En sus primeros 100 días de nueva gestión al frente de la alcaldía de Iribarren, Luis Jonás Reyes, ha quedado reprobado por su pésima gestión que en nada se diferencia con la anterior.
Coinciden en esa apreciación tanto Macario González como Alfredo Ramos, entrevistados por separados para Elimpulso.com.
De mal en peor
Con esta frase inició González su evaluación en torno a cómo se encuentra el municipio capital.
Aunque no es de su competencia el suministro de agua potable, ni el sistema eléctrico, su obligación es velar porque ambos servicios sean eficientes y, en tal sentido, tenía que ser la primera autoridad en buscarle solución porque la falta del preciado líquido y las interrupciones de la electricidad sin previo aviso, castigan a la población.
La vialidad presenta un grave deterioro no sólo en los barrios, sino en el propio casco urbano.
Las zonas industriales se encuentran en el más completo abandono por cuanto no existe ningún estímulo para reactivar la economía municipal. Es por ello que el sector industrial se halla en retroceso y archivó el eslogan de que Barquisimeto es la ciudad del desarrollo.
Parques y plazas también quedaron en el abandono. Se desbordó la economía informal porque no tuvo interés en abordar con los diversos sectores del municipio una política de empleo. El transporte público, prácticamente, se redujo y el servicio empeoró en las barriadas.
No pensó en la población más vulnerable, que requiere de apoyo para resolver sus problemas de salud, debido a la crisis asistencial que se observa a diario en hospitales y demás centros de atención médica.
Se hizo invisible porque como carece del sentir solidario con las comunidades, se mantuvo oculto a la gente del pueblo.
Gestión gris
Lo que se puede decir del alcalde, quien no supo aprovechar su primer período de gobierno, es que se empeñó en demostrar que es el primer activista de su partido en el municipio y el más férreo defensor de la dictadura de Nicolás Maduro, declaró Ramos.
Pero, esa condición no le llevó a pensar en la oportunidad que tenía de buscar recursos para hacer por lo menos una obra en el municipio, sino a identificarse como un guaro más, sin iniciativas, ni voluntad de trabajo.
No resolvió ningún problema de la colectividad, ni mostró interés alguno por hablar con los habitantes, porque lo que le importaba era su actividad partidista.
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Y cuando debió preocuparse por el aseo y el suministro de agua debido a la pandemia china, que amerita lavarse continuamente las manos, nada le importó la salud de la población.
En mis recorridos por el municipio, la gente se quejaba del alcalde porque tampoco le importó que la basura se acumulara por doquier y hay barrios donde han esperado inútilmente que pase el aseo por más de tres meses.
Es un funcionario sin vocación de servicio, pero que sí le gusta aparentar el cargo, el cual le ha quedado muy grande porque es incompetente, manifestó Alfredo Ramos. Su gestión se define en una sola palabra: gris.