Fue muy conocido en Carora de los años 1950 y 1960 el Médico veterinario Caroreño “Cheno” Vásquez, quien cursa estudios en el Colegio Federal Carora y estudios veterinarios en la Universidad Central de Venezuela, núcleo Maracay. Conocido es por nosotros por su florido y barroco discurso. Es una suerte de Góngora del trópico en el siglo XX, que ha quedado en el imaginario de los caroreños de manera permanente. El pueblo repite las alucinantes sentencias suyas que nos hacen reír y hasta nos causan sorpresa. Fue un trapecista del lenguaje, si cabe la metáfora.
He aquí algunas de ellas:
Un obrero de su hacienda ante una dificultad le dice: Doctor, morrocoy no sube palo ni que le metan horqueta. A lo que responde de seguido Cheno: Oh, querrás decir “Quelonio no asciende arbusto ni que lo auxilie rama bifurcada.”
Donde su barroquismo se hace más evidente y exuberante es en esta sentencia. Alguien le dice Doctor Cheno “Zamuro come bailando.” A lo que de inmediato y sin pensarlo mucho exclama el médico veterinario: Oh, querrás decir “Ave rapaz de negro plumaje ingiere restos putrefactos de desventurado herbívoro al compás del Terpsícore.”
Una oscura madrugada se asoma por la ventana y observa que viene una persona sospechosa entrando por el jardín de su residencia. En baja voz dice a su esposa: Oh, Jovita, querida cónyuge, dirige tus silenciosos pasos a la alacena y consígueme el arma de fuego para abatir el inmundo caco que por la estancia se acerca.
Cierta vez lo salva de morir ahogado en nuestro río Morere, durante una enorme creciente un personaje popular al cual llamaban Caballo de Palo. Arriesgando su vida este humilde hombre logra quitárselo a la fuerte y traicionera corriente de agua. Jadeante y en la orilla exclama Cheno Vásquez: “Oh, si no ha sido por la rápida y oportuna intervención del Corcel de Madera fallezco por inmersión en las procelosas aguas del hilo de miel de perezoso curso.”
El Doctor Cheno era hermano de Lucrecia Vásquez, esposa del simpático bodeguero de la calle Contreras Lucio Lucena, conocida sobadora de miembros dislocados y de unas ocurrencias extraordinarias. Cheno tenía un hermano que fue coronel de la Fuerza Aérea de Venezuela, que se hizo conocido nacionalmente por haber conducido el avión Hércules C-130 que se estrelló en las Islas Azores portuguesas en 1976, donde resultaron muertos los 52 integrantes del Orfeón de la Universidad Central de Venezuela. Un sobrino suyo, Jacobo Lucena Vásquez, siguió la senda de su tío y gradúa de médico veterinario en la hermana República de Perú.
Esta breve crónica sobre Cheno Vásquez no es exhaustiva ni mucho menos. Podrá ser ampliada con otras ocurrencias e ingeniosidades de este excéntrico, extravagante profesional de la salud animal. La que mis lectores tienen en sus manos la escribí de forma apresurada y sin mucha pesquisa por amable insinuación de mi apreciado colega educador Edecio “Decho” Riera a las puertas de mi Oficina del Cronista, cerrada temporalmente por la pandemia, quien se ha animado en buena hora incorporar al Doctor Cheno a la literatura torrense cuando escribe sus sabrosos cuentos y crónicas que tienen como marco a la mítica y fantástica Otra Banda caroreña.
Luis Eduardo Cortes Riera