¿Está usted en la estación terminal de la iglesia de San Francisco y quiere dirigirse a la estación del ferrocarril Bolívar? Pues debe esperar primero a que arreen las bestias para luego ser enganchadas al vagón.
Por iniciativa del general Aquilino Juares, primer magistrado del estado Lara, (así denominado desde 1881), se construyó un tranvía en Barquisimeto. La calle del Comercio fue surcada con rieles sobre los cuales se desplazaba un vagón tirado por bestias. Obra puesta en funcionamiento en septiembre de 1897.
El tranvía de caballitos -como era conocido-, partía a paso de bestia (¡3 kilómetros por hora!) desde la plaza Bolívar, frente a la Iglesia San Francisco de Asís [Hoy Plaza Lara] con un ramal principal por la calle Catedral [calle 23] subiendo luego por la calle del Comercio (av. 20), cruzaba en la avenida 5 de Julio [calle 30] hasta la estación del ferrocarril situada en la actual Comandancia General de la Policía de Lara, «epicentro de las actividades comerciales, artísticas, culturales y deportivas».
El cronista Omar Garmendia apunta que, a causa de la demanda de pasajeros y traslado de mercancías, el Gobierno se vio en la obligación de contratar otros ramales, el primero desde esa esquina [llamada de Viloria, calle 23 con avenida veinte], se desprendía un ramal [con un cambiavía para hacer la maniobra] que llegaba a 4 cuadras más abajo, es decir hasta la iglesia de Altagracia, así como otro adicional hacia el oeste con destino a las casas comerciales.
La responsabilidad de la construcción de las líneas del tranvía recayó sobre Andrés Palacios Hernández y el primer gerente de este medio de transporte fue el español Celestino Fraile García.
El Cojo Ilustrado, N.º 139, del 1º de octubre de 1897 publicó una interesante nota sobre el novedoso tranvía de Barquisimeto: “Puede vanagloriarse el Estado Lara del desarrollo progresivo que en estos últimos años ha alcanzado, debido a la fraternal asociación que la iniciativa particular y la del poder han establecido para hacer más fecundos sus esfuerzos. El Tranvía de Barquisimeto es una nueva obra de utilidad pública que acaba de inaugurarse en el Estado. La línea ha sido construida bajo la competente dirección del ingeniero doctor Andrés Palacios Hernández, y los materiales fueron escogidos por la Empresa en la acreditada casa de los señores Orenstei & Koppel, de Berlín”. [Pág. 766]
Los vagones eran de hierro con doce asientos de madera, el pasaje en el tranvía costaba medio real, pero años más tarde, con el auge del automóvil y la popularidad de la bicicleta, el tranvía fue condenado a desaparecer y dejó de funcionar en 1925.
Documento de solicitud
Proyecto de construcción de varias líneas de tranvía; dirigidas al Sr. Riera Aguinagalde, Gobernador del estado Lara.
Con papel con escudo impreso del estado Lara
Sello sexto. Año de 1890.
Que partiendo de una estación central; póngase en fácil y rápida comunicación varios puntos distantes de la población. El contrato y pide a esa ilustre corporación su otorgamiento
Barquisimeto 10 de octubre de 1890
Firma: Rafael María Lugo
con estampilla de época.
Firmada como recibida el 29 de octubre de 1890 por Lisandro González Bastidas.
El 30 de octubre de 1890, firmada y enviada a la Comisión de Fomento bajo los concejales Yánez Y Domínguez.
Existe otro manuscrito que refiere el derecho exclusivo de establecer el tranvía que partiendo de la estación central; lleguen a estación del ferrocarril, a la iglesia de la parroquia concepción, al mercado de la ciudad y a la esquina de la casa de comercio del ciudadano Francisco Perdigón.
La elocuente descripción
Hacia 1924, recuerda el cronista Alberto Castillo Arráez, los tranvías de caballitos que hacían un recorrido «…entre la estación del Ferrocarril y la antigua Plaza Bolívar hoy Lara; con un ramal para La Cochera, situada en lo que ahora es la esquina del moderno teatro Principal». Por tal razón esa esquina se llamaba de La Cochera.
Este moderno Teatro Principal ya no existe y en su lugar, avenida 20 con calle 36 se encuentra la sede de una institución bancaria.
A las damas de la época que en el tranvía de caballitos iban de paseo, lunes y jueves, a esperar la llegada del tren, Castillo las describe como «matronas peso completo, envueltas en chales, tocadas con sombreros de velo y amplias alas, calzadas con altas botas de fina piel y llevando coloridas sombrillas que, con sus hijas, no menos emperifolladas, atestaban el vetusto carri-coche».
A los varones, «galanes del pasado que igualmente recorrían la ciudad en el tranvía, los pinta con brodequines, paraguas [las sombrillas y los paraguas eran atuendo obligado], largos paltós y estrechos pantalones, signos inequívocos de la más refinada elegancia…»
En la plaza Miranda (hoy Plaza Bolívar), en los solares de viviendas como la del Dr. Eliodoro Pineda con tres maporas cerca de la antigua plaza Bolívar (hoy Lara) donde había un mamón majestuoso «a cuya sombra reposaban los caballos que tiraban de los tranvías y que allí estaba su terminal, en la casa del Dr. Antonio María Pineda y el gran palmar del bosque de Macuto».
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
IG/TW: @LuisPerozoPadua