La historia de Harvey Collyer y Charlotte Collyer en relación al famoso barco del Titanic es muy triste. Pero hay elementos de su experiencia que nos enseñan mucho acerca de la vida cristiana. Este matrimonio creyente del evangelio de nuestro Señor Jesucristo, invirtió todos sus ahorros para hacer ese anhelado viaje. Como pudo hacerlo cualquiera. Hoy día pudiera ser un viaje en crucero para celebrar 46 años de casados, como mi esposa y yo por ejemplo. Sería fabuloso para cualquier matrimonio. Sea cristiano o no.
Ellos, ya a bordo del barco, cuando se produjo el impacto que luego produjo la horrible tragedia. Charlotte estaba en la cama, por sentir náuseas, debido a las comidas consumidas y a consecuencia del movimiento del barco seguramente. Su marido entonces, salió para investigar sobre el incidente e inmediatamente le informó, diciendo:“Hemos chocado contra un iceberg, pero no hay peligro” Sin embargo, ya todo estaba perdido para quienes iban a morir allí, Charlotte fue rescatada en el bote salvavidas No 14. Ella, en la espera de saber si su esposo se había salvado, guardaba una esperanza en su corazón, pero Harvey Collyer murió en el hundimiento y su cuerpo, si se recuperó, nunca fue identificado. Imagino, ella recordaba con firmeza este texto bíblico que hoy alienta a muchos con esa esperanza afirmada por Dios «Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida” Juan 5:28
Un tiempo después Charlotte le escribió una carta a su suegra donde le decía “A veces siento que vivíamos demasiado el uno para el otro, y es por eso que lo he perdido. Pero mamá, vamos a reunirnos con él en el cielo. Sigue
diciéndole a su suegra, en su carta, “cuando esa banda tocaba ese himno que dice:
“¡Más cerca, oh Dios, de Ti, más cerca sí!
Aunque sea una cruz que me lleve a ti;
Si tiende al sol la flor, si el agua buscar el mar,
A Ti, mi solo bien, yo he de buscar”
Sé que pensaba de ti y en mí” ¿Cómo les parece?
Definitivamente, en medio de todo ese pánico y desesperación, los instrumentos y la música de adoración que esta orquesta, tomada y equilibrada por el ESPÍRITU SANTO, sin inmutarse, calmados y pacientes, pusieron una nota de esperanza en el corazón de las personas que quedaron allí, de que se encontrarían con Dios en el día postrero, cuando viniera por Segunda Vez a esta tierra. Y eso, era lo que sostenía a Charlotte en su hora más triste. Y es, lo que sostiene a aquellos que hemos perdido a nuestros amados en este mundo de pecado. “En la primera resurrección el Dador de la vida llamará a su posesión adquirida, y hasta esa hora de triunfo, cuando resuene la trompeta final y marche ese vasto ejército hacia la victoria eterna, todo santo que duerme estará en un lugar seguro, y será guardado como joya preciosa, a quien Dios conoce por su nombre. Gracias al poder del Salvador que moraba en ellos mientras vivían, y debido a que fueron participantes de la naturaleza divina, serán levantados de entre los muertos. Libro “MARANATHA EL SEÑOR VIENE” Elena de White. ¡Yo digo amén!
¡Hasta la semana que viene por la WEB Dios mediante!
William Amaro Gutiérrez