#OPINIÓN Visión de frente: La Constitución es la única real politica disponible #17Feb

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Pasadas las elecciones de regionales y municipales, impedido el referendo revocatorio y suspendidas las conversaciones en México la oposición democrática venezolana ha quedado en un limbo estratégico sin que hasta los momentos haya asomado una agenda conjunta que permita un agrupamiento unitario.

Algunos están proponiendo la selección de un candidato único para las próximas elecciones presidenciales, otros dicen que estas deben realizarse antes del 2024 pero no hablan de primarias para elegir candidato. Ni unos ni otros ofrecen al país un proyecto integrador y la manera como este puede ser apoyado por la mayoría del pueblo venezolano, el cual el 21 de Noviembre optó por la abstención, dando la espalda a los partidos políticos.

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El régimen tiene un rechazo popular del 80 por ciento del electorado, internamente está dividido, sitiado por la justicia internacional, satanizado por dirigentes de izquierda que antes lo defendían, el régimen está mal pero resiste porque la oposición no ha encontrado la fórmula consensuada para desalojarlo del poder y antes bien se muestra atomizada, en pugna  interna feroz donde abundan las descalificaciones morales y los socavamientos de acuerdos cúpula que han sostenido aunque precariamente el respaldo que tienen de las grandes democracias occidentales.

Dentro de este panorama que tiene como marco una dramática crisis humanitaria donde nadie puede vivir del salario mínimo, dos dólares mensuales, con el exilio forzado de siete millones de compatriotas, con intervención de la Corte Penal Internacional debido a que la justicia interna no tiene solvencia para juzgar violaciones a los Derechos Humanos, con carteles internacionales donde se pone precio a figuras claves del régimen, incluido el Presidente, vemos un oficialismo dividido y debilitado pero también a una oposición descoyuntada  y aislada del sentimiento colectivo.

Con base a este diagnóstico los líderes opositores buscan desesperadamente una salida y apuestan su mayor esfuerzo a convocatorias de calle que reanimen el músculo popular contra el régimen, convocatorias que hasta los momentos no han logrado su objetivo entre otras cosas por no ser unitarias ni estar conectadas con las expectativas concretas del pueblo.

Urge de esta forma construir una ruta política que todos podamos transitar con comodidad, donde priven los acuerdos esenciales, con fechas ciertas y objetivos claros. Eso es lo que algunos llaman Real Politik, el proceder de acuerdo a datos concretos de la realidad y las fuerzas autenticas colocadas sobre los escenarios de poder. Al hacer balance de estas realidades nos encontramos con lo siguiente: Ha sido en eventos normados por la Constitución en los cuales la oposición democrática venezolana ha obtenido éxitos y espacios de poder verdaderos y oponibles como baza de fuerza ante la hegemonía del socialismo del Siglo 21 o Comunismo.

La victoria parlamentaria del 2015 fue producto de lo consagrado en la Constitución, al ser esta desconocida en las elecciones del 2018 sus resultados aislaron a Venezuela de las más importantes democracias del mundo, continuando hasta ahora Juan Guaidò como Presidente Interino reconocido por Estados Unidos y otros países muy importantes. Todo porque en la Constitución se contempla la figura del Interinato.

En las pasadas elecciones regionales y municipales, fijadas por la Constitución el voto de rechazo al régimen fue absolutamente mayoritario y no se obtuvieron las gobernaciones y alcaldías que correspondían a estos números debido a la división de los factores de oposición. Se ganaron cuatro gobernaciones cuando han debido obtenerse más de doce, lo cual hubiera modificado considerablemente el balance de poder en el país. 

En Barinas se ganó por 300 votos, pero el régimen quiso robarse el triunfo y convocó nuevos comicios a principios de enero. Puso toda la carne en el asador, amenazó, chantajeo, gastó millones de dólares y la oposición que fue unida le saco 45 mil votos de diferencia a favor. Allí se vio claramente que la unidad multiplica y aumenta la participación, evidencia incontrastable es que la abstención se redujo en más de 10 por ciento.

Ahora estamos en un limbo porque no hay una agenda opositora que integre a todos, y decimos a todos sin diferenciar por etiquetas ni plataformas, todos. Claro que no es fácil lograr un acuerdo entre opositores que se han convertido en rivales con divergencias extremas, tampoco se puede esgrimir que la unidad sea a cualquier costo moral. Se debe conseguir que colectivamente se desistan de aspiraciones grupales e individuales, lo cual sería lo deseable y lo que la mayoría reclama. Puestos ante el abismo del continuismo indefinido de la tiranía, no queda otro camino que buscar una fórmula integradora que nos conduzca a la salida del régimen.

Para encontrar esa fórmula hay que deponer posiciones radicales y desmontar la soberbia mediante un proceso de entendimiento que tenga como base los datos concretos de la real politik contenidos en nuestra Constitución. Por lo pronto tenemos una fecha fija, inevitable y que obliga a una organización y planificación previa que garantice el rescate de la Democracia: Elecciones presidenciales en el 2024.

Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez

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