Mientras Dios y Satanás paseaban por una calle un día, el Señor se agachó y recogió algo…
Miró cómo brillaba radiantemente en la palma de su mano. Satán con curiosidad preguntó…
– Qué es eso. Esto, contestó el Todopoderoso, es la Verdad. – Oye, replicó Satán estirando
la mano para cogerlo,…déjame ver eso…lo arreglaré a tu gusto.
Anónimo Trad. del Inglés
Vamos a plantearnos que estamos todos locos, eso
explicaría cómo somos y resolvería muchos misterios.
Mark Twain
- La aurora del amanecer o la estrella de la mañana
Lucifer, comenzó refiriendo Petronila, al institutor Monchito Sayago, hijo dilecto de la familia, que le explicó, ésta designación tiene un significado extenso. Lucifer del latín lux o luz, y ferre o llevar, significa en síntesis portador de luz. Según lo define el Diccionario de la Real Academia Española es una forma poética de llamar al lucero, refiriéndose a la brillantez del planeta Venus al amanecer o matiné, o al atardecer, o vésperos, además de darles nombre a varias figuras del folklore.
En la tradición cristiana Lucifer es el ángel caído. El institutor Sayago citó su busca en Google. En realidad, la Biblia dice que Dios creó un espíritu poderoso, inteligente y hermoso, que era el jefe entre los ángeles. Se llamaba Lucifer (que significa ‘El que brille’) y era muy bueno pero Lucifer igual tenía libre albedrío y podía hacer sus elecciones. En un pasaje en Isaías 14 se encuentra la elección que tuvo:
!!Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. (Isaías 14:12-14)
Lucifer, como Adán, enfrentó una decisión. Podía aceptar que Dios era el Supremo, o podía decidir ser un dios para sí mismo. Sus “Voy a” frecuentes demuestran que eligió desafiar a Dios y declararse “Más Alto”. Un pasaje en Ezequiel da una explicación paralela de la caída de Lucifer:
En Edén, en el huerto de Dios estuviste… yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra (Ezequiel 28:13-17)
A fin de concluir la mediación, el profesor Sayago agregó…La belleza, sabiduría y poder de Lucifer –todas las cosas buenas creadas en él por Dios, condujo al orgullo y a su rebeldía pero nunca perdió sus poderes y habilidades. Ahora dirige una revuelta cósmica contra su Creador para ver quién será Dios. Su estrategia es reclutar a la humanidad para unirse a él -tentándolos a la elección misma que él hizo- amarse a sí mismos, emanciparse de Dios y retarlo. El corazón de aquella prueba de voluntad de Adán fue igual para Lucifer. Ambos eligieron ser ‘dios’ para sí mismos.
-Y en mitología romana Lucifer, concluyó Moncho, se usa como equivalente al dios griego Fósforo, Eosforo, lucero del amanecer y hermano de Héspero, lucero del atardecer.
-Total que ese ángel del carrizo, exclamó Petronila perseguida de tanta información, está más alumbrado que el propio Señor de los Cielos. O mi esposo cuando bebe miche.
Uno de los presentes quedó tan impresionado que se desmayó. Sólo una luz de un celular lo retrotrajo a la conciencia, mientras gritaba…¡la luz del amanecer llegó!…Belcebú.
- Simpatía por el Diablo o Sympathy for the Devil
Esta parte oscura o más bien brillante, la aclaró el señor Don Petronio quien relevó al maestro Sayago en la mesa redonda de madera gastada por termitas, al Satán que nos rodea sin saber a cómo es que nos toca sus influjos a los muy fregados criollos a manos de la catajarria de Venezo-landros producto del proceso diabólico de la rebeldía robo-ilusión-aria. En el argot malandro cabe de todo.
–Satanás, dijo Petronio, es un espíritu tremendamente hermoso. Eso se sabe, aunque no se admite a vox populi. No es la primera vez que pienso en él al igual que lo hizo en su momento el escritor Jean Nouel en su anecdotario Cojín de Plumas-1984. Pág. 75. Allí se lee. Admiro el talento literario y la inventiva de quien, al elaborar las complejas mitologías que andan dispersas por el mundo añadió a un lado de la Suprema Bondad, ésta síntesis del Mal. Y ningún significado tendría lo primero sin lo segundo. (Igual sucede con la ilusoria felicidad, que sin la infelicidad por medio, quién sabe por qué diablos, la primera no tendría razón de ser) De nada vale el ser infinitamente bondadoso si no ponemos a la vez un escape hacia lo oscuro y lo negativo. La pizca de sal, resalta la dulzura de la miel. La negra noche hace más bella la luz de la luna, y concede un inusitado interés diario al brillo del Sol.
