Doctor Oscar Bracamonte: El populismo y la falta de controles inciden en la corrupción de Venezuela #26Ene

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Estar ubicado entre los cinco primeros países corruptos del mundo, indudablemente, es una vergüenza para los venezolanos, dice el doctor Oscar Bracamonte, excontralor general del estado Lara.

Al hacer referencia al índice establecido por Transparencia Internacional, según el cual después de Yemen, Venezuela ocupa el segundo lugar entre los países corruptos, es muy grave. Detrás de nuestro país están Somalia, Siria y Sudán del Sur, todos en situación inestable y con gobiernos autoritarios.

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La explicación más clara de que Venezuela, desde el año 2012, esté incluida en esa nefasta lista es muy grave y se debe, fundamentalmente, a tres motivos: 

1) El desarrollo de políticas populistas, que con el pretexto de favorecer a la población, están destinadas a la más abierta corrupción; 2) la falta de controles por parte del Estado en la administración de recursos; y 3) el control absoluto de todos los poderes por parte de la administración de Nicolás Maduro.

Ya antes de que se implantara el chavismo, había comenzado en nuestro país una práctica totalmente reñida con la buena administración de los recursos del Estado, a través de los denominados programas sociales. Precisamente, el chavismo insurgió contra la corrupción, pero demostró ser peor, porque no sólo ha sido el régimen más corrupto, sino el que ha llevado la corrupción a los más ilimitados ámbitos. Además de haber ampliado esos desaguaderos de los dineros públicos en los tales programas sociales, los llevó a otros países debido a la bonanza del petróleo. Y se crearon estructuras más allá de nuestras fronteras.

El caso de la venta subsidiada de bolsas o cajas de comida de mala calidad no ha resuelto nada, porque hoy, según la propia encuesta Encovi de las Universidades Central, Católica Andrés Bello y Simón Bolívar, el 96% de los hogares  venezolanos se encuentran en situación de pobreza y de estos el 79% en condición de pobreza extrema. ¿A dónde llegó la alimentación dirigida a esas personas? Aparte de que nunca se ejerció control de calidad, las operaciones estuvieron a cargo de individuos que formaron empresas de maletín y colocaron dinero en paraísos fiscales. Están muriendo de hambre quienes debieran estar protegidos por el Estado.

No se sabe a quiénes les llegan esas bolsas o cajas del Clap, porque eso está sujeto a una política de gobierno y en el desarrollo de la misma impera la corrupción. De la misma forma ha pasado con los alimentos destinados a los escolares. Y de igual forma con todos los programas destinados a los sectores de educación y salud. No tenemos nada que agregar a los servicios públicos, porque éstos han colapsado después de haberse gastado cifras enormes que nadie sabe a dónde fueron a parar.

El segundo punto, la falta de controles está a la vista. Ni la Contraloría General de la Nación, ni las de los estados, ni mucho menos en los municipios, hay control alguno. No existen licitaciones públicas. ¿Quién controla los gastos de ministerios, institutos y empresas del Estado? El jefe del gobierno dispone de los recursos como si él fuera el dueño de los ingresos nacionales. Y del mismo modo hacen los demás funcionarios. Esta es una situación incontrolable porque se ha dejado que pase así, alegremente, con los años.

Y el tercer aspecto, es que como no hay autonomía en los poderes, porque todos están sujetos al Ejecutivo Nacional, no existe actuación alguna que impida la corrupción.

Dentro de la crisis que tenemos, es un drama muy grave la corrupción, porque el dinero de ésta no beneficia sino a quienes son beneficiarios de ella.

Es lamentable que Venezuela esté en la cabeza de los países corruptos porque eso indica que no podemos salir adelante, porque la corrupción es el peor mal que puede padecer un país, que ha dejado de tener los enormes ingresos que le producía el petróleo y cuyos servicios están colapsados, con una población que día a día se está yendo a otros países porque ya no puede subsistir y que, además, muere de mengua y de enfermedades porque cada vez hay menos personal sanitario y menos medicamentos para curarse. Y  lo más terrible es que la esperanza de un cambio, como el que se vislumbraba con el referendo revocatorio, ha sido anulado y no hay reacción de los partidos políticos de oposición, dejando a la población en frustración total.

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