Un crecimiento de 8,6% y una tasa de inflación de 225%, registrará Venezuela durante este año, de acuerdo con el Informe de Coyuntura Venezuela-Febrero 2022, elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB).
La casa de estudios superiores, señala que el informe muestra la evolución reciente y las proyecciones de los principales agregados macroeconómicos del país para este año, dando a conocer un resumen con los 10 puntos más destaca dos del documento, entre los cuales destacan:
1.- Para 2022, la producción petrolera pudiera alcanzar cerca de 950 mil barriles diarios. Esto representa un crecimiento de 75% respecto a la producción promedio de 2021, estimada en 543 mil barriles diarios.
2.- Partiendo de lo anterior, en 2022 la exportación petrolera podría alcanzar, en promedio, cerca de 760 mil barriles diarios, un incremento de 21% respecto a 2021.
3.- Para 2022 se espera que, en función de las previsiones de producción y el consumo interno de hidrocarburos, los ingresos por exportaciones petroleras podrían alcanzar $17 mil millones.
4.- El precio promedio de exportación del petróleo venezolano, cuyo crudo marcador es el denominado Merey 16, experimentó una mejora de 82% en 2021, esperándose un incremento adicional de un 9% este año, cuando se podría ubicar, en promedio, en $55,6 por barril. A pesar de ese resultado, el precio promedio en 2022 aún no recuperaría el nivel que se alcanzó en 2018 ($64 por barril).
5.- En 2021, el PIB creció 5%, después de acumular una caída de 75% entre el segundo semestre de 2013 y el primer semestre de 2021 (96 meses consecutivos). A partir del segundo semestre del año pasado la economía detuvo su contracción y comenzó a mostrar signos de recuperación, aunque en sectores y espacios muy localizados. Varios factores pueden haber concurrido en este cambio de tendencia: una reducción en los efectos económicos nacionales e internacionales de la pandemia, una atenuación en el impacto de las sanciones internacionales sobre el sector petrolero y minero, el incremento en el flujo de ingresos por concepto de remesas y una mayor desregulación de la economía interna (liberación de precios, libertad cambiaria y una rápida dolarización de las transacciones).
6.- Para 2022, la economía venezolana podría crecer 8,6% respecto a 2021. Si se logra un incremento de la producción petrolera a 950 mil barriles diarios, el PIB petrolero crecería 39%, lo que implicaría, por sí solo, un crecimiento del PIB total en 5%. La economía no petrolera se estima podría aportar 3,6% adicionales en el incremento del nivel de la actividad económica interna, esperándose aportes positivos de los sectores minero, manufactura, comercio, transporte y comunicaciones y agricultura.
7.- Para este año, de resultar exitosa la política de estabilización monetaria y fiscal adelantada por el BCV, la inflación podría desacelerarse hasta alcanzar un 225% anual, versus el 686% que alcanzó en 2021, y muy por debajo de la variación registrada en 2020 (2.960%) y 2019 (9.586%). Aun así, con la tasa de 225%, Venezuela seguirá siendo, por mucho, el país más inflacionario del mundo.
8.- Las transferencias corrientes, que incluyen las remesas de los migrantes venezolanos, se han estimado en $2,7 mil millones en 2021 y en $ 3,5 mil millones para 2022, lo que representa incrementos de 26,1% en 2021 y de 30% en 2022.
9.- La reducción del encaje legal sobre las captaciones del público en bolívares y la autorización para poder utilizar hasta el 10% de los depósitos en divisas para el otorgamiento de créditos en bolívares, permitirían, potencialmente, incrementar el crédito bancario en el equivalente a unos $182 millones, lo que supondría una expansión de 57% en la cartera. Sin embargo, la relación crédito/PIB, seguirá siendo, por mucho, la más baja en la región latinoamericana y en el mundo. Para 2020, el crédito interno en Venezuela representó 0,05% del PIB, el más bajo de América Latina.
10.- Los recientes anuncios en torno a un incremento de la presión tributaria, por la vía de un impuesto a las transacciones en divisas -para intentar reducir el uso del dólar- podrían afectar negativamente el crecimiento de la actividad económica. “Pretender desdolarizar las transacciones, sin antes consolidar la estabilización, reanudar el crecimiento sobre bases más sólidas y anclar las expectativas inflacionarias, es un objetivo no solo inalcanzable sino también contraproducente, que arriesga innecesariamente lo poco que hasta ahora se ha alcanzado en materia de estabilización y recuperación de la actividad económica”, revela el Informe.