Venezuela está viviendo una situación casi parecida a la que existía cuando surgió Hugo Chávez en el ámbito político: corrupción, inflación, pobreza y desconfianza en el gobierno y en los partidos políticos. Pero, ahora con el agravante del colapso de los servicios públicos, el Estado controlado por un solo poder, muy endeudado, además de estar sancionado por Estados Unidos y otros países, así como afectado por un modelo económico que ha empeorado tanto al país que, en este momento, hay fuera de nuestro territorio más de 6 millones de conciudadanos. Ese número de quienes se fueron por carecer de condiciones para llevar una vida digna es tan grande comparativamente como si se hubieran quedado completamente vacías las ciudades de Caracas, Maracaibo y Valencia. O tres veces la cantidad de gente que reside hoy en el estado Lara.
Ante este cúmulo de problemas y dificultades que mantienen en vilo a la nación y que hacen de la situación grave, delicada, complicada y que empeora a diario, dice el politólogo y profesor universitario Santiago Andrés Rodríguez, entrevistado por Elimpulso.com, se plantea la necesidad de que la oposición democrática no sólo logre la unidad, sino ampliarse hacia todos los sectores de la nación y formular un programa de gobernabilidad a ser ejecutado, por lo menos, durante los próximos diez años.
Para entender lo que ha pasado con la oposición, tenemos que remontarnos al año 1998 cuando el 6 de diciembre ganó las elecciones Hugo Chávez, postulado por el Movimiento Bolivariano Revolucionario. Acción Democrática y Copei hicieron a un lado a sus candidatos y se unieron a Henrique Salas Romer, el aspirante de Proyecto Venezuela.
Puntofijismo
¿No cree que hubo falta de visión de los partidos tradicionales acerca de Chávez, quien ya había amenazado con freír sus cabezas?
Sin duda alguna, los partidos históricos AD y Copei, no supieron leer la realidad política que vivía el país. Había una coyuntura que era producto del desgaste y la anarquía de lo que se llamó la partidocracia.
Pero, hay que ir más atrás. En 1958 había una situación de inestabilidad política, después de la huida de Marcos Pérez Jimenez. Contra la junta de gobierno presidida por Wolfgang Larrazábal fueron intentados dos golpes de estado: el primero por su propio ministro de la Defensa, Jesús María Castro León y el segundo por los oficiales José Ely Mendoza y Juan de Dios Moncada. El 31 de octubre, Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (Copei) y Jóvito Villalba (Unión Republicana Democrática, URD), suscriben lo que fue denominado el Pacto de Punto Fijo por haberse realizado en la residencia del segundo de los nombrados, que así se llamaba su domicilio.
Ese fue un pacto de gobernabilidad muy importante, por cuanto le dio estabilidad al país y en verdad no duró los cuarenta años como se ha venido pregonando constantemente. Apenas llegó hasta agosto de 1960 cuando fue celebrada la VII Conferencia de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Costa Rica, y el ministro de Relaciones Exteriores de Betancourt, Ignacio Luis Arcaya, de URD, no acató la línea del jefe del Ejecutivo Nacional, en el sentido de aislar a Cuba, y su partido abandonó el gobierno para siempre. Desde entonces la posición del presidente de Venezuela fue conocida como la Doctrina Betancourt, que era desconocer los gobiernos de facto.
Al salir URD, quedaron AD y Copei. Posteriormente, durante el mandato de Raúl Leoni, se incorporó el Frente Nacional Democrático, de Arturo Uslar Pietri, que también duró poco.
Luego vino lo que se conoció como el bipartidismo. Y del Pacto Punto Fijo sólo quedó el espíritu, que no era otro que sólo se sucedieron gobiernos de civiles y que no volviera una dictadura de corte militar.
En el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez empieza a descomponerse lo que había sido el espíritu del Pacto de Punto Fijo y comenzó a hablarse, en forma despectiva, del puntofijismo, que Chávez lo utilizó mucho. Esa fue la descomposición del sistema de partidos y comenzó el Estado a intervenir en todo, porque se hizo omnipotente, omnipresente, debido a que como había una economía rentista, estatista, la política tenía que fracasar.
Y justamente, después que se produce la intentona del golpe de estado, desde el año 1992 hasta que llegaron las elecciones presidenciales, la situación económica empeoró, la crisis política y social se elevó, y todo eso le creó una plataforma a Chávez para poder acceder al poder por la vía electoral y no por las armas.
Chávez levantó una serie de banderas que tenían que ver con la renovación del momento, acotó. Había que renovar el modelo político, analizar internamente los dirigentes políticos lo que se llamaba la partidocracia y hacer los cambios para adaptar el Estado a las necesidades de la población; pero, los proyectos que fueron propuestos se engavetan. Había también que profundizar el proceso de descentralización, elaborar leyes y modificar una serie de artículos de la Constitución, pero no se hizo.
