derechos educativos y la situación de las escuelas, alumnos y docentes en el marco de la pandemia de la COVID-19 Y realizado en una muestra de 72 escuelas ubicadas en seis estados del país, en 43,06 % de los centros de estudios supervisados faltan maestros. Entre 8 % y 15 % es el déficit de maestros en primaria, en la educación inicial faltan 21,67 % de los profesionales y solo en el Distrito Capital faltan 46% de los profesores de bachillerato.
Ante tal situación, el profesor Leonardo Carvajal sugirió en el seminario de la UCAB que las universidades, públicas y privadas, así como los centros pedagógicos deberían ofrecer programas académicos que permitan que más personas puedan capacitarse. Esto a propósito de que el gobierno de Nicolás Maduro está utilizando a personas de la Misión Chamba Juvenil para que suplan las vacantes de los docentes.
“No queda más que hacer un plan de formación urgente en el área pedagógica de estos profesores improvisados”, dijo.
¿Presencialidad al 100%?
La situación con la COVID-19 en Venezuela luce aparentemente normal. A diario, millones de venezolanos salen a la calle a trabajar, empresas y grandes industrias se han adaptado a la situación y han buscado la manera de seguir produciendo evitando, en la medida de lo posible, el riesgo de contagios. Sin embargo, en el sector educación se comenzó a implementar las clases semipresenciales en septiembre de 2021.
Sobre el regreso a clases presenciales, Tulio Ramírez explicó que todavía no se ha logrado la inmunidad de rebaño y el virus sigue causando estragos con sus diferentes cepas, por lo que sería muy arriesgado decretar la presencialidad al 100 %.
“Las actividades masivas en ambientes cerrados siempre constituyen un riesgo para profesores y alumnos. Se entiende que el llamado la semipresencialidad es una medida para ir progresivamente acercándonos a la normalidad, pero mientras no se consiga la inmunidad de rebaño, siempre será un riesgo”, dijo.
Carlos Cedeño difiere y sugiere que ya hay que volver a la educación presencial al 100 %. “Hemos aprendido a manejar la situación y nos hemos quitado de la cabeza que los colegios son lugares de alto contagio, pero aquí lo importante no es eso, lo importante es cómo vamos a volver si muchas escuelas no tienen agua, electricidad constante y le faltan maestros”, cuestionó.
“El futuro de un país se parece al presente de las escuelas, entonces tú me dirás qué podemos esperar nosotros del futuro educativo de Venezuela”, dijo Cedeño.
No todo fue malo
El asesor educativo comentó que en estos dos años de pandemia no todo ha sido malo y feo a pesar de las adversidades.
Detalló que una de las cosas más interesantes que sucedió fue que se enalteció la importancia de los maestros. “Cuando las madres y padres tuvieron a los muchachos en la casa, empezaron a valorar la figura de la maestra, y se le dio más valor social a las escuelas”.
Cedeño también destacó la heroicidad de los maestros y profesores que trataron de hacer hasta lo imposible para poder llegarle a sus estudiantes y conectar con ellos para que no se atrasaran y olvidaran la responsabilidad del estudio.
“Yo creo que una vez superada esta crisis, la escuela va a tomar un valor distinto del que tenía antes de la pandemia porque ya sabemos que aporta un valor extraordinario a la sociedad”, afirmó Cedeño.
Lea más detalles en Runrunes