En este terreno hay que aceptar -continúa leyendo a Jean Nouel– que aunque a veces luzcan más atractivos. Aventureros, divertidos y pintorescos, los otros demonios orientales carecen del valor pedagógico de Satán, Satanás, Luzbel. El ángel brillante es tan perfecto, que a veces se siente parigual y hasta superior a su propio creador. Véase que es la primera muestra histórica que una obra se hace independiente de su autor, y es capaz casi de opacar su brillo. Los ojos de Petronio chispeaban con las agudezas bellacas de lo incomprensible.
Satanás es además un sabio consejero. Petronio abrió los ojos como si se le fueran a escapar de las órbitas. Con voz grave continuó su lectura con interés inusitado. Satán es un ejemplo vivo y constante de lo que debe privar en el ánimo de un gobernante consciente. Lo oyera Nicolás caray pensó P en un debate con sí mismo pero también supo que dios no le da cacho a burro y siguió leyendo…El Creador llama a su consejo al hijo rechazado, a su principal opositor político, al peligroso ser que llega al intento de sobornarlo, a aquél cuya meta malévola nada le prohíbe. Dios llama entre otros a Satán para vanagloriarse de la gran perfección de su obra. Llama al perpetuo ambicioso y descontento y éste ríe solapadamente.
Petronio aspiró un buche de aire pues se quedó sin aliento con lo de Luzbel. Satán posee su chispa divina siendo como es hijo de Dios. Le señala errores y fallas. Provoca la ira de su Creador y Maestro. Azuza sus más bajos sentimientos y lo lleva a apostar, como a un vulgar miembro de la banca suiza bajo condiciones hábilmente amañadas, en su ventaja.
Las preguntas en la mente y corazón del lector jugaban como pelotas de tenis en una serie de Grand Slam. ¿Quién es el bueno en todo esto? ¿Existe lo bueno y lo malo o es una mera idea humana? ¿Cómo se define esa voz? Las preguntas también están en la lectura… Le dice brutalmente el hijo al padre ¿No has rodeado a tu amigo de todo lo mejor y de lo más deseado? ¿No has bendecido la obra de sus manos y has acrecido sus bienes en la tierra? (Job I-II). Y con esas palabras está señalando un antiguo precedente de favoritismo político. El ministro sirve a su superior por las ventajas que obtiene…Si le quitas eso y lo dejas desnudo y perseguido, dejará de ser tu amigo y tu colaborador. Y peor cuando no le des lo que él desea y aspira. Dios turbado por la verdad evidente, cede. Acepta el envite.
Los hombres no aprenden. Es verdad, pensó Petronio y se puso a reflexionar en la revolución que todo lo vuelve ñoña y continuó la lectura. Los gobernantes no oyen a sus opositores. Se rodean de mercenarios y serviles que buscan ventaja. Insisten en desconocer la voz de la razón porque dicen ¿Por qué he de creer en la palabra de mi enemigo? Hasta que la verdad viene a brillar. Pero en ese momento la luz se ha apagado sin previo aviso.
- Anécdotas en tiempos del Brujo de la Mulera
Fue la hemorragia del negro Cabrera, ocurrida sin la ascensión del benemérito a la gloria de las alturas un día martes del Carnaval del año 32, o algo así. Todo comenzó inocentemente en la Urb. La Candelaria, donde un español bodeguero, muy simpático el baturro, hacía un bebedizo similar al del Médico Asesino del Conde en tiempos del padre de la democracia, Rómulo Betancourt. La deliciosa y envenenante mezcla de ron con miel y vino, el ibérico le llamaba Don Pepe, como lo habían bautizado al mismo, allá en Tenerife. Eso me recuerda a mi padre Peppino, aunque papá jamás bebía alcohol desde que le dio un patatús en la inauguración de la boîte girondina en honor al matador Cesar Girón, un torero célebre en la historia de la lidia local. Sucedió en San Cristóbal cuando Peppino era Gestor del Hotel El Tamá de la Conahotu hoy Corpoturismo, si no me equivoco.
