La palabra solidaridad proviene del latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza. Es posible encontrar diversos significados para este término, que se define como: adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.
La teología cristiana adoptó el término solidaritas, aplicándolo a la comunidad de todos los hombres, iguales por ser hijos de Dios y vinculados estrechamente en sociedad. En este contexto, vemos que para la teología el concepto de solidaridad está estrechamente vinculado con el de fraternidad entre los hombres, que les impulsa a buscar el bien de todas las personas, sólo por el hecho de que todos son iguales en dignidad gracias a la filiación divina.
En el área del derecho, se entiende que los socios son solidarios cuando son individualmente responsables por la totalidad de las obligaciones. Jurídicamente, la solidaridad implica una relación de responsabilidad compartida, de obligación conjunta.
La doctrina social de la iglesia entiende la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua, en un todo unido a los conceptos de responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación y participación.
En estos tiempos, en que nuestro país está intentando volver a ponerse de pie, el valor de la solidaridad debería invadirnos tanto en la dimensión humana como en el aspecto social y profesional. Se trata de un concepto, un valor, una forma de enfrentar la relación con los demás que es eminentemente positiva porque evidencia el interés de cada uno de nosotros por el bien del prójimo.
La solidaridad se desprende de la naturaleza misma de la persona humana, indicando que los individuos no están solos, prefieren vivir acompañados porque el hombre, social por naturaleza, no puede prescindir de sus iguales ni tampoco intentar desarrollar sus capacidades de manera independiente.
Fuente: Dra. Karla Moënne B. Editora Científic.
La solidaridad es un valor que se caracteriza por la colaboración mutua entre los individuos, lo que permite lograr la superación de los más terribles desastres, como guerras, pestes, enfermedades, oprobios, vejámenes y dictaduras, entre otros.
Ofrecer y dar comida y medicamentos a los animales que se encuentran en situación de abandono, desvalidos o que viven en la calle, es un ejemplo de solidaridad. También es un acto de solidaridad el cuidar y respetar el ambiente.
“La solidaridad es tan importante que representa la base de muchos valores humanos, como la amistad, el compañerismo, la lealtad y el honor.”
Ser solidarios nos permite sentirnos unidos sentimentalmente a las personas a quienes les brindamos apoyo, y por supuesto de las que a veces lo recibimos, aunque actuemos sin esperar nada a cambio.
Sin solidaridad el mundo sería mucho menos justo y menos equilibrado. La solidaridad nos hace felices haciendo felices a los demás.
El valor de la solidaridad nos enseña a trabajar en equipo, a compartir, ceder, respetar y convivir con otras personas, evitando el individualismo y el egoísmo. No nacemos solidarios, la aprendemos a través de muchas formas y en distintas situaciones cotidianas y debe ser transmitida a través del ejemplo. Es el ejercicio que más fomenta la interiorización de valores.
Ser solidario debe ser una regla… una razón de vida.
Es muy importante la comunicación pues fomenta la confianza, las enseñanzas y la transmisión de valores. Lo que se puede hacer para colaborar, ayudar y/o cooperar.
En el sistema educativo, se debe trabajar la empatía en los niños y en los jóvenes, es decir, el despertar de la preocupación por los demás.
La solidaridad es altruismo que se aprende y se afianza con la práctica y el ejercicio.
Se fomenta la solidaridad combatiendo gestos, actitudes y conductas egoístas, cómodas, intolerantes. Debemos ponernos en el lugar de los demás y practicar conductas como compartir, asistir, colaborar, ayudar, etc.
Este… es un buen momento para comenzar.
Estamos atravesando la peor tragedia mundial de los últimos siglos, la pandemia azota sin distingo, y en Venezuela, además de la pandemia nos destruye un sistema político económico, desfasado y fracasado en todas las regiones donde se ha pretendido imponer, a pesar de que el país posee riquezas hasta ahora in-cuantificadas y el talento probo formado en nuestras magnas casas de estudio, lo que debería haber hecho que fuésemos una potencia de primer mundo donde los ciudadanos disfrutáramos del bienestar social que tuvimos durante el siglo pasado.
La unión es imprescindible para lograr la solidaridad necesaria y en ella está el triunfo de la libertad a través de restablecimiento del Estado de Derecho que imponga al Estamento Legal vigente.
Ese… es el camino de la paz.
En nombre de la “Federación Nacional Caficultores de Venezuela,” de las humildes familias productoras de café y en el mío propio, agradezco a la Junta Directiva y a todo el personal de “El Impulso” su solidaridad y apoyo a mis luchas por la libertad, la democracia y los Derechos Humanos de los oprobiosamente olvidados…
Gracias, mil gracias. Reciban un fuerte y fraternal abrazo con los mejores deseos por vuestro éxito y felicidad…
Maximiliano Pérez Apóstol