El aumento de casos de COVID-19 en el mundo, espoleados por la extensión de la variante ómicron, no debe traducirse en el cierre de escuelas, algo que sería “desastroso para los niños”, advirtió este viernes la directora de Unicef, Henrietta Fore.
En un comunicado emitido hoy, Fore recordó que muchos gobiernos en el mundo están sopesando si cerrar escuelas para interrumpir las transmisiones del virus, y recuerda que los cierres previos “han barrido décadas de progreso educativo y han convertido la infancia en irreconocible”.
El cierre de escuelas ha puesto en evidencia la falta de recursos en muchos lugares tanto para alumnos como profesores, así como la desigualdad en la conectividad; yendo más lejos, se ha traducido en fenómenos más graves como el trabajo infantil, el matrimonio de menores y problemas sicológicos, recuerda Fore.
La escuela proporciona seguridad, interacciones diarias con amigos, acceso a servicios sanitarios básicos y, en demasiadas ocasiones, provee la única comida nutritiva del día para numerosos alumnos, recuerda Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
En resumidas cuentas, hay que privilegiar medidas de mitigación dentro de las escuelas, que han demostrado su efectividad, al tiempo que se invierte en conectividad digital para que ningún niño quede marginado.
“Las escuelas deben ser el último lugar que se cierra, y el primero que se reabre 2022 no puede ser otro año de aprendizaje interrumpido”, concluye la directora de Unicef.