Esta vaina se cuela, pero mata, dijo uno de los bebedores. Alegres y entusiasmados, el grupo de panas, de los que si acaso estaban dos o tres vivos, embarcaron los automóviles y fueron a investigar el negocio que les recomendaron allá por los Jardines del Valle, que tenía un ponsigué que ganaba de mano al ron Don Pepe. Los que habían vivido momentos parecidos no precisan explicaciones, pero los que nunca lo hicieron jamás lo comprenderán.
A las tres de la madrugada, de vuelta a casa y todos más borrachos que una cuba, no hubo otra ruta que la carretera del Valle, que era más bien estrecha, y bordeada de árboles muy grandes. El auto a la vanguardia lo conducía el Comandante, que por la enorme pea, se llevó por delante el muro de una alcantarilla y embistió ferozmente a un samán atravesado sin razón. Todos sufrieron magulladuras fuertes pero no mortales. En especial los tres del asiento delantero. Otra cosa fue el carro que quedó como galleta en bolsillo de curdo diría el musiú Lacavalerie. El automóvil quedó mejor parado que los pasajeros. El comandante sufrió un fuerte golpe en el esternón. A la joven en el centro del asiento delantero se le hizo una herida profunda en la frente que manchó de sangre todo a su paso. Al compadre Raúl se le rompió una arteria de la nariz chata, y por ser hemofílico, la hemorragia no se le detenía.
En el hospital Vargas, los atendieron e inyectaron y los pusieron con los pies para arriba. La oportuna intervención del excelente abogado evito la cárcel al Comandante y a todos los demás pasajeros por hechos de sangre. Cada uno se fue a su casa. Uno, con un golpe en el peto. Otra, con su frente vendada, pasó a ser la comidilla de la capital, mientras Raúl se fue a la casa con su nariz inflada y su chorro de sangre nasal. Los demás se fueron tan asustados, producto del miedo cerval, que el alcohol se evaporó como si nunca hubiera circulado por gaznate alguno.
Con la hemorragia indetenible médicos, estudiantes, y técnicos desfilaron. También señoras con experiencia y nigromantes de diversa calaña llegaron con sus consejos y sus yerbas curativas. No hubo manera y la sangre fluía a borbotones justo cuando el faculto dejaba la sala de emergencias luego de haber dictado sus receta mágica.
Cerca el mediodía, vino un viejo médico que fácil hubiera podido ser un pupilo del célebre y amado Dr. Vargas, cien años antes. Entra al espectáculo dantesco del amigo tendido en cama como en una charca de Nerón que se bañaba con sangre y dice ¡Ah! Una hemorragia nasal. Quedó estupefacto el amigo de la nariz chata, ante la sabiduría y la vista de águila del anciano facultativo.
El testigo confesó…sí, doctor, una hemorragia nasal de sangre por la nariz. Lo miró de reojo. Se golpeó el pecho de paloma loca con dos dedos y dijo con tono esclarecido y tajante… ¡Tengo el remedio para este problema! Y mientras todos esperábamos un acto de Harry Potter o Houdini en el peor de los casos. El sabio doctor extrajo una libreta de récipes o recipit y un bolígrafo Parker y mientras escribía la magia, por encima del hombro espiándolo el amigo, le sopló. Eso ya se lo dimos, doctor.
Al fin el doctor se atrevió a escribir otra palabra y el amigo le repitió la dosis como si fuera éste el médico. Eso también se lo hicimos, doctor. No le gustó para nada la junta médica entre el amigo y el doctor. Era un hombre con una carga de siglos encima, con su Herodoto o Hipócrates, aunque parecía más bien, un Hipócrita junto al fastidioso entrépito del muchacho con aliento de borrachín. Nada menos recomendable para un científico.
El doctor observaba impertérrito. Preguntó. Intentó intervenir tres veces más con su ciencia, con idéntica protesta del joven metiche. Hasta que al final, cansado por sus muchos abriles y el esfuerzo de extraer de su memoria remedios, medicinas, fórmulas, sahumerios y nuevos inventos de la medicina integral y holística, se volvió primero al muchacho y luego a todos los presentes diciendo en tono cáustico.
¡Mejor es que llamen a un médico!…
Pd. Estuve riendo hasta que se me hundió el ombligo y mi gran amiga me despertó.
Marcantonio Faillace