#COLUMNA Soliloquios de café: ¿Sofismas? #5Dic

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“Falsos razonamientos intencionados, con fines manipuladores que se disfrazan de razonamientos válidos cuando no lo son…”

Pareciese que estamos viviendo en un mundo bizarro, corta se quedó la descripción que del siglo XX hace el famoso tango cambalache, en comparación con lo que ha transcurrido del siglo XXI, en Venezuela.

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Se hizo común que un obrero, sin experiencia, sin conocimientos del trabajo a efectuar y exigiendo un horario adaptado a su manera de pensar, tenga mayor remuneración o ingresos monetarios que un profesor universitario, con doctorados, trabajos de investigación de alta valía y una larga e insigne trayectoria en nuestras magnas casas de estudio.

En muchos casos el poder del dinero rebasó el valor de los principios y valores que caracterizaban a muchos venezolanos.

En infinitas oportunidades el dominio sobre las tarjetas de crédito supero la integridad y destruyó la dignidad de muchas personas honorables que asisten a los saraos que se hacen con dineros de dudosa procedencia.

Clubes sociales que otrora estaban conformados por personas de aquilatada y demostrada trayectoria, han sido ocupados por la nueva casta que, presuntamente, se ha originado con dineros provenientes de la corrupción o de muy cuestionada procedencia.

La venezolanidad ha sido sustituida por otras costumbres importadas de países que han sido calificados como forajidos, y hay quien asevera que, supuestamente, gente de otras latitudes llegan al país sin ningún control, que ni siquiera saben hablar el español, pero tienen pasaportes venezolanos.

La destrucción de la calidad de vida del venezolano se ha demostrado fehacientemente, el ansiado bienestar social se ha convertido en una quimera, en el sueño inalcanzable de nuestra juventud que emigra integrándose a la diáspora que destruye a la base de la sociedad, la familia, dispersando al futuro patrio por todo el mundo, existen padres que tienen a sus hijos dispersos por los cinco continentes.

El Producto Interno Bruto ha caído en proporciones que otrora eran increíbles.
La falta de mantenimiento está acabando con la infraestructura pública construida en el periodo conocido como democrático, comprobación indiscutible de la importancia de la rentabilidad oriunda de la industria petrolera que algunos mandatarios supieron sembrar.

El país que en tiempos pasados vendió electricidad a sus vecinos, hoy sucumbe en una penumbra prehistórica.

La delincuencia, a veces, presuntamente, amparada en una impunidad inaceptable se ha caracterizado, por el robo, el hurto, la extorsión, el matraqueo, cobro de vacunas y el secuestro; las invasiones, expoliaciones y/o las expropiaciones a propiedades legalmente demostradas, ha demolido la seguridad jurídica y personal de los ciudadanos.

La elaboración e importación de productos de altísima calidad, ha sido substituida por la importación de artículos de pésima calidad provenientes de países colaboradores, y, supuestamente, es controlada por altos jerarcas.

Siempre he pregonado que soy un ciudadano común que ama a su Patria de forma desmedida, un ignorante político que tan sólo utiliza la lógica y la razón, intentando actuar con sensatez, un ser humano que aspira cumplir con el deber de ejercer el derecho a equivocarse, pudiendo ser este el caso pero, los resultados electorales del 21 de noviembre, próximo pasado, me hacen reflexionar, sobre la indiscutible necesidad de que el estamento político en general, como se dice desde la antigüedad, sirios y troyanos, deben analizar pragmáticamente la realidad en la cual nos extinguimos la gran mayoría de los venezolanos.

No debería seguirse buscando culpables inexistentes, se debe enfrentar la responsabilidad que confiere la autoridad aceptada para regir los destinos del país.

Basta ya de promesas incumplidas, y de la retórica verborrea que describe un país inexistente, Venezuela tiene recursos renovables y no renovables, otorgados por la Benevolencia Divina como para que las mentes prodigiosas formadas en nuestras Magnas Casas de Estudio nos guíen a ser una potencia de las llamadas de primer mundo, es necesario e imperioso revertir la diáspora, para reconstruir las diezmadas familias.

A veces no es la ineptitud, la ignorancia o el principio de Peter lo que caracteriza al desastre en el cual sobrevivimos, sino…

“Los falsos razonamientos intencionados, con fines manipuladores que se disfrazan de razonamientos válidos cuando no lo son…”

Maximiliano Pérez Apóstol

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