Varios son los diversos grados de influencia ejercidos por los medios y podrían agruparse en 3 grandes categorías : negativas, neutralizantes y positivas. De hecho la calificación estará tamizada por las concepciones particulares de quien la exprese. Igual iría de por medio, un primer elemento condicionante en el matiz ideológico de pensamiento, presente en toda manifestación o fenómeno social. Para un ejemplo de lo relativo de estas definiciones, y tratándose de juicio de valores en el complejo mundo de las comunicaciones, basta con observar que un mismo hecho es calificado en forma opuesta por dos analistas de signo político contrario, aún basándose en los mismos factores. Por ejemplo, un régimen gobernante dá cuenta a sus ciudadanos de una realización lograda, o programada. Los sostenedores ideológicos del gobierno, dirían que el Estado cumple a cabalidad con su pueblo, al informar lo que hace el gobierno, cómo lo hace, para qué lo hace, y hasta el monto financiero de lo que hace. Los opositores dirán llanamente que el gobierno se está haciendo propaganda, que desde luego es una forma dirigida de “informar” con miras a “influenciar”.
Sería necesario un afinado aparato crítico y conceptual para establecer la dimensión real del asunto. Si solo informaba; o si a la vez promocionada. De cualquier forma lo importante es apuntar que un mismo caso puede calificarse de influencia positiva o negativa, según el matiz político de la información.
En todo caso, como influencia positiva podemos citar, el discurso dirigido a fortalecer los niveles críticos de la audiencia, la información a la comunidad que le de conocimientos plenos tanto de sus deberes como de sus derechos; precisiones conceptuales en cuanto a los pilares básicos del ser social, como son : responsabilidad, ética y moral ciudadana y criterios de medición de las necesidades de esparcimiento menos primitivos y chabacanos que los que son comunes.
De tales definiciones aproximadas dada su generalización puede desprenderse que a la esfera de las influencias neutralizantes, están aquellas que juegan el papel de catalizadores sociales. De todas formas vale decir que detrás de cada nota informativa debe estar presente un periodista crítico, formado teóricamente al mejor nivel y capaz de abordar con sensatez y buen sentido toda situación de ambigua valoración y desde luego la información de corte ideológico.
Desde un punto de vista histórico la influencia de los medios de comunicación masiva han sido ampliamente favorables, recordemos cuánto vale para la historia reciente la difusión de la palabra escrita a través del libro impreso. Todo el tesoro de los moldes pensantes anteriores al siglo XV, más sus causas y fundamentos respectivos, quedaron al alcance de la sociedad de entonces vigorizando la conciencia de las posibilidades del ser humano. Casi todas las primeras piedras básicas del edificio de la modernidad, arrancan de la gran difusión de las ideas, que se gestan a partir de la aparición del libro. En la medida en que el analfabetismo (casi total antes de Gutenberg) comienza a ser atacado y luego minado, se fortalecen los nortes de las universidades y por ende también de los investigadores y pensadores de entonces. El ritmo de crecimiento, desarrollo y evolución de los conocimientos comienza un ascendente camino de progresión aritmética que al desembocar dos siglos y medios después, conjugándose con otros factores colaterales y receptores de esa misma influencia benéfica del aumento del saber y las primeras aplicaciones tecnológicas de la ciencia, alcanzan la primera revolución industrial, que genera a su vez un cambio de dimensión cualitativa en progresión geométrica hasta nuestros días.
En plena Revolución Industrial, y obtenidos los primeros frutos o resultados sociales y políticos, con la instauración de los estados modernos, consolidados en naciones unidas bajo criterios, muy distintos al viejo molde del feudo o de la ciudad estado, y ya convertido el libro en un hecho universal e indiscutido. Por otra parte, el nacimiento del periódico, construye una nueva realidad en lo anecdótico local de cada comunidad. El diario, hijo real y legítimo del libro es una dimensión instantánea de éste, y comienza definiendo sus lindes radiográficos de lo cotidiano. El mensaje del diario se universaliza por la repetición reiterada de necesidades similares a todo núcleo humano : pan para comer, libertad para pensar y soñar; fé para amar; y paz para hacer y realizar el esfuerzo solicito de ser.
Es entonces cuando la sociedad, en las personas dirigentes y pensantes, comienza a evaluar la importancia y trascendencia de la comunicación moderna. Hasta ese momento la inteligencia política, no había captado en el marco de la heredad social el valor intrínseco de la comunicación, aunque para ese instante existían testimonios inapelables en la esfera de lo político. Como lo fue la independencia del continente americano, fruto del trasplante de ideas difundidas por el libro de los fundamentos que en Europa cierran socialmente una era e inauguran la nueva época llamada contemporánea en la historia de la Tierra. Época que marcará los jalones vitales de la civilización actual hasta el nacimiento de la era espacial el 4 de octubre de 1.957
Como ha sido siempre, los poetas van adelante marcando sueños, quimeras y utopías a la humanidad. Detrás van risas y burlas, pero queda el germen hermoso de la idea recogida por el sabio para hacerla germinar en ciencia y hecho práctico desde el útero de un laboratorio. A Julio Verne y a Lewis Carrol, para citar apenas dos visionarios, suceden cronológicamente en el hecho social y respecto a la comunicación un Edison y un Marconi. Alrededor de ellos y como legitima consecuencia de un cambio de actitud en el pensamiento, de superar moldes, el sustrato conceptual de la ciencia, y de una nueva trama crítica en el manejo de la realidad y el estudio de los fenómenos; surge paralela a una nueva física y otro universo comenzó a gestarse. Entra en juego la programación dialéctica de la falta de gratuidad histórica, y al mostrarse la nueva circunstancia la comunicación cobra el veloz impulso del surgir de la radio… (Continuará)
Pedro J. Lozada