Padre nuestro que estás en el cielo que todo lo sabes que todo lo ves,
Que llegas cada día en el sol de la mañana, en el crepúsculo de la tarde,
Danos siempre la alegría de traspasar en paz los abiertos caminos,
Que sea firme nuestra fe y permanezca encendida para ti, solo para Ti.
Padre nuestro que entras por la ventana cuando aún no aclara el día,
Que llegas a revivir la rosa cortada del jardín y avivar el olor de los jazmines,
A reparar ese montón de sueños rotos, de alas quebradas y de esperas,
No te tardes en dar respuesta a los que tienen hambre y sed de justicia.
Padre nuestro tú que apareces en la luz del alba, bajo cada rayo de sol,
Sobre la belleza del paisaje y en la lirófora garganta de las aves,
No dejes que los gastados ojos se pierdan en la penumbra del olvido
Ni se muera el amor que espera detenido sobre el frío camino del ocaso…
Padre nuestro tú que estás en el viento, en la enramada,
En el nido del pájaro, que bendices el agua y el sabor de las frutas,
Libera a los que imploran se aleje del suelo patrio el hambre,
El horror de la muerte, la violencia y la bota destructiva del tirano…
Amanda N. de Victoria