Por Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com
¿Cuál es la cara antagónica del silencio?: Estruendo, sonido, voz o sonoridad, palabra, sonoridad, que guarda sentido estrecho con sororidad, aquella manera de expresar solidaridad entre mujeres.
La pisada del ñandú (o cómo transformamos los silencios) y Guardar semillas en el cabello, son las exposiciones con las cuales el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Panamá inicia un 2022 de especial gloria: es el año de su 60 aniversario, y lo hace en una visión fraterna, sonora y sorora, poniendo voz al silencio del cuerpo, de las comunidades que callan pero no otorgan, a las mujeres, a los niños, a los indígenas… con el arte, en voz alta.
María Lucía Alemán, directora ejecutiva del MAC, ha dado la bienvenida a este 2022 con estas dos muestras que recorren el diálogo persistente de la sociedad consigo misma y prueban, que con o sin pandemia, recetar cultura cura hasta la más insospechada enfermedad.
El afecto del arte
El 2021 ha sido para el MAC, la demostración de cuán necesario es curar con este afecto desprendido del arte en primera persona: en marzo volvieron a la vida, de manera segura, recuperaron las cifras y celebraron 10,719 visitantes; 3,102 niños atendidos (entre zoom y presencial) con su programa educativo y se desarrollaron cinco exposiciones de artistas panameños y regionales, con un total de 557 actividades, dirigidas al público.
Anuncios a los medios antes de la visita guiada a las muestras inaugurales de 2022: El MAC crece y lo hace desde adentro con su bóveda transformada en sala multiusos para contar con nuevos espacios en manos de los artistas e iniciativas, siempre en una visión poderosa: que respondan al sentido del arte contemporáneo y aporten a construir ciudadanía.
“Ante los cierres de espacios culturales y de galerías de arte, lo más lógico era justamente ser un lugar que le abriera la puerta a colectivos, artistas emergentes, a la posibilidad de tener conversatorios charlas y capacitaciones”, dijo.
El MAC también celebra crecer en cuerpo y alma: luego de 40 años, logró habilitar la figura de curador adjunto, posición que gana, luego de una convocatoria internacional, Juan Canela (España, 1980), que ayudará a trazar un plan para el público y la colección, esfuerzo que ha sido posible hasta ahora por el apoyo del Consejo Técnico del Museo.
Cerrado el capítulo de 2021, el 2022 arranca con una cifra redonda, prueba del andar: 60 aniversario. 60 años que, desde ya, se cuentan a los cuatro vientos porque es el símbolo de una labor y una trayectoria.
La meta en este 2022 viene con cifras: cerrar con 18,000 visitantes atendidos.
De la mano con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y el Ministerio de Educación (Meduca), capacitar a 6,000 niños en programas corporativos, desarrollar cinco exposiciones con temas relevantes para la comunidad, crear nuevas alianzas en pro de la sostenibilidad, acentuar en la capacitación profesional de los artistas y, de nuevo, la circunstancia de un 60 aniversario que es un canto a la juventud eterna de lo contemporáneo, incluso, en su tercera edad.
La pisada del ñandú (o cómo transformamos los silencios)
Mag de Santo y Duen Sacchi, del colectivo Río Paraná de Argentina y curadores de la muestra La pisada del ñandú (o cómo transformamos los silencios), han logrado un viaje inverso a la historia de la colonización: la muestra se inaugura en La Virreina Centre de la Imatge, institución dedicada al arte contemporáneo en Barcelona (España) y viaja a Panamá, su primera parada en América Latina.
En un diálogo con Diego Falconí Trávez, profesor asociado en el Área de Letras en la Universidad Autónoma de Barcelona y profesor e investigador en el Colegio de Jurisprudencia de la Universidad San Francisco de Quito (Premio Casa de las Américas 2016), que además generará el documento Bajo la constelación del ñandú. Diálogo entre el Colectivo Río Paraná y Diego Falconí Trávez (https://revistas.usfq.edu.ec/index.php/posts/article/view/2496), el autor analiza que la muestra, cuyo soporte es una larga investigación documental, evalúa en el discurso “los vínculos entre anti-colonialidad y disidencia sexual en los campos del arte, el activismo y la práctica museográfica para entender espacios de opresión y resistencia que los cuerpos travestis, trans y no binarios del Sur ocupan más allá de lógicas asimilacionistas”.
