“El error más frecuente es obligar a un científico a llevar una empresa”; Santiago Domínguez #20Feb

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Por Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com

Santiago Domínguez nació en Madrid por casualidad. Tan gallego como su madre de Lugo, y su padre de Santiago de Compostela, es el fundador de Mestrelab Research, una empresa que nació en el Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), en Galicia, España, con la visión de acelerar la investigación científica.

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Este diálogo es un encuentro con la innovación tecnológica, pero también una reflexión sobre la investigación que ocurre en las universidades, el papel de los científicos y la importancia de las alianzas estratégicas para lograr que los proyectos salgan del laboratorio.

“El error más frecuente es obligar a un científico a llevar una empresa. Muchas veces no funciona. Las actitudes, las aptitudes e intereses son distintos. Lo más importante es crear equipos que estén bien equilibrados entre el componente tecnológico, la capacidad técnica y  la científica y,  al mismo tiempo, que tengan la visión comercial y la experiencia del mercado bien cubierta”.

“Siempre estoy con prisa de llegar a donde no he llegado todavía”, cuenta en un diálogo desde su residencia en Reino Unido.

Esta prisa por llegar, y saber, lo lleva a dejar su trabajo en una multinacional para iniciar la típica historia, no en un garage, al modo estadounidense, pero sí en un apartamento con dos portátiles.

Mestrelab Research, que tiene su sede en Santiago de Compostela, surge por una necesidad del grupo del Dr. Javier Sardina, quien es catedrático del Departamento de Química Orgánica de la USC, necesidad que se convierte en la tesis de Juan Carlos Coba, a su vez confundador de  Mestrelab junto con Domínguez en la visión de desarrollar un software que a la fecha ya utiliza la industria farmacéutica y biotecnológica.

De la multinacional a la startup

Domínguez reflexiona que en este camino de una multinacional a la startup aprendió mucho ”y no me arrepiento del salto porque cuando trabajas en una multinacional solo ves una parte del proceso, según la escala jerárquica, mientras que lo bonito de la startup es el impacto y lo tocas todo”.

“Cuando empezamos la empresa, al principio mi cargo podía ser CEO pero compraba el papel higiénico, hablaba con los clientes, leía un artículo científico, mientras montaba un sistema de gestión…. tienes diferentes papeles, mientras la multinacional te enseña cómo  estandarizar procesos”.

-¿Cómo fue la transición de un proyecto académico a un proyecto comercial y cómo apoyó el sistema de incubación de la universidad?

-Fuimos una de las primeras empresas (año 2004) en salir de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) como un proyecto de transferencia de tecnología. Desde aquella fecha los procesos han cambiado en su enfoque en la USC. En ese momento, funcionaba la idea de empresa concepto con una serie de mentores para desarrollar el plan de negocios.

Hoy en día la USC genera muchos proyectos en biotech Ciencias de la Vida.

De hecho, solo en 2021 nacieron cerca de 17 empresas. 

Se hace mentorización, desarrollo del negocio y la universidad les contrata un CEO con experiencia comercial que se ocupa de la transición y de la salida al mercado. Esa plantilla funciona muy bien y está inspirada en la metodología que emplea la Universidad de Oxford y es de mucho éxito.

Campus Vida
En el sitio web de CAMPUS VIDA se explica que surge “como consecuencia natural de la evolución de las capacidades de la Universidad Santiago de Compostela y la vertebración con su entorno académico, científico, tecnológico y socioeconómico, conformando un proyecto sustentado en la inteligencia colectiva para alcanzar la excelencia universitaria sobre la gestión del talento, la internacionalización, la innovación en Ciencias de la Vida, el impacto en el crecimiento económico y la apuesta por la calidad de vida. La participación del conjunto de las Universidades de Galicia, la colaboración activa del Sistema Sanitario Gallego y la integración de 18 socios públicos y privados estratégicos, sitúa a CAMPUS VIDA como el biocluster más importante y dinámico del noroeste hispano portugués y avala su objetivo de convertirse en uno de los 100 biocampus mejores del mundo.
http://campusvida.usc.es/es/campus-vida/

-¿De este proceso de mentorización cuáles beneficios recibe la universidad?

-En nuestro caso fuimos independientes. Licenciamos la tecnología de la USC con un contrato. Hoy en día lo típico es que la universidad tenga una participación en las acciones de este proyecto que varía: tienden a ir entre un 10% o un 25% de las acciones iniciales. 

En la medida que la empresa acude a rondas de financiación, la universidad se irá reduciendo, pero digamos que le queda un valor residual en el crecimiento y el desarrollo de esa empresa y, si todo va bien, hay un potencial de ingresos que revierten en la universidad y pueden emplearse en más investigación,  que es el modelo de Estados Unidos. 

Observa que el financiamiento de un Massachusetts Institute of Technology (MIT) o de la Universidad de Harvard, viene más de la tecnología que de las matrículas; “estamos evolucionando en esa dirección”.

Sobre el ámbito de América Latina, comenta que ha acudido a congresos en Brasil y México.

“En mi limitada experiencia, veo todavía a la comunidad académica en Latam más centrada en docencia y en investigación y a lo mejor todavía no enfocada hacia la creación adicional de valor, dándole una perspectiva comercial. Al final todo tiene sus ventajas e inconvenientes”.

