#OPINIÓN El asedio de la dictadura perezjimenista contra El Impulso #21Ene

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Tras el confesional golpe militar encabezado por el general Marcos Pérez Jiménez contra el presidente Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, se inicia un acoso contra los medios impresos y radiales del país. 

De inmediato entran en funcionamiento la aplicación de la censura y autocensura en los mismos en lo que algunos historiadores y sociólogos han denominado la etapa de la dictablanda. Aunque en  Caracas son cerrados al menos unos 20 medios entre revistas y periódicos. La arremetida tiene como primer objetivo el diario El País, vocero de Acción Democrática cuyo estratega era Rómulo Betancourt. Esa deleznable actividad la cumple la  Comisión de Examen de Prensa que funciona desde el Palacio de Miraflores.

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La labor de cesura gubernamental se entiende al estado Lara donde operaban los periódicos El Impulso, El Diario de Carora y Ultima Hora más cinco emisoras de radio, cuatro de las mismas son propiedad de los hermanos Ámilcar y Rafael Ángel Segura. La Comisión de Examen de Prensa la encabeza el periodista marabino Vitelio Reyes, quien por cierto publica posteriormente en El Impulso una columna de opinión con énfasis en temas de la tradición cultural que tendrá su máxima expresión en el proyecto doctrinario de la dictadura conocido como El Ideal Nacional de tendencia positivista.

Los censores y la policía política la Seguridad Nacional centraran su atención en el diario El Impulso, dirigido por Juan Carmona,  por considerarlo el medio de mayor peso en la sociedad larense.  Las visitas a la dirección y sala de redacción de los agentes de la SN y la comisión de Examen de Prensa eran constantes a manera de recordatorio sobre lo no se debía escribir y menos publicar. Evitar todo lo que molestara a los intereses de la dictadura. Nunca faltaban las burlas de estos funcionarios hacia los periodistas a los que aplicaban la guerra sicológica sobre los peligros que corrían si no acataban las pautas de la censura, a saber: desde el  acoso, humillante interrogatorio, detención hasta un carcelazo. 

Entre los años 1954 y 1957 ejerce la jefatura de redacción el abogado Francisco Cañizales Verde. En la página de opinión el valiente escritor pública una columna que firmaba con el seudónimo de “El Kalifa”. Algunos de sus contenidos no gustaban a la tiranía que se empeña en averiguar quién es El Kalifa. Igualmente en las páginas del diario de los Carmona aparecían materiales enviados por agencias de prensa que tampoco eran del agrado del régimen en la localidad. Varios de esos contenidos estaban relacionados con dictaduras en América latina, la fuente cultural  con referencia algunas veces a los escritores venezolanos Andrés Eloy Blanco y Rómulo Gallegos, ambos en el exilio.

Por esa causa el director y jefe de redacción de esa época fueron citados dos veces a la sede de la SN ubicada en la carrera 19 entre calles 23 y 24, acera sur. En los interrogatorios les cantaban la cartilla de la censura a cumplir e insistían en saber quién es El Kalifa. La posición de ambos siempre fue muy digna pues los esbirros nunca lograron sus objetivos. Silencio total.

Entonces abundaban los “caliches” en los periódicos con noticias de farándula, sociales, entretenimiento  e internacionales para evitarse problemas con la despiadada censura de la tiranía. Se publicaba lo que interesaba y convenía a la misma. En cuanto al lenguaje estaban erradicados los vocablos dictadura, tiranía y régimen, entre otros. Todo sometido a la interpretación y parecer de los censores quienes solían reprobar bajo su particular criterio el contenido de una información, como nos lo contó el reportero gráfico Tito Mendoza. 

Al inicio del año 1957 la dictadura arrecia la represión contra la Resistencia dirigida por AD y PCV al igual que los medios de comunicación social existentes. Los agentes de la SN habían dado con la identidad de El Kalifa. En febrero de 1957 es detenido Francisco Cañizales Verde.  En esa oportunidad también fueron capturados el abogado y escritor curarigueño Virgilio Torrealba Silva, ex director del periódico Tribuna y columnista de El Impulso, Juan Páez Ávila, secretario  regional de organización de AD y el estudiante del liceo Lisandro Alvarado Miguel Vivas. Los cuatro son enviados a la cárcel de Ciudad Bolívar por el lapso de casi un año.  

