La economía venezolana crecerá en 2022 luego de caer ocho años consecutivos, mientras que la hiperinflación dejará de ser un problema en el primer trimestre. Aunque en 2021 algunos sectores muestran mejoras y un aumento del consumo privado, esto fue impulsado por la llamada «economía negra», las remesas, la informalidad laboral y la dolarización. Mientras, el gobierno de Maduro ya no gasta en bolívares, pero sí en dólares
La estrategia impulsada por la administración de Nicolás Maduro de lograr un menor impulso en los precios de los bienes y servicios, a cambio de sacrificar el crecimiento económico, parece tener resultados. Analistas aseguran que en el primer trimestre de 2022, Venezuela saldrá del proceso de hiperinflación en el que ha estado desde hace tres años, pero dejará un alto costo de la vida en dólares.
Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, indicó que el gobierno ha sido mucho más conservador en su política fiscal, al disminuir el uso del financiamiento monetario del Banco Central de Venezuela (BCV), lo que ha incidido en la disminución de la tasa de inflación.
En las finanzas públicas, hubo en 2021 una leve mejora en su flujo de caja debido a mayores ingresos petroleros y al ejecutar mayores gastos en moneda extranjera. Resaltó que esta estabilidad en los precios continuará en la primera parte de 2022, cuando se seguirán mostrando tasas por debajo de 50% mensual.
Oliveros destacó -sin embargo-, que los precios en divisas han tenido un repunte importante en 2021, puesto que lo que costaba 100 dólares en diciembre de 2018, ahora su precio es de 330 dólares. Por lo que prevé que esta tendencia continuará el próximo año.
Explicó que los costos en dólares para las empresas también están subiendo, por lo que los precios de los bienes al consumidor deben situarse por encima de esos costos para no tener problemas de margen y rentabilidad.
«Pasamos de un problema o otro. Ya el problema no es la velocidad en el aumento de los precios cada mes, esto ya no lo vamos a seguir observando. Ahora es cómo enfrentamos ese alza en el costo de la vida en dólares. Por supuesto esto tiene implicaciones también para los ciudadanos, porque sus ingresos no suben a ese ritmo», apuntó.
Por otra parte, indicó que el tipo de cambio oficial de 4,5 bolívares por dólar, aproximadamente, permanece muy por debajo de la tasa de cambio de equilibrio que a septiembre de este año era de 12 bolívares por dólar. Esto significa que aún hay margen de incremento en el precio de la divisa.
«Lo peor de la hiperinflación ya pasó. En 2022 la inflación seguirá cediendo; pero el dólar pierde valor en Venezuela. Es muy probable que el país salga del ciclo formal de la hiperinflación, aunque continuará conservando la tasa más alta del mundo y un problema bastante grave de inflación», acotó en el foro Perspectivas 2022: ¿Venezuela se arregló?, organizado por Ecoanalítica.
El cálculo de la consultora para la inflación en 2021 es que cerrará con una tasa ligeramente por debajo del 1.000% y muy posiblemente para 2022 sea menor al 300%.
«El elemento más revelador del año 2021 es que el gobierno ya no está gastando en bolívares, sino que su ejecución fiscal es en dólares. Esto ha impactado positivamente en la inflación y en cierta estabilidad del tipo de cambio. A principios de este año no preveíamos esta estrategia de hacer gastos de infraestructura en divisas, así como en ciertos gastos relacionados a la actividad petrolera y tecnológica, a los contratistas y proveedores», dijo Oliveros.
Con la caída de la actividad petrolera en el país y la política de sanciones individuales, financieras y petroleras de Estados Unidos, la administración de Maduro ha diversificado sus fuentes de ingresos en divisas.
Pero que a pesar de ello, aún no logra generar los suficientes recursos que requiere para las inversiones en la infraestructura pública, por lo que mantiene sus dificultades para cerrar el déficit fiscal.
«Se permite exportar chatarra, oro y además mina criptomonedas para sobrevivir. Todo lo que le genere flujo de caja, lo hace el gobierno», apuntó Oliveros.
Freno a la dolarización
El proceso de dolarización de facto que ha experimentado Venezuela en los últimos tres años, parece haber llegado a su límite. De acuerdo a Oliveros, ya la dolarización transaccional ha llegado a su tope y no hay perspectiva de que pueda avanzar más.
Recalcó que ya el propio gobierno comienza a ejecutar medidas para frenar este proceso que permitió, obligado por las circunstancias, especialmente por la hiperinflación y la escasez de bolívares en efectivo.