-¿Puedo por la vía del licenciamiento generar los ingresos que no me da la matrícula y así  financiar más alumnos, crecimiento e investigación?

-Lo más importante es entender, y ser conscientes, que las necesidades de un proyecto comercial son distintos a los de un proyecto académico. El error más frecuente es obligar a un científico a llevar una empresa. Muchas veces no funciona. Las actitudes, las aptitudes e intereses son distintos. Lo más importante es crear equipos que estén bien equilibrados entre el componente tecnológico, la capacidad técnica y  la científica y,  al mismo tiempo, que tengan la visión comercial y la experiencia del mercado bien cubierta. 

Son perspectivas distintas y si se consigue un buen balance entre esas dos lados, tienes un proyecto muy fuerte. 

Además de crear Mestrelab y otro par de empresas de Ciencias la Vida, también invierto en otros proyectos. Casi digo que como inversor para mí lo más importante es el equipo. La idea es importante y la capacidad tecnológica, pero el equipo es lo más crítico. Atraer a la gente correcta y crear un equipo equilibrado, porque cuando eres una empresa tecnológica, es crítico moverte muy rápido.

La innovación de Mestrelab

-¿Cuál es el elemento innovador de Mestrelab?

-Piensa en cómo se desarrolla la tecnología: es un proceso continuo de prueba y error. Es la base del método científico.Pruebas esa hipótesis y con la experimentación la confirmas o la niegas según ciertos pasos. El científico, cada vez que diseña un candidato a fármaco, debe probarlo con distintos instrumentos, técnicas y equipos que a su vez tienen diferentes software.

El químico está dedicando un 5% o 1 % del tiempo a diseñar y fabricar y un 90% a intentar entender los datos de la experimentación.

Dada esta realidad, y necesidad que descubrieron en el Departamento de Química Orgánica de la USC, deciden crear un software que gestiona y trata los datos de todas las técnicas, y los distintos fabricantes, dentro de una herramienta única. 

Lo define como el Microsoft Office del laboratorio

Ahora, han llevado esta herramienta a un segundo nivel, al trabajar con los datos de los distintos sistemas y técnicas e incorporar una fase automática de toma de decisiones, con inteligencia artificial, mientras el científico puede seguir diseñando y fabricando candidatos.

El ahorro en tiempo de gestión puede situarse entre 90% y 95%.

Señala que la Universidad de Oxford y diferentes farmacéuticas emplean esta herramienta para poder avanzar en sus procesos.

Laboratorio de Futuro 

El fundador de Mestrelab Research señala que tienen interés de crecer en varias direcciones y una es enfatizar en aplicar la inteligencia artificial a la toma de decisiones, acelerar los procesos y la deslocalización.

Su proyecto denominado Laboratorio del Futuro camina en esta dirección: “Queremos crear una infraestructura de software que apoye ese proceso automático de desarrollo de fármacos en el cual el científico haga la parte del diseño y cada vez pase más a una parte acelerada y se aproveche el conocimiento que se genera en otros sitios”.

Al final, observa, se genera una enorme cantidad de investigación y, cuando un científico hace un desarrollo hoy, conoce una parte ínfima de toda la información que se ha desarrollado, pero no tiene acceso a lo que no tuvo éxito.

“Sería imposible publicar todo y leerlo pero para los ordenadores no lo es. Entonces, queremos usar todos esos datos para que los científicos empiecen mucho mejor, más enfocados, no cometan errores que ya se cometieron en otros sitios y lleguen a los resultados mucho más rápido”.

-¿Cómo beneficia al ser humano esta aceleración en los procesos?

-Al final estas evolucionen tienen impacto en la longevidad y en la calidad de vida: cada vez tenemos mejores soluciones terapéuticas pero todavía queda mucho camino por recorrer a ese nivel.

Otro proyecto de Domínguez, con sede en Inglaterra, estudia la posibilidad de analizar el aliento para identificar de manera temprana enfermedades como cáncer de pulmón y de Alzheimer “y conocerlas a tiempo te da una ventaja enorme al momento de tratarlas. Hay tratamientos buenos, pero se aplican muy tarde para lograr la mejor evolución del paciente”. 

“Decir que la tecnología va a traer la solución a casi todo puede delatar una cierta arrogancia o expresar que la humanidad puede superar todo en función del desarrollo tecnológico. Lo cierto es que hay desafíos enormes y también estamos en un momento del cambio de paradigma de la sociedad”, observó.

Razonó que mientras las máquinas y robots, y en general la automatización llegan a sustituir los trabajos de bajo valor añadido, se debe aprovechar el capital humano ya libre de estos procesos para resolver los grandes problemas “y hacer lo que mejor saben hacer: Pensar”.

Este pensar, reconoce, debe ser en el contexto de un ejercicio ético y moral y en los impactos.

Por lo pronto, en medio de un mundo en pandemia, destaca un “efecto secundario” de la covid-19 y es “que más gente tiene interés en las ciencias y en el desarrollo de las tecnologías. Es maravilloso y una gran oportunidad: necesitamos que más gente se dedique a la ciencia”.

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