“¿Cuál será la Nueva Venezuela?” es el título de nuestro próximo Seminario de Escenarios Datanalisis, a realizarse el miércoles 23 de febrero.
La Nueva Venezuela no es sólo un ideal, está emergiendo porque la economía está reactivándose, aunque todavía muy modestamente, y sin contar, como antes, con un alto ingreso petrolero, crecimiento del gasto público y del consumo. Lo nuevo de este repunte es que no está estimulado por el crecimiento de la demanda inducida por el disparo de la liquidez, los tradicionales créditos blandos del gobierno, ni por las protecciones arancelarias. Tampoco se cuenta con un tipo de cambio ventajoso para la producción nacional; más bien es muy bajo y le da ventajas a las importanciones sobre la producción y el empleo. Así y todo, no sólo repuntan el comercio y los servicios, sino también la producción nacional y la tecnología.
Es importante destacar que esta tendencia hacia la recuperación, en vez de basarse en apoyos y señales claras del gobierno, más bien se ha basado en que, a principios de 2019, el gobierno le soltó la rienda al empresariado al liberar los precios, la circulación del dólar y bajar los aranceles. Acto seguido, como “por arte de magia”, se llenaron los anaqueles con dineros privados que financiaron tanto las importaciones como una progresiva reactivación de la producción. Dos indicadores de esta recuperación son el crecimiento del PIB en 2021, en 6,8%, y que salimos de la hiperinflación.
El mensaje que le dan al gobierno sus propias medidas es “No te metas, no interfieras, termina de soltarle la rienda al sector privado.” Si quiere seguir su propio mensaje y acelerar la recuperación, el gobierno necesita dolarizar o iniciar una devaluación progresiva para dejar de privilegiar las importaciones; devolver las propiedades expropiadas a particulares; vender, total o parcialmente, las casi 850 empresas del Estado. Éste sería el mejor negocio que pudiera hacer el gobierno al deslastrarse, tanto de los gastos de mantener esas empresas quebradas, como del descrédito en que lo ponen tantas evidencias de incompetencia y corrupción. La privatización se puede combinar con Conversión de Deuda en Capital, un excelente mecanismo para renegociar los montos adeudados, pagar el remanente y liberar recursos para atender los puntos que más le reclama la ciudadanía al gobierno: Salud, Educación, Sueldos de los Empleados Públicos, Seguridad Personal, Servicios Públicos e Infraestructuras.
Los empresarios necesitamos concientizar y asumir esta nueva mentalidad: “No me apoyes tanto, déjame hacer y coopetir. En mi ponencia en el Seminario voy a tratar la coopetición y el cambio profundo de mentalidad en lo que llamo la psico-sociología de la planificación. Estamos dejando de practicar la psicología de ver hacia arriba para buscar que el poderoso nos dé o proteja. Ahora estamos viendo hacia delante para ubicar nuestras oportunidades o amenazas, y buscando relaciones sociales horizontales para construir alianzas con nuestros trabajadores, proveedores, distribuidores, fuentes de tecnología y hasta con los entes reguladores del Estado para cambiar las relaciones insatisfactorias que hemos tenido con ellos por unas ganar-ganar. Estas alianzas constituyen un nuevo tipo de sociedad basada en la coopetición o equilibrio dinámico entre competir para lograr intereses individuales y cooperar para lograr intereses compartidos. Dentro de esta nueva óptica, se están refortaleciendo los proyectos de las cámaras sectoriales para que sus miembros, aunque competidores, también cooperen entre sí; por ejemplo, compartiendo bases de datos, estudios de mercado, asesorías legales, la formulación y cabildeo de políticas sectoriales, entre otros asuntos. Las cámaras regionales y sus respectivas alcaldías tienen la oportunidad -que no han visto, todavía- de incorporar a su misión la promoción de inversiones para fortalecer las cadenas de producción más competitivas de su localidad (Mercadeo de Localidades).
Todo esto da pie al concepto de coopetición, según el cual toda relación de la empresa con sus trabajadores, suplidores, competidores, clientes y complementadores (ej., el delivery como servicio contratado) tiene dos caras: competir y cooperar. Esta dualidad en nuestras relaciones económicas no la podemos ignorar sin correr el riesgo de perder oportunidades o de caer en amenazas.
Estamos pues ante el surgimiento de un nuevo tipo de personalidad, cultura y sociedad: Más horizontal que vertical, más interdependiente que dependiente del poderoso, y más compleja, entramada, sólida, moderna, asertiva y rica que la sociedad simplista, parcelada, volátil, tradicional, sumisa y pobre que estamos dejando de ser porque exageraron sus rasgos, a tal extremo, que la autodestruyeron; en beneficio de todos. Estimo que esta tendencia será irreversible mientras no repunten significativamente los ingresos petroleros y nosotros aceleremos el desarrollo de esta nueva mentalidad.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes