Aún hay analistas que persisten en presentar la riqueza energética venezolana como el centro de todo lo que ocurre en torno a esta nación.
Venezuela, con las mayores reservas energéticas del mundo, fue en su día fuente confiable de abastecimiento para el mundo civilizado por su alineamiento con la democracia a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y el embargo petrolero de 1973.
Pero esa fama está hoy en el más profundo descrédito con los delirantes desvaríos mitológicos de la primitiva secta “cívico-militar” que afloró aquí hace 30 años, para luego derivar en esa brutal e inepta mafia que hoy se sostiene tan solo por la fuerza, el miedo, la corrupción y el chantaje.
Con todo, la brevísima visita aquí de tres funcionarios norteamericanos a conversar con las cabezas del poder de facto alborotó a los teorizadores que siempre presumen de conocer a los norteamericanos. También generó ilusión entre quienes siguen creyendo que una ignorante cáfila delictiva puede actuar con la lógica racional de la sociedad civilizada.
Varios – en ambos extremos del espectro político – llegaron a especular que los visitantes venían a Venezuela pidiendo seguridad energética para sustituir al que hoy produce un enemigo tan brutal como el tirano Putin.
Aquellos superficiales comentaristas parecen ignorar que la triste realidad para el corto y mediano plazo es el destrozo casi total de la otrora eficaz industria petrolera de Venezuela – tanto que para recuperar su capacidad productiva se necesitan no menos de U$ 12 mil millones de dinero fresco que pocos estarían dispuestos a invertir en estos tiempos.
Además: ¿Qué sentido tendría buscar un proveedor confiable sustituyendo un enemigo funcional por otro disfuncional? Este régimen odia tanto al mundo democrático como el de Putin, solo que les faltan las agallas y los medios para conformar una amenaza mortal.
Más que de petróleo, es más probable que ante la delicada situación que hoy enfrenta el mundo el tema central de la charla fue advertir posibles consecuencias de cualquier iniciativa descabellada en apoyo del camarada ruso, más allá de algunos aspavientos teatrales.
Es a la panda local a la que tan solo le queda ofrecer seguridad energética, pero esto solo para el mediano y largo plazo. Por ahora, de la reciente visita solo parece quedar la lección de que con cualquier gentuza se puede hablar, pero siempre con ventajas estratégicas y manteniendo muy presente la memorable frase de Cantinflas: “¿hablamos como caballeros o como lo que somos?” Muy útil por si luego se vuelve a México.
Antonio A. Herrera-Vaillant