Nancy Mora añora el afecto que ella dice que el difunto presidente venezolano Hugo Chávez le mostraba a su pueblo. Se toca el corazón cuando habla del hombre al que sigue llamando su presidente y cree que la revolución que él inició continuará mientras chavistas como ella sigan vivos.
Pero en su comunidad del noroeste de Venezuela —Sabaneta, lugar natal de Chávez—, no todo el mundo sigue tan fiel como ella a sus ideas. Algunos de sus viejos partidarios se sienten ahora abandonados por el partido gobernante y abrumados por la desplomada economía y la carencia de servicios públicos básicos.
Las luchas internas del chavismo fueron encapsuladas por la derrota —y sus repercusiones— de uno de los hermanos de Chávez en unas elecciones a gobernador en noviembre. Ahora, después que el ganador en el estado de Barinas fue descalificado retroactivamente, el domingo se realizará una repetición de las elecciones.
La boleta en la elección especial en Barinas no incluye a un Chávez por primera vez en más de dos decenios, pero el esfuerzo del gobernante Partido Socialista Unido para atraer a la gente a las urnas depende de lo que el apellido simboliza para votantes como Mora.
“La revolución socialista es una emoción que todavía no ha muerto, es una emoción que todos llevamos”, dijo Mora, de 41 años, mientras visitaba la casa de infancia de Chávez, ahora un museo.
Mora dice que Chávez le enseñó que la revolución representa la igualdad. “Es un socialismo de amor”, dijo, pero no pudo explicar por qué millones en el país pasan trabajos para alimentarse, con un salario mínimo de 2 dólares mensuales, mientras que otros pueden gastarse 15 dólares por un almuerzo en un café.
Chávez, elegido en 1998, prometió mejorar las vidas de los venezolanos más pobres sacando provecho del petróleo del país. Su gobierno expandió los servicios sociales, incluyendo viviendas y educación, gracias a un auge del crudo, que generó ingresos estimados en 918.000 millones de dólares entre 1999 y 2011, a medida que el hidrocarburo subía de precio. Sin embargo, la corrupción, una menor producción de petróleo y las políticas económicas llevaron a una crisis que se volvió evidente en 2012. Chávez murió de cáncer el año siguiente, tras nombrar a Nicolás Maduro como sucesor.
Las crisis política, económica y social del país, combinadas con el desplome de la producción y los precios del crudo, han continuado bajo Maduro. Más de 5 millones de personas han dejado el país y millones viven en la pobreza, sufriendo salarios bajos, precios altos de los alimentos y la inflación más aguda en el mundo.
La agencia de asistencia alimentaria de la ONU calcula que uno de cada tres venezolanos pasa trabajos para consumir suficientes calorías diarias.
La proporción de votos para el partido del gobierno ha estado cayendo desde 2017. Unos 6,5 millones de personas votaron por candidatos progubernamentales en las elecciones regionales de ese año. El 21 de noviembre, ese número cayó a 3,7 millones.
El candidato opositor Freddy Superlano estaba delante de Argenis Chávez por menos de 1 punto porcentual cuando el máximo tribunal del país lo descalificó el 29 de noviembre. La corte, uno de muchos organismos gubernamentales considerados leales a Maduro, ignoró un perdón presidencial que había hecho a Superlano y otros miembros de la posición elegibles para presentarse a los comicios.
Los hechos en Barinas crearon nuevas dudas sobre la justicia del sistema electoral venezolano luego de la primera votación en años recientes en la que participan la mayoría de los movimientos políticos importantes y que fue monitoreada por más de 130 observadores de la Unión Europea, la ONU y el Carter Center, con sede en Estados Unidos.
Rosa Hidalgo conserva un cartel de la última campaña presidencial de Chávez, en una esquina de su casa. Ella es cercana a la familia del difunto presidente y cocinó numerosas veces para él, incluso cuando era mandatario. Sigue agradecida por el refrigerador que él le regaló, pero el 21 de noviembre no votó por su hermano.
Para ella, la revolución “puede ser” algo del pasado. Ahora, reza por empleos para ella y su comunidad, para que la gente no tenga que emigrar.
“Chávez fue muy bueno, pero lo que pasó fue como que si usted fuera bueno y me ponga a mí y yo no sea buena y yo le eche a perder su partido y su trabajo”, expresó Hidalgo. “Maduro no vino a mi casa a pedir votos. Maduro llegó porque Chávez sabía que se iba a morir. Yo casi no soy madurista”.
Esa distinción se ha vuelto más común.
Oscar Vallés, un analista político y profesor de la Universidad Metropolitana de Caracas, dijo que muchos chavistas quieren mantener algún tipo de acceso a los programas sociales del gobierno, como cajas de comida subsidiada y cupones, pero no están dispuestos a promover abiertamente el trabajo de Maduro.
“Tienen una posición ambigua de esto. Castigan en cierta manera a aquellos funcionarios de Maduro que no cumplen con su papel. Tanto es así que Maduro, a raíz del resultado del 21 de noviembre, dijo que el gran enemigo de la Revolución son los funcionarios públicos que no cumplen y que va a cortar cabezas a estos funcionarios que no cumplen”.
Además de la descalificación de Superlano, su esposa —que fue escogida como su sucesora— fue descalificada. Lo mismo sucedió con su substituto. La boleta del domingo incluye a Sergio Garrido, un candidato por la oposición apoyada por Estados Unidos; Claudio Fermín, un disidente de la oposición; y Jorge Arreaza, un excanciller.
Cuando Maduro anunció a Arreaza como candidato del partido de gobierno, Hugo Chávez fue mencionado reiteradamente en los discursos, dos grandes fotos del difunto líder fueron colocadas en el gimnasio donde se hizo el anuncio y se resaltó su conexión con Arreaza. Arreaza es el padre de uno de los nietos de Chávez.
“Chávez quedará por supuesto como una figura mítica que todo el mundo querrá emular del lado del chavismo, pero el costo político del régimen de Maduro es sumamente alto,” Vallés dijo. “Ese chavismo creo que cada vez se reduce más y llegará un momento en que ser candidato a una posición política con ‘Los Ojitos de Chávez’ en el pecho va a ser inclusive desfavorable”.