Federico Del Carmen Carmona Álvarez vió la luz del mundo en la población de Carora el 10 de febrero de 1867, hace exactamente 155 años. No imaginaban sus padres, el general Federico Carmona Oliveros y su esposa Doña Filomena Álvarez Franco, que aquel vástago perpetuaría el noble apellido de su familia en el mundo de las comunicaciones y la información por más de un siglo.
Desde joven Federico siente inclinación por la lectura y la escritura. Es enviado a El Tocuyo por su padre el general Carmona a estudiar y el 21 de julio de 1885 recibe el grado de bachiller en el Colegio La Concordia, plantel regentado por el célebre pedagogo larense Don Egidio Montesinos.
Don Federico retorna a Carora y un año después, el 15 de diciembre de 1886 Don Federico Carmona contrae nupcias con su prima Doña Francisca Fiqueroa Carmona, quien lo acompañará en su larga trayectoria de las comunicaciones, desde las austeras prensas planas hasta el mundo del periodismo moderno.
Inicia Don Federico su empresa en 1890 con la compra e instalación de un taller que denominó «Imprenta Torres» y que funcionó en su propia residencia aledaña a la Plaza Bolívar de Carora. Allí se imprimieron varios periódicos, pero ninguno era propio.
Don Federico se inicia en el mundo de las letras escribiendo para algunos de los diarios que él imprimía en su taller. Redactó para el «Liberal Amarillo» en 1891, «El Bien Común» en 1893 y «El Partido Liberal» en 1900. A principios del Siglo XX ya rondaba por la mente de aquel modesto empresario la creación de un periódico propio.
Es así como el 1 de enero de 1904 Don Federico Carmona saca a la calle la primera edición de El Impulso, periódico propio que servirá como órgano divulgativo cultural. así como de los aconteceres locales, nacionales e internacionales, valiéndose de lo último en tecnología como lo era el telegráfo y su servicio de cables.
No fue fácil. Al principio El Impulso se vendía por suscripción y el grueso de los ingresos de la empresa familiar provenía de otros conceptos como impresión de talonarios y cuadernos de contabilidad que se hacían a pedido en la Imprenta Torres.
A lomo de mula Don Federico recorría largas distancias por polvorientos caminos para atender los pedidos de las casas comerciales locales, sus principales clientes. De Carora a Curarigua, Aregue y Río Tocuyo iba el tenaz empresario a recoger pedidos de material impreso y en esas ausencias Doña Francisca, su esposa, quedaba a cargo de la Imprenta Torres.
En esos viajes se hizo acompañar Don Federico, luego de aquel primero de enero de 1904, de los ejemplares de su nuevo periódico y a cada visita lo mostraba con orgullo. Esos mismos comerciantes que le encargaban talonarios de factura, de pronto tenían en sus manos un medio a través del cual podían enterarse de lejanos acontecimientos en tiempos en que aún ni siquiera había servicio de electricidad en aquellos apartados rincones.
Con ansiedad se esperaba a Don Federico para saber qué pasaba en dentro y fuera del país. En la sección Noticias Telegráficas de El Impulso se enteraban que ocurría en Caracas o en Europa, los avances científicos en materia de telecomunicaciones, aviación, automovilismo etcétera. ¡El Impulso era una ventana abierta al mundo!
La demanda de El Impulso creció, obligó la compra de nuevos equipos que agilizaran la salida de más ejemplares a la calle y a trascender los límites geográficos en procura de llegar a más lectores cada vez.
Así nació esta empresa comunicacional que hoy rebasa el siglo. Don Federico Carmona fue un hombre de una extraordinaria visión, pues supo conjugar comunicación y entretenimiento en un espacio y un tiempo inimaginable. Su legado hace hoy de El Impulso el medio comunicacional más antiguo de Venezuela.
