Después de varios meses sin escribir, retomo estas notas quincenales para reflexionar con quienes lean mis inquietudes y esperanzas. Debo empezar hoy, ya cercano el 14 de enero, recordando a nuestra amada Divina Pastora. Los barquisimetanos tenemos una cita anual con la Madre de Dios. Llevamos 166 años, trasladando a pie, la bella imagen de la Virgen Divina Pastora desde el hermoso pueblo de Santa Rosa, hasta la imponente y moderna Catedral barquisimetana. Hay quienes tenemos incluso citas más frecuentes con Ella: mensual, semanal y hasta diaria. No hay un barquisimetano que si vive fuera y venga a la ciudad, no visite la imagen en Santa Rosa. Ahora bien, el pueblo barquisimetano en un todo, tiene su gran cita anual con la Virgen, cada 14 de enero. Trasciende los límites crepusculares el conocimiento y la fama de este magno evento mariano, sólo superado por el de la Virgen de Guadalupe en México. Yo, como barquisimetano de nacimiento, sólo he faltado, en mi ciclo vital, cinco veces a la cita de un 14 de enero, cuando hacía mis estudios universitarios en Caracas. Recuerdo el pesar que sentía aquellos días. En esas oportunidades, mi pensamiento y mi corazón se iban, con tanta fuerza y pasión, a la procesión de la Divina Pastora y a Barquisimeto, que me parecía la única vez que podía asistir. Luego nunca he faltado. Cada año he estado y recorrido la procesión. A veces completa. Las últimas veces he notado el paso de los años y no he podido terminarla completa.
Tristemente, durante los dos últimos años no na habido procesión. Las autoridades eclesiásticas, actuando con mucha sensatez, en virtud de la pandemia de la Covid-19 y en virtud del volumen inmenso de personas que asiste a la procesión, la han suspendido, no sin antes buscar alternativas de homenajes a la Excelsa Patrona. Este año es la segunda suspensión (2021 y 2022). Como digo, han buscado otros homenajes a la Virgen, sin haber llegado a lo que siempre fue la procesión anual de cada 14 de enero. Algún día volveremos a ese asombroso río interminable de personas. Esta vez sólo podemos estar dos o tres minutos dentro del templo donde esté la Divina Pastora, sujetos a las medidas de bioseguridad necesarias y permanecer frente a Ella esos minutos. Pero ahí está la Virgen, como viendo y sufriendo el dolor de su pueblo. Todos los años veo los enfermos, ancianos y a veces hasta los niños, caminando sudorosos la procesión, muchas veces descalzos, como uniéndose con mayor fuerza al sufrimiento de Cristo en el Calvario. Cuánto niño barquisimetano, no habrá sido amamantado en las calles de la ciudad mientras transcurre la procesión. A cuánto niño enfermo, no lo habrá llevado la madre larense esperando un milagro de la Virgen. Y ha conseguido el milagro.
No dejo de observar que, curiosamente, varios acontecimientos políticos venezolanos importantes de las últimas décadas, han ocurrido durante la visita anual que realiza la sagrada imagen a la ciudad: 23 de enero, 4 de febrero, 27 y 28 de febrero. Unos para bien y otros para mal. Pidámosle a nuestra Patrona que si algún otro hecho político sucediera mientras nos visita (será muy corta esta visita) sea para el bien, para la paz, para la reinstitucionalización del país, para el regreso de la prosperidad económica de Venezuela, de la democracia y la libertad. Yo confío en Ella, es la Madre de Dios y madre nuestra también. Salve Divina Pastora.
Joel Rodríguez Ramos