Fue Newton quien concibió la teoría de la atracción de los cuerpos, y que a la letra expresa: “los cuerpos se atraen recíprocamente con una fuerza directamente proporcional al volumen de sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia.” Esta concepción de la atracción de los cuerpos no es consistente. Si los cuerpos generan una fuerza para atraerse unos con otros, también debiera darse otra fuerza que actúe contra la atracción. De otro modo, la fuerza de atracción como única fuerza demanda otra fuerza que actúe contra ella para que se produzca el equilibrio. Debido a que los cuerpos no son uniformemente iguales en su volúmenes, sino que, por el contrario, hay mucha variedad en sus volúmenes y la fuerza de los cuerpos más voluminosos, como por ejemplo, la de las estrellas que imperarían sobre los volúmenes de los cuerpos de los planetas, que siendo menores su fuerza también debe ser menor. Por esta simple observación, habría en el espacio un manifiesto desequilibrio.
Hay una ley natural que no es de mi invención porque es natural, esa ley es la que permite que todo el espacio del Universo funcione bajo la ley de la ingravidez. Ningún cuerpo de energía perceptible por los sentidos y que conocemos como materia en un medio ingrávido es grávido. Quiero decir que, si el espacio es ingrávido no puede haber la gravidez; la gravidez es la atracción, el peso de los cuerpos. Si el espacio es ingrávido, todos los cuerpos que orbitan en el espacio igualmente son ingrávidos. De tal manera que, el movimiento de los cuerpos en el espacio es ingrávido como la ingravidez del espacio. De modo que la ingravidez en el espacio torna a los cuerpos que orbitan en él en ingrávidos. La órbita de todos los cuerpos en movimiento funge como medio de control entre los cuerpos: “un cuerpo, una órbita.” La órbita regula la distribución del espacio de los cuerpos que lo orbitan. Hay, pues, en la órbita una particularidad del espacio para cada uno de los cuerpos. La órbita individualiza el espacio que cada cuerpo tiene asignada para su movimiento. La órbita individualiza el movimiento.
Carlos Mujica
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