“Debemos aprender lo que los clientes realmente quieren, no lo que dicen que quieren o lo que creemos que deberían querer ”.
Eric Ries
Existen dos tipos de emprendedores a mi modo de ver. Están los que hacen cientos de ellos al grito de “el contenido es el rey”, y tienen una estrategia de contenidos porque “hay que tenerla”, y existen otros que ni siquiera crean uno porque nadie en la empresa puede hacerse cargo de ello, no saben de qué hablar, cuándo publicar, dónde y con qué frecuencia.
Es importante tener una estrategia de contenidos, pero no porque todo el mundo la tenga, sino porque debe ayudar a crear una relación de valor con el público.
Tanto si produces contenidos como si no hubiera un mañana, como si te da miedo oírlos mencionar, recuerda que siempre se ha hablado de la Experiencia Cliente, de cómo hacer que la relación entre tú y tus clientes sea lo más satisfactoria posible.
Por lo tanto, Crear contenido, sí, ¡pero con criterio!
Hay dos escenarios diferentes: los que crean contenidos «como si no hubiera un mañana», convencidos de que cuanto más material tengan, más seguidores tendrán y los que no crean nada, convencidos de que son inútiles y que nadie los lee.
Mientras piensa en el contenido a crear, concéntrese en su cliente, piense en sus necesidades e haga preguntas, por ejemplo, «¿por qué te eligieron?».
Por otro lado, con el Smartphone siempre bajo nuestros ojos, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, llegan notificaciones de todas partes, incluidos e-mails, WhatsApp, chats de trabajo… sin olvidar las distracciones que dan los compañeros y clientes que siempre tiene una petición que hacer… y he aquí que la jornada laboral ha terminado de nuevo y le parece que no ha completado nada ni siquiera hoy.
¿Te suena familiar? Es un problema para muchos y compromete la calidad de nuestro trabajo.
Pero hay una solución para salir de estos bucles, y se llama trabajo profundo.
Es un concepto desarrollado por Cal Newport, autor de no ficción y profesor de informática, quien lo define como la capacidad de realizar actividades profesionales en un estado de absoluta concentración, sin distracciones.
Piensa en ello.
Igualmente, sabes exactamente, ¿cuánto tiempo han estado tus clientes contigo?
A menudo, los empresarios se enfocan en adquirir nuevos contactos y no piensan en aquellos que ya les compran. Mantener una relación duradera y satisfactoria con tus clientes, sin embargo, es una meta que debes trazarte para tener un negocio sólido y saludable.
El cliente fiel es aquel que se conquista todos los días. Pero hoy ya no basta con los descuentos genéricos o las tarjetas de fidelidad: todos las tienen.
Definitivamente, Si no intrigas a tu cliente y lo mimas con algo más, tarde o temprano tu competidor se lo pensará.
Italo Olivo
www.iolivo.com