Fui su compañero de estudios superiores. El aula prácticamente se llenaba de estudiantes; fuimos un grupo numeroso; aunque en realidad, los varones apenas si sumábamos cuatro, las hembras era el grupo numeroso que llenaba el aula. Marisela, desde el mismo día que iniciamos estudios, fue un ser especial, diferente; muy elocuente, siempre estuvo presta a ayudar en todo cuanto pudiera; sin excepción, nunca dejó de colaborar con cuantos requerían. Marisela no conocía el egoísmo, lo demostraba con sus actos. Amplia, en el sentido de su generosidad. No peco si sostengo su elocuencia porque fue siempre fácil para la palabra. Marisela fue esa compañera de estudios con franca disposición para la colaboración. Nuestra compañera de estudios no se negó en ninguna circunstancias para demostrar su espíritu de colaboración. Una excelente cualidad suya.
En particular, mis sentimientos conservan el espíritu de valoración que acompañaban sus actos. Sincera, Marisela Gonzalo Febres irradiaba simpatías, desprendimiento, espíritu de colaboración. Los pupitres nunca estuvieron vacio a la hora de la clase porque el grupo de muchachas, sobre los hombres, era numeroso; nosotros nunca fuimos más de cuatro. De modo que el conjunto de muchachas en relación con los muchachos era apabullante. Prefiero excederme en mis apreciaciones porque narro el suceder. Marisela llegó a ser para mí una indiscutible y apreciable amiga. Sus huellas en mis sentimientos son indestructibles. Cartas a Theo y el Informe Brodie son obras literarias que hizo mías su generosa bondad. Marisela tenía una manifiesta condición: apreciaba con sinceridad. Los sentimientos de Marisela forman parte integral de su manifiesta sensibilidad. Gracias Marisela por haber sembrado en mí la imborrable huella de la generosidad. Siempre seré tu consecuente deudor.
Carlos Mujica