“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:16.
Una vez que el pecado entró en la vida del ser humano a través de nuestros primeros padres, inmediatamente DIOS decidió hacerle a la humanidad un gran regalo. Anunció la solución gravísima del problema del pecado que la desobediencia de Eva y luego Adán trajo para la humanidad recién creada. Y de una vez se lo hizo saber al hombre y al gran engañador. Dijo «Pondré enemistad entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón». Gen. 3:15 Y esto se materializó aproximadamente 4.000 años después así. “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor… ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” Lucas 2: 11,14. Dios mismo, a través de la encarnación en su hijo Jesucristo, se hizo hombre y entró en la historia humana a fin de proveerle un medio para vivir eternamente feliz.
Este regalo no vino envuelto en papel especial, tampoco trajo un hermoso lazo o moño como también lo nombran. No llegó por avión producto de una compra en dólares por Internet. ¡No!. Vino en el vientre de una humilde mujer que el Creador, el omnipotente encogió para dárselo a la humanidad. Y por la persecución del tirano emperador, emigró a un pueblecillo llamado Belén de Efrata que al llegar allí el enemigo de Dios lo forzó a nacer en un mugroso establo de animales, corriendo el riesgo de contraer un tétano y morir.
La alegría inmensa es, que por la gracia del Altísimo, creció entre los más pobres de la tierra, de su pueblo y comenzó la obra redentora del hombre. Lo triste, que las tradiciones cristianas olvidan esto y colocan personajes que ya murieron en lugar del Salvador de la humanidad. Como lo dice tan acertadamente el difunto Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez “Ya nadie se acuerda de Dios en Navidad. Hay tanto estruendo de cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien por encima de nuestros recursos reales, que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace 2.000 años en una caballeriza de miseria”
Yo agregaría, que se dio a sí mismo por tus pecados y los míos para rescatarnos de la perdición. Que sufrió la muerte más horrenda conocida. De trece a dieciocho centímetros de largo, afilados hasta la punta, eran los clavos que los romanos usaban en la crucifixión. Se clavaban por las muñecas y no en la palma de la mano como algunos piensan. Atravesaba el nervio mediano, el nervio mayor que sale de la mano y quedaba triturado por el clavo, por lo cual produce un dolor inaguantable.
Ese fue el primer regalo que Dios Padre nos dio y que en estos tiempos se celebra en el mundo, pero que se olvida su verdadero significado. Se olvidan de lo que verdaderamente es la Navidad. Tristemente se nos va de la mente el acto supremo que Dios hizo por todos. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:16.
¡Hasta la semana que viene Dios mediante por la WEB!
William Amaro Gutiérrez