La pisada del ñandú recuerda que la constelación de la Cruz del Sur, que así la bautiza Magallanes y será la guía de navegantes y caminantes, es en la cosmogonía indígena la pisada del ñandú en el cielo.
“Los indígenas no veían cruces; veían pisadas de animales”, razonan los curadores que muestran los espacios delimitados de la sala superior del MAC, en la cual transcurre la muestra: La violencia, El espacio, El tiempo y El Origen.
“La agenda civilizatoria colonial occidental, instaurada desde el siglo XVI, se hace presente en un aspecto crucial: la imposición de una temporalidad única. La flecha del tiempo occidental -pasado, presente, futuro- modulará las delimitaciones territoriales, el capital material y simbólico y las posibilidades de existencia.
Este ordenamiento temporal, marcado por un acontecimiento datado -12 de octubre de 1492, impondrá la idea de un tiempo antes del cual no hay tiempo: el tiempo de la desaparición será infinito; la temporalidad será un campo de batalla”.
En este discurso, desde la época colonial a la modernidad, es un indagar en la piel, la sexualidad, el género, la identidad étnica y las prohibiciones, en una mirada, desde la expresión cultural y artística, a la “contrahistoria de los cuerpos” para que su voz se escuche por encima del silencio.
Guardar semillas en el cabello
En esta ruta de la sonoridad y la sororidad, Guardar semillas en el cabello apela al simbolismo de las trenzas y a la fuerza de los caminos, y tendencias, que se cruzan.
Esta muestra tiene su origen en la convocatoria Abordajes: Becas de Investigación de la Colección MAC.
Curado por Juan Canela, el proyecto expositivo suma la mirada de cuatro curadoras invitadas: la gestora cultural Judith Corro; la artista y trabajadora cultural Cristina López Urriola, la investigadora afrodescendiente Andrea Miranda Pestana y Mana Pinto, interesada en los formatos que promueven estos diálogos colectivos.
Colección MAC Panamá:
José Luis Alexanco, Per Anderson, Hugo Bilbao, Beatriz Briceño, Christy Carleton Sass, Rubén Contreras, Andre Cypriano, Olga de Amaral, Oswaldo de León Kantule, Isabel de Obaldía, Juan Downey, Alberto Dutari, Sandra Eleta, Roberto Fabelo, Arturo García Bustos, Leónida Gonzalez, Teresa Icaza, Mónica Kupfer, Lucío López Kansuet, Rubén Maya, Mónica Mayer, Margarita Monsalve, Ernesto Ortiz, Cecilia Paredes, Gisela Quintero, Eudoro Silvera, Al Sprague, Haydée Victoria Suescum, Aristides Ureña Ramos, Julián Velasquez, Roberto Vergara, Alicia Viteri, Roger Von Gunten
Artistas invitades:
Ana Sofía Camarga, Giana De Dier, Andrea Lino Machi De Caizamo, Abigail Lucien, Julieth Morales, Lizette Nin, Naomi Rincón Gallardo, Risseth Yangüez y Jardines en Balsas
Andrea Miranda Pestana y Cristina López Urriola, guiarán el recorrido por esta exposición que tiene en la colección del MAC Panamá un soporte fundamental y explica la interrelación entre las texturas visuales, con claro predominio del discurso desde lo femenino, lo aborigen y lo afro: “Evocando ese acto íntimo del trenzado, queremos propiciar un accionar en el que dolor, amor y odio, parecieran entremezclarse. Así, entre conversación y conversación, hemos ido trenzando el pasado con el presente, lo humano con lo no humano”, describen.
Julieth Morales, artista Misak, pueblo originario del sur de Colombia, participa como artista invitada en Guardar semillas en el cabello, con su muestra La Señorita.
Forma parte de una nueva generación que transita entre la ciudad y su comunidad originaria, en duelo entre la formación mestiza y el ser juzgado por ambas orillas: “Si no eres suficientemente mestiza o si no eres suficientemente indígena”, son dos señalamientos que se cruzan. Y, aun así, toca andar.
Su obra descansa en las interrogaciones del cuerpo y la pertenencia.
“Una de las mayores fortalezas de una colección reside en su movilidad. La itinerancia de los objetos hace que las personas vuelvan a mirar, comprendan de manera diferente lo que vieron y desarmen lo asumido”, analizan los curadores al festejar la capacidad dialogante de una colección, que al mirarse de otro modo, se reinventa y abre otras puertas significantes. Bienvenido. 2022.
Leer más www.lawebdelasalud.com