Chávez se montó sobre el tema de la corrupción y los errores de los partidos, los cuales no habían comprendido que debían girar el timón. Carlos Andrés Pérez intentó cambiar el modelo económico, pero su propio partido lo traicionó y lo sacó del poder, precisamente, porque estaba tratando de cambiar el sistema clientelar. Pretendía sincerar la economía para que Venezuela fuese más productiva y menos rentista. Ahora cuando se van a cumplir cien años de su nacimiento parece que lo quieren reivindicar.
El modelo de ese entonces se agotó, sintetizó Santiago Andrés Rodríguez. Los partidos no tuvieron la visión de lo que había que hacer, carecieron de voluntad política para acomodar las cosas y dejaron que se siguiera desgastando el proyecto democrático, que ya había durado cuarenta años.
Devaluación de la política
¿Cuándo usted dice que estamos casi en el mismo lugar que encontró Chávez, qué sugiere para que las cosas den un vuelco y se pueda enderezar el rumbo del país?
En aquel entonces la política se devaluó por lo que he expuesto. Porque los partidos en vez de haberse reconciliado con la gente, nada hicieron y Chávez fue visto como la persona que venía a dignificar la política, pero resultó que fue peor el remedio que la enfermedad. Empeoró al paciente.
Siempre he dicho que Chávez no es el inicio de una nueva etapa de la política, sino el producto de la descomposición de ella. Y como tal su metástasis.
Pero, los partidos democráticos no han cambiado, ni han hecho una evaluación de lo sucedido, ni mucho menos han buscado la forma de hacer una política bien estructurada, convincente, que sea atractiva y, por supuesto, logre reivindicar y la haga reconciliarse con la nación.
Persiste siempre una actitud sectaria y con una visión cortoplacista, en la cual privilegian los intereses partidistas e individuales, y, por esas formas de actuar, se han producido los resultados que no la han favorecido.
Esa estrategia abstencionista ha sido la peor decisión que han tomado por haber desgastado la salud política del país.
Espacios dejados al chavismo
Ahora que habla del abstencionismo, cabe señalar que por las denuncias de la dirigencia de AD y Copei de que no había condiciones mínimas para las elecciones parlamentarias, el Consejo Nacional Electoral anunció el 28 de noviembre de 2004 que no utilizará los cuadernos electrónicos, ni las máquinas captahuellas. Pero, al día siguiente esos partidos deciden no participar y a ellos le sigue Primero Justicia. ¿Qué nos puede decir al respecto?
Se le dejaron todos los espacios al gobierno. La Asamblea Nacional fue integrada totalmente por el chavismo y Chávez obtuvo poderes extraordinarios.
Cada vez que la oposición ha tomado el camino de la abstención y no ha participado en elecciones parlamentarias, de gobernadores y alcaldes, sus resultados han sido funestos, porque ha cedido espacios y entregado instituciones al gobierno. Además lo que ha hecho es confundir a la gente cuando da un pasito para atrás.
La oposición no ha sido acertada y esa forma de actuar ha originado demasiada desconfianza.
Y yo veo que cuando se habla de elecciones primarias nadie sale corriendo para participar en una votación en ese tipo de proceso, y pasa lo mismo al ser propuesto el referendo revocatorio, puesto que la gente no le presta atención, porque no lo ve como una herramienta importante para salir de la crisis por las muchas metidas de pata de la oposición. Se encuentra la población inmersa en buscar la forma de resolver sus problemas de sobrevivencia.
La oposición tiene que ser capaz de diseñar su nueva institucionalidad interna y trabajar fuertemente en lograrlo.
Y si se piensa en unas primarias, primeramente tiene que establecer un diálogo, no sólo entre los partidos políticos, sino con la iglesia, las universidades, empresarios, gremios, sindicatos, comunidades y, en general, con todos los sectores.
Arma de dos filos
Cuando fueron convocadas las elecciones de 2006 hubo primarias en la oposición, en las que participaron Julio Borges, Teodoro Petkoff, Manuel Rosales y otros Igualmente Henrique Capriles fue candidato al salir airoso en unas primarias. Eso es lo que están planteando ahora unos sectores de oposición. ¿Cómo las ve?
Antes también las hubo como cuando Eduardo Fernández y Oswaldo Álvarez Paz también participaron. Las primarias son importantes en países democráticos porque permiten escoger al candidato que ofrezca la mayor posibilidad de triunfo. No tiene que ser el más popular, sino el que reúna los atributos morales, capacidad y respeto en el momento requerido.
Pero, estoy diciendo que eso ocurre en países democráticos y no donde la política está intervenida, porque es un arma de doble filo. El gobierno también juega en las primarias. Y las primarias tienen el problema que generan cicatrices, las cuales cuestan sanar en el cuerpo político.
Liderazgo
María Corina Machado propuso que se hiciera una consulta para escoger al líder de la oposición, pero su propuesta no tuvo receptividad. ¿Cuál puede ser la razón de que no la hayan tomado en cuenta?
