Polonia se convirtió el martes en la más reciente nación europea en registrar 100.000 muertes relacionadas con el coronavirus, una cifra lamentable que se produce mientras el país se prepara para una oleada de infecciones impulsada por la variante ómicron.
Casi una cuarta parte de estos decesos, unos 24.000, ocurrieron durante el más reciente repunte de infecciones, que comenzó en octubre, un periodo en el que ha existido una amplia disposición de vacunas en esta nación de la Unión Europea de 38 millones de habitantes.
El ministro de Sanidad, Adam Niedzielski, declaró el martes que 493 personas más murieron a causa del COVID-19, lo que elevó a 100.254 el número total de víctimas durante la pandemia en el país centroeuropeo.
Este sombrío hito se produce en momentos en que el número de nuevas infecciones diarias ha disminuido tras un pico de lo que las autoridades llaman la “cuarta ola” de COVID-19 en el país, impulsada por la variante delta. Sin embargo, con la propagación de la variante ómicron, se avecina otra gran oleada de infecciones.
El lunes se reportaron las dos primeras muertes por ómicron, ambas en ancianos no vacunados.
Niedzielski dijo que hay más de 18.000 pacientes de COVID-19 hospitalizados, lo que hace que ésta sea “la situación más difícil en comparación con oleadas anteriores”.
Polonia ha atravesado problemas durante la pandemia debido a un sector de la sanidad que se ha visto afectado por fondos limitados y la emigración de muchos profesionales de la medicina hacia Europa Occidental en las dos últimas décadas.
Según las estadísticas de la OCDE, Polonia es el país de la Unión Europea con menor número de médicos en activo en proporción a su población: sólo 2,4 por cada 1.000 habitantes, en comparación con 4,5 de Alemania.