Por: Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com
En el año 2006, Venezuela invertía cerca de $4.2 millones por año para cubrir los costos de atención médica a causa del rotavirus.
Los investigadores estimaban que un programa de vacunación para prevenir la diarrea severa causada por el rotavirus, evitaría el 52% de las muertes (https://scielosp.org/article/rpsp/2006.v20n4/213-222/es/)
Estas cifras llevaron al país a tener un papel pionero en el estudio de la vacuna de rotavirus. Hoy existe la vacuna en el mundo pero no en Venezuela.
El Dr. Manuel Enrique Figuera, presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI), analiza la realidad de las enfermedades desatendidas en el país, en un contexto de pandemia y como consecuencia de los efectos de la prolongada crisis médico-asistencial que tiene en la emigración de más de 60,000 profesionales de la salud un punto de inflexión determinante.
El especialista advierte que el país ocupa un primer lugar nada deseable en la lista de procesos infecciosos continentales.
En 2016, después de 24 años, reapareció la difteria.
Entre los años 2017 y 2018 se reportó brote de sarampión.
Estos indicadores son expresión de la cobertura vacunal insuficiente de la población meta.
La minería ilegal también enferma
El presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología destaca que Venezuela es el país con mayor número de casos de malaria o paludismo en la región.
El Dr. Figuera explica que el problema del paludismo en Venezuela tiene particular origen en el municipio Sifontes del estado Bolívar, donde gran cantidad de personas ejercen la minería ilegal en el llamado arco minero, “con mucho daño ecológico y en salud”.
Explica que muchas personas regresan a su sitio de origen “y llevan la miseria de haber estado en las minas, pero también enfermedades como malaria, tuberculosis, sífilis, gonorrea y VIH”.
En el caso de la sífilis, destaca que ha incrementado de manera muy importante “y lo sabemos por una expresión secundaria; el aumento de sífilis congénita en niños, lo cual también habla de la falta de seguimiento de las mujeres embarazadas porque no van a los controles prenatales”.
El Plan Maestro para el fortalecimiento de la respuesta al VIH, la tuberculosis y la malaria en la República Bolivariana de Venezuela desde una perspectiva de salud pública, producto de una misión técnica que involucró la participación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de ONU SIDA y del Ministerio del Poder Popular para la Salud de Venezuela, ha permitido garantizar el acceso a medicamentos para atender el VIH.
Sin embargo, el experto señala que se necesitan pruebas diagnósticas para la detección de casos.
Datos del plan maestro informan que “en el 2016, con base en las últimas estimaciones disponibles, en Venezuela había 120,000 personas que vivían con el VIH, 6,500 nuevas infecciones y 2,500 defunciones relacionadas con el SIDA”.
El presidente de la SVI resalta que el país ha tenido declive en aspectos de atención primaria o ambulatoria, secundaria y terciaria.
Por fortuna, subraya, hemos tenido apoyo de organizaciones internacionales como la OPS que apoyan en las vacunaciones, gracias a lo cual se ha controlado la difteria y el sarampión.
La COVID-19 que aleja de la otra vacunación
El Dr. Figuera observa que debido a la pandemia, Venezuela replica una situación que es global: la población pediátrica se aleja del esquema habitual, en particular por miedo al contagio en centros de salud saturados por pacientes COVID-19.
Sin embargo, señala que desde un principio la comunidad médica ha insistido en la necesidad de cumplir con las estrategias pediátricas así se esté en pandemia.
De acuerdo con datos de la OMS y la Unicef, de manera global, “23 millones de niños no recibieron las vacunas básicas a través de los servicios de inmunización sistemática en 2020”, reflejo de las interrupciones del servicio global debido a la pandemia.
En Venezuela, la Unicef apoya con la provisión de las vacunas BCG, Polio Inyectable/Polio Oral, Fiebre Amarilla, Toxoide Diftérico-Tetánica, SRP (Sarampión, Rubéola y Parotiditis), y Pentavalente (esta incluye difteria, tosferina, tétano, hepatitis B pediátrica, y Haemophilus Influenza tipo B).
