Esta ave se caracteriza por su coronilla, nuca y laterales de la cabeza grises, acompañados de una corona estriada de color negro. En su frente destaca una línea blanca y corta.
Su garganta y parte ventral son amarillas de tonalidad fuerte, al igual que las patas, aunque éstas son más pálidas que el vientre.
Registrada originalmente en 1868 y considerada de pocos ejemplares, después de varios años sin avistamientos fue redescubierta en Cerro Negro en 1993.
Endémica de la región de Turimiquire en el noreste de Venezuela.
Sus avistamientos son cada vez menos comunes. Las pocas veces que ha sido registrado se la ha visto en parejas, grupos familiares y bandadas de especies mixtas en el sotobosque y los bordes del bosque nuboso y parches de bambú, pero siempre cerca de áreas con bosque maduro.
Tiene bastante actividad por las mañanas, con llamadas y cantos distintivos, a menudo muy fuerte en dúo.
Expertos coinciden en que la extensa deforestación y el deterioro de la mayoría de los hábitat del Chiví cabecigris constituyen su mayor amenaza.
El macizo de Turimiquire, uno de los sitios donde se puede apreciar esta ave, está considerado como uno de los más amenazados de Venezuela, y tiene una larga historia de impactos ambientales, principalmente por prácticas agrícolas, incendios e invasiones de tierra.
Infografía: Omar David Suárez
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