Por:Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com
Marlen González explicó con la seguridad que da el conocimiento, cómo avanzar en su juego digital de rompeglobos; Gabriel Alveo mostró la lógica de sus laberintos y Yajaira Rodríguez el papel del conejo y del cactus en su propuesta lúdica.
Ellos forman parte del grupo de 64 niños que culminaron el Verano Feliz de Informática, iniciativa de la Facultad de Informática, Electrónica y Comunicación (FIEC) de la Universidad de Panamá (UP), a través de Logic 4 Kids Club, como servicio social de la institución.
«Un Verano Feliz que tiene en Donna Roper, ingeniera en Sistemas Computacionales, máster en Ciencias de Sistemas de Información y directora de la Escuela de Gerencia en Comercio Electrónico, a una mentora incansable«
El objetivo de esta actividad gratuita, que involucró a estudiantes desde el segundo año de la FIEC, en calidad de formadores, y alcanzó a niños de 8 a 10 años de edad, fue motivar a los más pequeños en la lógica de la programación y procurar oportunidades de formación con visión de equidad.
Se desarrolló desde al 7 al 25 de febrero, de manera virtual, y justo el último día, los participantes presentaron sus proyectos finales.
El Dr. José Emilio Moreno, vicerrector académico de la UP, reconoció el esfuerzo del Verano Feliz de Informática y los exhortó a continuar con la actividad.
La magíster Isis De Los Ríos, vicedecana de la FIEC, extendió merecida felicitación al comité organizador dirigido por la magíster Roper, valoró el papel de los niños como estrellas de esta capacitación y un anuncio: No será el último verano feliz.
Que la programación sea para todos
Donna Roper pone por delante las palabras de sus alumnos. “Que ellos hablen primero”; dice con el orgullo por el esfuerzo cumplido.
Este primer lugar en la palabra es para Jennifer Arcia, cursante de Ingeniería en Informática y quien junto a la Ing.Donna Roper, ideó este proyecto que ha sumado pasión y vocación de otros estudiantes.
Destaca la preocupación persistente de la docente por lograr que las mujeres se empoderen de la tecnología.
De esta forma, el Verano Feliz de Informática procuró que la participación de niños y niñas fuera bastante equilibrada.
El periodo de organización se prolongó durante dos meses: noviembre y diciembre de 2021. Luego se desarrolló el proceso de entrevistas y capacitación (enero de 2022) de los mentores.
Entre enero y febrero se desplegó una intensa campaña para animar a los padres a inscribir a sus hijos hasta llegar al día esperado del curso virtual.
Por edades, superó el grupo de 10 años, seguido de 9 años. Participaron de ocho provincias e incluso una niña que estaba de vacaciones en Estados Unidos.
Luego de 30 horas de dedicación, culminaron la actividad 64 niños, de 73 inscritos.
“Participaron niños de todas partes del país y son muy buenos y rápidos en cubrir los procesos. Lo más importante es que reconozcan la importancia de la tecnología y sepan que podrán crear proyectos más grandes”.
Arcia comenta con entusiasmo que los chicos desarrollaron la lógica y este curso los ayuda a prepararse por si en el futuro quieren estudiar programación.
Un equipo; clave del éxito
Samuel Gutiérrez, Julissa Espinosa y René Mariano, estudiantes de la licenciatura en Ingeniería en Informática de la UP, horas previas al cierre de la actividad, organizaban los obsequios que serían enviados a los participantes: cuadernos, lápices, materiales didácticos… un esfuerzo que completó su labor de mentores.
Los jóvenes al momento de preparar los obsequios para los niños participantes
La clave que hizo feliz este verano fue la capacidad de los jóvenes de usar un lenguaje y plataformas sencillas para que los niños comprendieran el lenguaje de la programación y pudieran crear sus propios juegos como parte del proyecto final.
Los grupos de seis niños eran atendidos por dos tutores, dos horas por día. Sin embargo, en ocasiones querían seguir más allá del tiempo estipulado, prueba de su alegría por participar.
Este intercambio fue un aprendizaje mutuo. Los niños se emocionaban con cada reto: “¿Maestro cómo hacer para que rebote la figura; para que funcione bien…?”
A la timidez del día 1 la derrotó las ganas de aprender y al final, con guía y ayuda, lograron desarrollar sus proyectos y reconocer que sí se puede aprender de manera divertida.
Al conocer la lógica de la programación, ahora pueden crear juegos digitales, historias y canciones.
A René Mariano le impresionó el caso de un niño que tenía problemas para acceder a la web. Así que se las ingenió y descargó una APP similar a la empleada en el curso y avanzó. “Eso me emocionó”.
“Fue bonito formar a los chicos en la lógica básica. Ojalá más adelante sean quienes revolucionen la parte tecnológica de nuestro país y recuerden nuestras enseñanzas”, comenta.
Los jóvenes coinciden que el proceso fue divertido e inspirador: Les quedaron ganas de enseñar a otros y esperan más veranos felices.
Apoyar la causa de la educación
La profesora Donna Roper explica que los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019) que mide los logros de aprendizajes de estudiantes de sistemas educativos de América Latina y el Caribe, le dejó la evidente preocupación por los resultados en el caso de Panamá.
“No podía creer los resultados porque los estudiantes presentaron valores muy debajo de la media, de tercero a quinto grado”, reflexionó.
Revertir el desánimo por el ánimo y potenciar su creatividad, es parte también de esta iniciativa que toca las primeras edades y procuró demostrar que sí se puede modificar la actitud de los niños en cuanto a la lógica y a la resolución de problemas con creatividad, de allí la frase que acompaña el Verano Feliz: Divirtiéndonos programamos.
El ingeniero Javier Fernández, decano de la Facultad de Informática Electrónica y Comunicación de la UP, también expresó su respaldo a esta iniciativa y saludó el esfuerzo que lidera la directora de la Escuela de Gerencia en Comercio Electrónico.
“El impacto de este curso ha sido nacional. Incluso participaron niños de escuelas privadas y oficiales. Que puedas ver a un estudiante motivado, hacer algo diferente, es emocionante”, expresa la profesora Roper con la alegría del sueño feliz cumplido, gracias al poder transformador de la educación.