El presidente de la SVI señala que la vacuna contra el neumococo no existe en Venezuela. Tampoco se está cumpliendo la inmunización contra la influenza que beneficiaría a los grupos de riesgo.
“Venezuela fue pionero en el estudio de la vacuna de rotavirus. No la tenemos y eso expone a una población desde el punto de vista social y económico, con desnutrición, a tener riesgo de infecciones prevenibles con vacunas”.
En relación con la vacuna contra el VPH, recordó que previene cáncer de cuello uterino.
“Es una vacuna que se coloca de manera gratuita en distintas partes del mundo y aquí en Venezuela no la tenemos”.
Falta información epidemiológica
El especialista advierte que en Venezuela la información epidemiológica no está disponible de primera mano.
“El boletín epidemiológico, fuente de información fundamental que todas las semanas se debería expresar, desde el 2016 no se ha publicado y hemos tenido repuntes de dengue, chikungunya, zika e infecciones como hepatitis A”.
Advierte que al no contar con cifras se trabaja a ciegas desde el punto de vista epidemiológico.
Parte de las estadísticas disponibles son gracias a los reportes de la OPS.
Igual situación ocurre con la COVID-19, en tanto existe contradicción entre las cifras que el Gobierno comunica a la población y la que aporta a la OPS.
Situación de la pandemia en Venezuela
Al ofrecer una actualización de la pandemia, el presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología dijo que esperaban, como así ocurrió, un incremento de casos con la llegada de la variante ómicron.
“Las hospitalizaciones no han sido importantes, pero sí sabemos de muchas personas que están enfermas”.
En los pacientes detectan síntomas respiratorios superiores que “se suelen confundir con gripe o resfriado, pero en realidad es COVID-19”.
De acuerdo con las cifras de la OPS, el 40% de la población venezolana ya está vacunada.
El Dr. Figuera indica que no tener un alto porcentaje de vacunación se debe a problemas de suministro con la segunda dosis de la vacuna Sputnik o falta de cobertura.
Con respecto a la tercera dosis en Venezuela, la SVI acepta el esquema de refuerzo, seis meses luego del esquema completo, pero considera que se debió iniciar la inmunización en el mes de diciembre de 2021 para proteger a los grupos más vulnerables.
Entre los elementos protectores que han ayudado a la población, destaca el uso de la mascarilla y el aislamiento del país porque son pocos los vuelos internacionales.
El especialista reflexiona que la situación epidemiológica y sanitaria en general podría tener un mejor desempeño si el Gobierno aceptara la asesoría de expertos e instituciones como “la Academia Nacional de Medicina que ha hecho muchos comunicados pero han sido ignorados, aun cuando sus recomendaciones contienen elementos técnicos”.
Recomendaciones
Al paciente COVID-19 no vacunado le exhorta a vacunarse “porque la inmunidad de la infección es menos predecible. Con la vacuna la seguridad es mayor”.
El Dr. Figuera explicó que toda persona con síntomas respiratorios, fiebre, dolor de garganta o malestar, tiene COVID-19 “hasta que no se demuestre lo contrario”.
Reflexiona que las demás enfermedades no desaparecieron, pero con la prevalencia de ómicron en Venezuela es lógico suponer esta asociación.
Sobre la indicación de los CDC de solo cinco días de aislamiento y cinco adicionales con mascarilla, dijo que en Venezuela no se recomienda: “Los estudios indican que al día 5, todavía el 50% de los pacientes podía infectar o tenían cargas virales importantes para ser detectadas por prueba PCR. Hasta el día 10 hay riesgos”.
Una vez recuperada, la persona, si no tiene su esquema de vacunación completo, se debe vacunar.
“Usted se puede vacunar así esté tomando antibióticos o tenga problemas de tensión. La única contraindicación es haber tenido una reacción anafiláctica severa en la primera dosis”, detalló.
En el caso de los niños, recordó que se les pueden colocar las habituales además de COVID-19.
“A las vacunas, reflexionó, hay que perderles el temor. El agua potable, aprender a cocinar la comida y las vacunas, son los elementos que han permitido evitar infecciones que en el pasado implicaban millones de muertes”.
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