#OPINIÓN Revocatorio revocado #27Ene

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Algunos parecen creer que al tener dos rectores democráticos en el Consejo Nacional Electoral está garantizada la transparencia de las actuaciones de ese organismo.

Sucede que con una mayoría roja de 3 a 2, esos rectores minoritarios apenas pueden fungir de testigos de primer orden y mayor credibilidad ante los desmanes, atropellos y delitos que puedan cometer los otros tres. Si acaso, podrán persuadir a la mayoría en asuntos donde al régimen no le vaya la vida política en los resultados. Eso lo vienen haciendo, y haciendo bien.

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Tristemente, desde el comienzo de este desgraciado período de la historia venezolana, demasiados han creído la ficción de libertad y democracia que – para sus relaciones públicas – siempre intenta mantener un régimen forajido, carente de la menor decencia y sin atisbo de ética.

En consecuencia, el movimiento democrático se ha roto la cabeza – una y otra vez – con iniciativas estrictamente legales ante la pared de trampas y trapisondas amañadas para favorecer a la tiranía y su permanencia en el poder.

Los temas y teorías legales siempre deben estar presentes, pero solo en conjunción con otros factores, sobre todo con la estrategia y táctica de las actuaciones políticas.

De lo contrario, un régimen que fundamentalmente controla todos los poderes del Estado – y los que no puede controlar los suplanta con entes paralelos – siempre estará en condiciones de mover dos cuerdas de la tradición política latinoamericana: “Usted tiene razón, pero va preso”, y “Pues estoy pudiendo”.

Quizás entusiasmados por el éxito electoral en Barinas – al que confluyeron importantes factores ausentes de la iniciativa que proponían – los promotores de un revocatorio le dieron aviso al régimen que presentarían su propuesta aun sin contar con el apoyo de la mayoría decisiva del movimiento democrático.

En otras palabras, le sirvieron en bandeja de plata a la hueste de zamuros leguleyos que en las distintas instancias que controla la dictatura cuidan carne inocente, la posibilidad de sacarle el tiro por la culata al movimiento democrático. Una vez más.

Lo del “revocatorio” es un pavoso invento que en política venezolana surgió de la afiebrada imaginación del difunto teniente coronel, que una minoría presentó en un nuevo ejercicio de dibujo libre, sin contar con el apoyo político imprescindible, cual si fuera una propuesta política normal en el entorno apacible de Suiza.

Esperemos que el tatequieto propinado por el actual CNE sirva de lección a todos los que se dedican al juego de la oca en un complicado tablero de ajedrez. Fe y adelante.

Antonio A. Herrera-Vaillant

[email protected]

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