El gobernador de una isla en el centro de Filipinas dijo este domingo que al menos 72 personas murieron debido a la devastación causada por el tifón Rai en la mitad de las localidades que lograron comunicarse con él, lo que eleva a por lo menos 146 las víctimas fatales de la tormenta más poderosa que ha azotado este año al país.
El gobernador Arthur Yap, de la provincia de Bohol, dijo que hay 13 heridos y 10 desaparecidos. Dejó entrever que la cifra de fallecidos podría aumentar considerablemente debido a que muchos alcaldes no han podido hablar con él porque las comunicaciones están interrumpidas.
En un comunicado difundido por Facebook a primeras horas del domingo, Yap ordenó a los alcaldes de la provincia que canalicen recursos económicos para garantizar la entrega de despensas con alimentos y agua potable. Lo del agua es un problema urgente debido a que las estaciones hidráulicas no han logrado reanudar su servicio debido a la falta de energía.
Señaló que la inspección realizada no abarcó cuatro localidades, donde el tifón causó estragos el jueves y viernes por las provincias isleñas del centro de Filipinas. El gobierno dijo que unas 780.000 personas fueron afectadas, incluidos más de 300.000 habitantes que tuvieron que desalojar sus hogares.
La agencia de respuesta a desastres y la policía nacional informaron de al menos otras 64 muertes por el tifón. Funcionarios de las islas Dinagat, una de las provincias del sureste azotadas inicialmente por la tormenta, informó por separado de 10 fallecimientos en unas cuantas localidades, lo que elevó el total a 146.
El presidente Rodrigo Duterte viajó el sábado a la región y se comprometió a entregar nueva asistencia por 2.000 millones de pesos (40 millones de dólares).
En su momento de mayor intensidad, el tifón tenía vientos de 195 kilómetros por hora (121 mph) y ráfagas de 270 km/h (168 mph), siendo uno de los más poderosos de los últimos años que azota el archipiélago, que es propenso a desastres y se ubica entre el océano Pacífico y el mar del sur de China.
Las inundaciones subieron de nivel rápidamente en la localidad de Lobog, al lado del río Bohol, donde los residentes quedaron atrapados en azoteas y árboles. Fueron rescatados por la guardia costera al día siguiente. En las islas Dinagat, un funcionario dijo que las azoteas de casi todas las casas, incluidos albergues de emergencia, resultaron dañados o fueron arrancados.
Al menos 227 ciudades y poblados se quedaron sin electricidad, la cual sólo estaba restaurada en 21 zonas, dijeron las autoridades. Agregaron que tres aeropuertos regionales resultaron dañados, incluidos un par que continúan cerrados.
La estela de muerte y devastación que causó el tifón antes de Navidad en esta nación de mayoría católica evocó la catástrofe derivada de otro tifón, Haiyan, uno de los más poderosos de los que haya registro. Esa tormenta afectó muchas de las provincias centrales que volvieron a ser azotadas la semana pasada y que en aquel entonces dejó más de 6.300 muertos en noviembre de 2013.
Unas 20 tormentas y tifones azotan cada año a las Filipinas. El archipiélago se ubica en en la región del “Cinturón de Fuego” sísmicamente activa, debido a lo cual el país es uno de los más propensos a sufrir desastres en el mundo.