#OPINIÓN La dialéctica inconclusa de las políticas económicas #19Dic

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Es harto conocido que nuestras políticas de precios, y otras políticas económicas, oscilan entre liberación y control, privatización y estatismo, derecho de propiedad y expropiación, sin que hayamos logrado construir un justo medio estable. Por ello no existe confianza entre los productores y consumidores sobre un patrón de referencia duradero; por ejemplo, la liberación de precios actual se basa en la NO aplicación de una ley que permite controlarlos.

La etapa de liberación en el ciclo de las políticas de precio surge porque los controles causan desinversión-desempleo-desabastecimiento-mercado negro (“bachaqueros”) con precios astronómicos y colas para comprar los pocos productos controlados disponibles-protestas-descrédito gubernamental;…hasta que los gobiernos caen en cuenta de que les conviene liberar los precios. Desde enero de 2019 estamos viviendo un nivel de liberación de precios muy significativo, lo cual, junto con la liberación del cambio y la reducción de aranceles, ha contribuido a la recuperación de la economía y ello sin la promoción gubernamental: un verdadero ejemplo del “laissez faire”, y muy exitoso.

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Al liberarse los precios, se recupera la ganancia y el abastecimiento, lo cual, según la teoría económica clásica, atraerá nuevos inversionistas, incrementará la oferta, moderará los precios. Al igual que los altos precios motivarán a los consumidores a buscar mejores ofertas. Sin embargo, estos supuestos, generalmente, no se cumplen, lo cual mantiene los precios altos y, eventualmente, motiva el retorno al control de precios.

Este ritornello es el que nos llevó a titular este artículo una “dialéctica inconclusa” de las políticas económicas. La teoría de la dialéctica propone que toda tesis (en este caso, precios libres) tiene una antítesis (precios controlados) y que, del choque de esos contrarios, surge una síntesis (precios libres en un punto que equilibre los intereses de oferentes y demandantes). Pero esto no se cumple porque esa síntesis debería ser producto de la combinación de múltiples factores e intereses de diversos grupos, lo cual requiere un juego democrático entre partes que tengan cuotas de poder comparables, es decir suficientes como para hacer valer sus intereses, pero no tanto como para poder arrollar a los demás. Estos dos supuestos no se cumplen en los países subdesarrollados porque nuestros gobiernos son autoritarios, lo que no permiten que la fórmula que aflore sea de equilibrio y confiable, sino una fórmula distorsionada por la ideología del gobernante. A lo cual reaccionan los demás sectores jugando al “individualismo salvaje” o “sálvese quien pueda”.

La estabilidad de la política de precio requeriría que las partes aprendieran: Los gobiernos a no gobernar para imponer su modelo ni utilizar la excusa de una supuesta especulación empresarial para tapar su error de emitir liquidez sin respaldo, el verdadero origen de nuestra inflación. Los empresarios necesitan aprender a autocontrolarse para mantener sus ganancias en niveles que permitan estimular la expansión de sus respectivos mercados, en vez de tratar de “hacer caja” porque “saben” que los van a volver a controlar. Por su parte, los consumidores necesitan aprender a buscar la mejor oferta en calidad-precio, lo cual no es fácil porque no tienen los medios; sin caer en la tentación de pedir controles de precios porque eso les traerá peores consecuencias.

El peor indicador que algo no está bien en esta etapa de liberación de precios es que en muchos rubros se observan grandes diferencias en los precios. Huelgan los argumentos teóricos para justificar estas disparidades, tales como “precios viejos”, “reposición de inventario bajo nuevas condiciones”, etc. Esos argumentos económicos se topan con una realidad política según la cual los oferentes a precios más altos serán señalados como especuladores. De donde surgen las protestas, el descrédito del gobierno y de los empresarios y la propensión a volver a controlar los precios, cerrando de nuevo el ciclo y sin haber aprendido nada ninguna de las partes.

La gran pregunta es ¿Por qué no aprendemos a encontrar un equilibrio entre libertad y control? Creo que esto se debe, principalmente a que *en los regímenes autoritarios no se aprende, sino que se obedece *para sobrevivir, mientras otros mandan por mandar y no para el beneficio colectivo. Para poder aprender se necesita una sociedad mucho más horizontal, democrática y pluralista en la que cada sector tenga la confianza en sí mismo de que tiene el derecho y la capacidad de influencia para poder insistir en sus intereses, sin poder avasallar a los demás, de lo que surgirían verdaderas negociaciones entre los múltiples sectores involucrados y fórmulas de equilibrio entre sus diversos intereses. Así funcionan los países más desarrollados y políticamente estables.

José Antonio Gil Yepes

@jagilyepes

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