Los liderazgos no se decretan. Tampoco vienen en un empaque, que uno lo pueda adquirir. El liderazgo nace en la calle, día a día, en el sentir de la gente. El líder se hace cuando los ciudadanos sienten que lo acompañan en la búsqueda de la solución a sus problemas y son representados por esos dirigentes. Pero, como ya lo he comentado, la política está muy devaluada y muy desprestigiada.
Y es por eso que yo pienso que estamos en el mismo punto cuando llegó Chávez. Y no podemos caer en el mismo error histórico, dada la situación en que nos encontramos.
Tiene que ser una persona distinta al chavismo y a muchos de los dirigentes políticos por los errores que comete la oposición. ¿Quién es esa persona? No lo sé, pero esa persona tiene que salir o surgir del mismo pueblo, del mismo sentimiento nacional.
Las mismas caras
En el 2017, que fue el año más violento del país y durante el cual, especialmente entre abril y julio, los cuerpos de seguridad del gobierno cometieron el mayor número de víctimas entre los manifestantes, lo que ha ocasionado la intervención de la Corte Penal Internacional. La oposición reconoció que había cometido muchos errores y omisiones. ¿De allá para acá qué se le puede atribuir a la oposición?
La oposición ha venido jugando en forma errónea en muchas ocasiones. Eso del G-4 nada más como fuerza es exclusión porque deja por fuera a mucha gente. No puede ser solamente de cuatro partidos. Insisto en que tiene que ser de amplitud. Aquí si se va a construir una nueva institucionalidad, una nueva plataforma, tiene que ser lo más inclusiva posible. Porque de lo contrario, la gente no se va a sentir representada. Hay que tomar en cuenta que un altísimo porcentaje de venezolanos no quieren al gobierno, pero igualmente no se siente representado por la oposición.
Ésta, por lo tanto, tiene que hacerse un examen retrospectivo y no sólo un mea culpa. Preguntarse qué estamos haciendo mal y de inmediato, corregir los errores y renovarse. Nunca ha intentado hacerlo. Siempre vemos las mismas caras, empeñados en ser presidente. No sé porque critican tanto a Nicolás Maduro cuando ellos son tan iguales a Chávez y Maduro, pues no quieren dejar el cargo que han venido ocupando dictatorialmente. Tienen que darse cuenta de que debe haber una renovación, una nueva institucionalización, en la que participen todos los militantes. Tiene que haber un refrescamiento de la política.
En ese aspecto, hay dirigentes que tienen diez, veinte o más años en el mismo puesto de sus partidos. No le dan oportunidad a otros. Quieren permanecer hasta la muerte.
A eso me he referido. Tienen que dar un paso atrás. Son personas que han acumulado sapiencia, pero deben quedarse como asesores, aportando ideas y no ser los voceros. Saber cuándo tienen que retirarse como lo hizo Rómulo Betancourt, quien se fue muy lejos de Venezuela, para no influir en las decisiones que se pudieran tomar en Venezuela.
Buzones electorales
¿No ha sido un gran error de los partidos hacerse presentes solamente en las campañas electorales?
Los partidos no pueden ser, aunada más unos buzones electorales. Estar funcionando nada más que para alcanzar el poder, aunque ese sea el objetivo principal. Tienen que estar pendiente del Estado. Yo los veo desconectados de la realidad nacional. Al renovarse pueden tener una vocería más persuasiva.
El papel de Guaidó
¿Cómo ve a Juan Guaidó en este momento?
Guaidó está de líder por las circunstancias, por la coyuntura política que se presentó. No tiene la experiencia, ni la sapiencia, para presidir un gobierno colegiado, que ha traído muchos problemas. Le imponen cosas que él ha hecho. Le ha faltado carácter. No genera confianza. Ojalá pueda terminar su gestión bien.
Gran convocante
Volviendo a la idea de las primarias, ésta parece ser la más oportuna para unir a la oposición. ¿No lo cree?
Lo fundamental es un diálogo sincero, amplio, en el que haya la participación de todos los sectores. Porque en este momento se necesita un pacto como el de Punto Fijo que se hizo para establecer la democracia. No sé qué nombre pueda tener.
Ese pacto tiene que ser de gobernabilidad, en el cual tiene que haber un pacto electoral, que genere confianza y garantice una transición en la que entren todos.
Debe haber respeto a los compromisos y la escogencia de una figura que tenga honorabilidad, experiencia, experticia, capacidad para resolver los problemas que tiene el país y que genere autoridad. No importa que tenga 90 años, aunque esto parezca una exageración. Porque no es cuestión de generación, sino de auctoritas, como lo establecen los griegos. Una persona que sume voluntades. Y, por tanto, tiene que ser el gran convocante. No tiene que ser un líder político. Hay mucha gente valiosa en Venezuela que reúne los méritos para serlo.
La condición más importante es que sea intachable. Y ser el que pueda ejercer la transición con los mejores profesionales porque Venezuela está en terapia intensiva.