La madrugada del 23 de enero de 1958 llega a su fin la terrible década del régimen dictatorial en el país, con sus secuelas de censura en los periódicos y la radio. Es cuando Pérez Jiménez huye al exterior cargado de dólares en varios maletines a bordo del avión presidencial La Vaca Sagrada. 

En Barquisimeto la noticia se conoce a las tres  de la madrugada por conducto de Radio Barquisimeto que pone al aire de emergencia Ámilcar Segura. Los principales dirigentes de la Resistencia hablan por sus micrófonos.

Mientras que El Impulso ese día publica una edición extra o especial con la principal noticias y otras relacionadas con el histórico acontecimiento. En su formato estándar a cuatro páginas aparece ampliamente desplegada a cuatro columnas la noticia con este título: 

Cayó el gobierno de Pérez Jiménez

Nótese que el titular principal está construido con el sustantivo “gobierno” precisamente  el lenguaje impuesto por todos los regímenes  dictatoriales de izquierda o derecha. De suyo es el que durante esos diez años debió utilizar El Impulso en acatamiento a la censura. De lo contrario se exponían al castigo tal como le ocurrió a Cañizales Verde. El lenguaje libertario solo se podía emplear en los medios clandestinos, volantes y las pintas con brocha gorda en paredes que realizaba la Resistencia. Era cuando quedaba impresa en las paredes la desafiante consigna:

¡Libertad! ¡Abajo la dictadura! 

Una de las fotos es la de la valiente reina del liceo Lisandro Alvarado Elizabeth Gutiérrez, una chama de apenas 16 años nativa de Baragua, detenida por la Seguridad Nacional por su participación en manifestaciones callejeras contra la dictadura, entre éstas la frustrada celebración de su coronación en el Club Ayarí en la víspera del fin del régimen. Otra noticia se registra la situación de los presos políticos en la región dejados en libertad ese día. 

A la luz del enfoque de géneros y formatos se evidencia el conocimiento y práctica del periodismo temporal. El mismo se expresa en la actualidad cuando se difunde la noticia  con nuevos ángulos o fases sucesivas. En una de las informaciones lo hacen al colocar el recurso del antetítulo “último minuto” muy propio de la radio. Eso lo hacían en El Impulso en 1958.  Una práctica desaparecida en los periódicos venezolanos y decayendo también en la radiodifusión. Ello por el predominio del periodismo reflejo de los radio periódicos primero y ahora el periodismo web sin adaptación alguna. 

La edición extraordinaria salió a la calle al medio día al precio de 0,25 céntimos agotándose de inmediato. En esos tiempos los pregoneros voceaban a partir de las seis de la mañana la edición diaria en calles de aquella urbe de unos 200 mil habitantes y que de norte a sur limitaba hasta la calle 62. Ese día la edición extra la vocearon más tarde de lo acostumbrado. Entonces,  un extra en impreso era la manera de ofrecer una noticia  trascendente de última hora. Es el equivalente al formato del extra o flash  en radio que cumple similar función pero con voces, sonidos, efectos y silencio. Ese día también cesaba la odiosa censura impuesta por la tiranía. 

Una actividad de este tipo se desarrolla bajo agotadora tensión por lo urgente visto que no admite pausa alguna. Se trata de construir noticias sobre la marcha de los acontecimientos  sin la relativa calma cotidiana. Todo sujeto a los inmediatos y sucesivos cambios del momento. Una reconfortante experiencia similar a la de la prensa clandestina de entonces. En lo concreto se está ante las noticias sobre la ansiada libertad de un pueblo sojuzgado durante una década por la tiranía.

Sobre éste y otros temas del perezjimenato recomendamos la lectura de nuestro libro “La dictadura perezjimenista en Lara” publicado en 2016 con el aporte económico del diputado de AD, Edgar Zambrano. El mismo está disponible en la Biblioteca Pública Pío Tamayo.

Freddy Torrealba Z.

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