Cifras oficiales de la producción de café en Venezuela no existen, pero de acuerdo con las aportadas por el Sindicato Nacional de Café Venezuela es de 5,8% al nivel que se registró en la última cosecha de 1998.
Maximiliano Pérez, coordinador nacional de la Federación Nacional de Caficultores de Venezuela, declaró a Elimpulso.com, que en ese año la producción llegó a 1 millón 550 mil quintales del grano, siendo Lara uno de los principales estados productores.
El consumo nacional en ese entonces fue de 950 mil quintales y el resto (600 mil quintales) se exportó, según los informes del Ministerio de Agricultura y Cría, que le hacía un seguimiento a todos los rubros.
Hoy no sólo han desaparecido empresas del sector privado que, como Agroisleña, trabajaban conjuntamente con los productores, sino que el organismo relacionado con la agricultura no proporciona ningún tipo de cifras, ni tampoco se preocupa por la producción, ya que el Ejecutivo Nacional favorece a los agricultores extranjeros mediante la importación de rubros que se producían tradicionalmente en nuestros campos.
El grano que se está consumiendo en el país es importado de Brasil, Honduras y otros países. Aún más, el diario La Prensa, de Nicaragua, ha reportado que la importación venezolana está siendo pagada con sobreprecio y por eso el producto es adquirido por encima del valor que pagan los importadores de los Estados Unidos.
En nuestro país se están produciendo 100 mil quintales al año, pero a falta de combustible, el secado se está haciendo con leña y se ha determinado que no es el elemento indicado porque puede producir daños a la salud. No faltan los inescrupulosos que, para aumentar sus ganancias, ligan el grano con aserrín quemado o leguminosas de mala calidad.
Se está consumiendo también un café denominado torrado, que es nocivo para quienes sufren de diabetes o son insulinodependientes, o que tienen otras enfermedades, como informaron especialistas farmacéuticos cuando en el 2016 se celebró el segundo Congreso de Trabajadores del Café, manifestó Pérez. De modo, pues, hay que tener mucho cuidado cuando se compra café procesado artesanalmente, porque no existe ningún tipo de control de calidad en el país y al régimen nada le importa la salud de la población.