«La dolarización avanza pero el gobierno y el BCV ya comienzan a ponerle freno, especialmente al siguiente grado del proceso que es la dolarización financiera, lo cual es la evolución lógica en este tipo de procesos. Es por ello que no se ha permitido la entrega de créditos bancarios en divisas ni la compensación de los pagos en dólares».
Según los estudios de Ecoanalítica, el uso de dólares en efectivo para los pagos en el mercado interno pasó de 67% en mayo a 65% en octubre de 2021.
«Ya la dolarización no da para más, llegó a su tope, no creo que vaya a subir más. ¿Por qué? Porque hay una porción del país que aún se maneja en bolívares y el gobierno no va a pagar sueldos y salarios en dólares», sostuvo Oliveros.
¿La economía sale del foso?
Venezuela es una economía que pasó de una caída muy profunda a dejar de caer luego de perder 80% de su tamaño en un período de ocho años. No obstante, el director de Ecoanalítica señaló que el gobierno le dio mayor importancia a estabilizar la inflación, que a ejecutar medidas para propiciar un crecimiento económico.
«La obsesión es que en el primer trimestre se salga de la hiperinflación y vender esto como un triunfo. Desde el punto de vista macroeconómico es muy loable, pero es muy malo desde el punto de vista social. El gobierno, por ejemplo, no ha aumentado los sueldos y pensiones. Es una reducción de gasto draconiana, incluso en un ambiente electoral decidió quitarle seis ceros al bolívar», dijo.
Los cálculos de Ecoanalítica dan un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 6,9% en el año 2022, con un resultado de 8,2% para el PIB petrolero y de 6,7% para el PIB no petrolero. Mientras que para el cierre del año 2021, prevén un resultado general de 0,5%, con una recuperación de 3,1% para el sector privado y una caída de 5,4% para el sector público.
«Estos son datos débiles todavía, pero insisto, este país no es para nada el país que fuimos y no va a volver en lo pronto», afirmó Oliveros.
Los sectores claves en los cuales ha habido y se espera sigan creciendo son salud, alimentos, comercio minorista, que siguen manteniendo la tendencia de crecimiento que traen desde 2019; mientras que sectores como de cuidado personal, tecnología y servicios profesionales que tendrán un crecimiento alineado al promedio. Y un tercer grupo de sectores que tendrán un resultado ligeramente por debajo del promedio como el inmobiliario y medios de pago.
En contraste, sectores como banca, manufactura y construcción serán los que aún tendrán problemas para crecer en 2022.
Esta mejora que se observa en diferentes sectores a partir de este 2021, es producto -a juicio de Oliveros- de un aumento de 10% en el consumo privado debido a la dolarización transaccional, pero también impulsado por la llamada «economía negra», las remesas y la informalidad laboral (personas que dejaron su trabajo formal y sus salarios en bolívares para ofrecer diversos servicios con cobro en dólares).
«Las remesas son un factor dinamizador para la economía venezolana, y están en estos momentos en torno a 5% del PIB y para el 2025 se prevé que estén en 10% a 12% del PIB. Mientras que las divisas que pasan de mano en mano derivadas de la economía negra ya alcanzan 25% de la economía. Estas cifras contrastan con el 17% del PIB que representa el sector petrolero», indicó.
En Venezuela, los ingresos formales dejaron de ser las únicas vías de financiamiento, pero desde hace tres años, aproximadamente, se movilizan recursos internamente provenientes del contrabando de oro y de la gasolina, del tráfico de estupefacientes, el subsidio cambiario y la sobrefacturación.
Esto devela una vez más que las exportaciones petroleras y no petroleras dejaron de ser rubros importantes de la economía, y no se avizora mejoras sustanciales para el 2022. Recientemente, varias organizaciones internacionales han calculado el precio del barril de crudo en el mercado internacional en más de 100 dólares para el próximo año. De ser un hecho este pronóstico, podría incrementar el flujo de caja del sector público.
Ecoanalíltica estima que el impulso de los ingresos por exportaciones petroleras vendrá por un volumen de producción de 636.000 barriles diarios y un precio del crudo Merey de 49,2 dólares por barril. «Este año el sector petrolero está mejor por la cantidad de barriles que está exportando Pdvsa y por el aumento en el precio del petróleo, pero pega el efecto de los descuentos que se están otorgando y que representan este año alrededor de 3.500 millones de dólares», señaló Oliveros.
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