Macario González, exalcalde de Iribarren, lamenta que la política de ordenamiento de la economía informal en el municipio haya sido abandonada por el régimen, que ha dejado que se imponga el relajo y el irrespeto a las normas de la buena ciudadanía.
En este sentido recuerda que, una vez que llegó a la alcaldía, en el mejor ambiente, se logró recuperar los espacios públicos, particularmente las aceras de la ciudad, y se restauró el mercado Altagracia, donde fueron ubicados 800 trabajadores de la economía informal.
En la avenida Las Industrias fue abierto otro mercado que permitió liberar a la comunidad de El Obelisco de un sitio anárquico, el cual a diario quedaba sucio y fomentaba la protesta de los vecinos.
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Y del mismo modo, El Manteco recobró su calidad de mercado del centro de Barquisimeto en condiciones de salubridad.
Aún más, los dirigentes de los trabajadores de la economía informal entendieron que se debían respetar los espacios de los ciudadanos y trabajar ordenadamente.
En ningún momento se actuó con represión y Barquisimeto fue como tradicionalmente se ha conservado: centro del comercio en la región.
Pero lo que estamos viviendo es un estado de anomia, criticó el abogado González. No se respetan las normas y, en general, se impuso el relajo. El Manteco volvió a coparse de comerciantes informales y la suciedad se apoderó del lugar, porque por todas partes hay aguas negras. Y lo peor de todo es que ahí no hay distanciamiento social, que es una regla que debería regir para evitar el contagio de la terrible pandemia COVID-19, sobre todo porque el sistema de salud tiene muchos problemas, incluyendo la falta de personal, insumos y medicamentos.
La realidad nos indica que hemos tenido un retraso de casi un cuarto de siglo, porque además de no respetarse los espacios públicos, las normas de buena ciudadanía, ni los semáforos, hay complacencia de las autoridades para dejar pasar y dejar hacer. Pero, cuando se pretende actuar, se hace del peor modo, arbitrario, sin miramiento.
Si el alcalde es un fantasma, los concejales de Iribarren no los conoce la población y es lamentable que hayan desaparecido los cabildos abiertos, porque eran los sitios de encuentro del alcalde y los concejales con las comunidades, para que éstas expresaran sus quejas, sus problemas y sus propuestas de solución. Se ha olvidado que el municipio es el lugar más cercano de los vecinos con sus autoridades. Y difícil es que haya calidad de vida porque los funcionarios se han convertido en activistas políticos, a quienes sólo les interesan las elecciones y mantener a como dé lugar el poder.